Haniá, Chania o La Canea, como quieras llamarla y según la traducción al castellano, es una de esas ciudades de la que no esperas gran cosa, pero que en cuanto ves in situ su hermoso Puerto Veneciano y empiezas a recorrer su casco histórico, comienzas a darte cuenta que no podías estar más equivocado. Sus calles, mezcla de culturas, desprende una hermosa melancolía que, a la vez, nos cuenta la agitada historia de la ciudad, anhelada por unos y por otros, y con razón… Hoy en día ya no hay riesgo de invasiones, solo ganas de vivirla y disfrutar de esta hermosa ciudad de La Canea.
Nuestra visita: | Enero de 2016. |
Idioma Oficial: | griego (inglés es ampliamente hablado). |
Moneda: | Euro €. |
Población 2001: | 98.202 hab. |
Superficie urbana: | 356,12 Km². |
Prefijo telefónico: | +30 2821. |
Web oficial: | chaniatourism.com |
El origen minoico de la ciudad es innegable, como lo atestiguan los restos de la antigua ciudad-estado de Cidonia que floreció entre el período 2600 a 1200 a.C. Durante la Edad Media Hania y la isla de Creta estuvieron bajo domino primero de los bizantinos (que expulsaron de la zona a los sarracenos de origen andalusí) y después de los venecianos que compraron la isla a Bonifacio, marqués de Montferrat, después de caer el Imperio Bizantino.
En el año 1267 Chania es ocupada por los genoveses que la poseen hasta 1290, momento en que vuelve a ser veneciana. Éstos la convierten en sede administrativa de la región y sede de comercio, a la vez que la fortificaron en el año 1538 para evitar que cayera de nuevo en manos enemigas.
A pesar de ello la ciudad es conquistada por los otomanos en el año 1645, después de un asedio que se prolongó durante 55 días. La conservaron hasta el año 1898, momento en que la isla se independizó bajo la protección de las grandes potencias de la época y con el príncipe Jorge I de Grecia a la cabeza del Estado. Después llegaría la II Guerra Mundial en la que la ciudad sería bombardeada y se produciría la conocida como Batalla de Creta. En 1971 Iraklion arrebató la capitanía de la isla de Creta a Haniá.
La ciudad de Chania es uno de esos lugares que al recorrerlos nos hacen retroceder en el tiempo, a la vez que un cierto aire de melancolía nos invade. Es recomendable realizar la visita al menos en dos días para poder apreciar mejor el ambiente de la Ciudad Vieja.
Dia 1: es buena idea comenzar nuestra ruta en el Puerto Veneciano, el cual recorremos de punta a punta visitando lugares como la Fortaleza Firkas (Museo Marítimo de Creta), Mezquita Kioutsouk Hasan o Giali Tzamisi, los arsenales o “neoria” (entre los que destaca el Gran Arsenal), el museo de la Antigua Construcción Naval, el baluarte de san Nicolás y finalmente el famoso Faro. Si apetece y se tiene ganas se puede hacer una excursión en barco alrededor del puerto. Seguramente pasaremos la mañana (o la tarde) visitando esta zona. Después de comer podemos pasear uno de los barrios de la Ciudad Vieja.
Dia 2: este día podemos seguir disfrutando de la Ciudad Vieja y de sus diferentes barrios, en ese recorrido podemos visitar alguno de los Museos de Chaniá de la zona centro, pero también otros museos más alejados del centro histórico, como el museo Arqueológico, el museo del Mundo Minoico en 3D, el museo de la Guerra, el Archivo Histórico de Creta, etc.… Es seguro que en nuestro paseo por la ciudad nos toparemos con algunos de los elementos que conformaban el Sistema Defensivo de la antigua ciudad de Chania.
Dos de los encantos de Hania son sin duda el Puerto Veneciano y su Casco Histórico. El puerto es, para nuestro gusto, uno de los más bellos y mejor conservados de toda Creta. Se encuentra rodeado de casas venecianas llenas de encanto las cuales abrazan un sinfín de restaurantes y varias cafeterías y tabernas. El faro corona este bello enclave, corazón histórico de Chaniá. Un paseo realizado siguiendo del borde del mar es más que recomendable para verlo en diferentes ángulos. Y hablando de ángulos, os recomendamos el mirador de Roza Nera, desde ahí obtenemos una fantástica panorámica de todo el Puerto.
Además, en el puerto encontraréis barcos que realizan pequeños cruceros y que os aseguraran que veréis los peces y tortugas del fondo a través de un cristal situado en el suelo. Nosotros no vimos nada de nada, sólo las piedras y las algas acuáticas, pero el paseo merece la pena porque obtenemos un nuevo punto de vista de este bello lugar, pero eso sí, no creo que tengáis suerte en ver demasiada fauna marina.
La Ciudad Vieja, que se extienda tras el puerto, es un deleite para los sentidos. Esa mezcla de culturas, esa melancolía, esos rincones y callejuelas llenas de encanto… todo eso hace que perderse por sus diferentes barrios sea una cosa obligada que hay que hacer en Chaniá. A nosotros nos encantó particularmente el barrio de Topanas y el barrio Judío, nos parecieron lugares ideales para que las parejas pasen su amor, además de contener multitud de ofertas gastronómicas. En cuanto a monumentos nos gustó muchísimo la iglesia de Aghios Nikolaos o san Nicolás porque en esencia es el reflejo de lo que es Chaniá, una mezcla de culturas, como así lo atestiguan su campanario cristiano y su minarete musulmán, siendo actualmente un templo ortodoxo.
Hablemos ahora de comida, nuestro consejo es que si queréis comer más económico os adentréis en la parte interna del puerto. Aunque, por supuesto, si vais en plan romántico un café o una cena (preparad el bolsillo) mientras disfrutas del puerto veneciano, nunca viene nada mal. De todas formas, mientras paseáis por este bonito puerto, se os acercarán más de un camarero y camarera ofreciéndoos sus productos. ¡Ah! un secreto para ahorraros unas pelillas por si decidís comer en el mismo puerto: si pedís una jarra de agua del grifo es gratis y, por cierto, riquísima.
De entre los platos destacamos la famosa ensalada griega, la Spanakopita (empanada de espinacas y queso feta), los Souvlakis (unos especies de pinchos morunos de cerdo o ternera), Dolmadakia (Hojas de parra rellenas de sólo arroz, o también con carne, y servidas con salsa de huevo y limón), Tzatziki (salsa hecha con yogur griego, pepino y ajo), Mousakas (famoso plato griego hecho al horno formado por capas de berenjenas, patatas, carne picada y bechamel), Tiropita (empanada de queso feta y masa filo), Yemistá (sobre todo se utilizan tomates y pimientos asados rellenos de arroz y carne picada, aunque también se usan calabacines), Taramosalata (ensalada hecha con huevas de pescado), etc…
En cuanto a las tradiciones, nosotros vamos a destacar el de la Santa Epifanía (Θεοφανια), una de las fiestas más antiguas del rito ortodoxo, remontándose esta religión al siglo II d.C. Tiene lugar cada 6 de enero y tuvimos oportunidad de disfrutarla en un paraje sin igual: el Puerto Veneciano de Chaniá. En ese rito se celebra la aparición de la Santa Trinidad durante el bautismo de Jesucristo.
La historia religiosa que da forma y sentido a esta tradición es como sigue: Juan el Bautista abandonó su vida en el desierto, siguiendo una orden divina, para ir al río Jordán donde se dedicó a predicar y a bautizar a los nuevos feligreses. Un día Jesucristo se dirigió a él con el objetivo de ser bautizado y, aunque el Espíritu Santo ya había informado a Juan quien era aquella persona, se negó a bautizarlo, alegando que él mismo tenía la necesidad de ser bautizo por aquél.
Pero Jesús le explicó que debía ser bautizado porque esa era la voluntad de Dios. Juan accedió y entonces ocurrió algo que dejó sorprendida a la gente que allí se reunía, cuando el Espíritu Santo descendió con forma de paloma, posándose sobre el ya bautizado Jesús, a la vez que desde el cielo se escuchaba la voz de Dios diciendo: “este es mi Hijo amado, Él es mi elegido”. De aquella manera el Señor abrió la puerta del Misterio del Bautismo. Con la gracia purificadora del Espíritu Santo, el antiguo hombre pecador se renueva y con el cumplimiento de los Sagrados Mandamientos se hace heredero del Reino de los cielos.
Una vez conocemos el origen de esta fiesta, lo que acontece en ella, entre los fieles que se agolpan para verla, es lo siguiente: apreciamos a diferentes sacerdotes, uno de los cuales lanzará una cruz de madera al mar. En ese momento los diferentes creyentes, en ropa de baño, se lanzan al mar en busca de este símbolo religioso, para ser devuelto de nuevo al sacerdote. Los feligreses llegan a la celebración incluso en barco, desde los que también se lanzan al agua para participar en esta ceremonia. Hay que tener en cuenta que tiene lugar cada 6 de enero, por lo que estando en pleno invierno, el frío aun es intenso.
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