POTSDAM

NEUER GARTEN

Este parque posee una extensión de 102,5 hectáreas que se prolonga a través de la orilla occidental del Heiliger See y los lagos Jungfernsee. Cuando todavía era príncipe heredero Federico Guillermo II de Prusia, adquirió en este lugar algunos bienes que se completaron con la compra de jardines y viñedos adyacentes. En 1786 subiría al trono y, un año después, comenzó con la creación de un parque en el que se reflejaría el espíritu contemporáneo de su arquitectura, tan en boga en aquella época y que difiere de los elementos ornamentales barrocos de Sanssouci. Esta idea provino de la visita que hizo el rey a los jardines de Dessau-Wörlitz en Dessau, el mayor en estilo inglés de la Europa continental. Quería plasmar su esencia en Potsdam y para ello contó con el jardinero de Dessau-Wörlitz, Johann August Eyserbeck.

En contraste con los jardines de estilo inglés del siglo XIX, cuyos elementos principales eran árboles, prados y el agua, el jardín inglés del siglo XVIII se caracterizó por el diseño de zonas discretamente decoradas con pequeños elementos arquitectónicos. La vida natural también fue redescubierta en ese proceso, haciendo que animales como las vacas fueran parte también del paisaje del Neuer Garten. Incluso existe una granja lechera donde se fabricaba mantequilla y queso y que actualmente es un restaurante.

En 1816, durante el reinado de Federico Guillermo III, se le dio a Peter Joseph Lenné la tarea de rediseñar el jardín que en aquél momento estaba descuidado, lleno de maleza. Lenné mantuvo algunas formas y elementos ornamentales del jardín inglés original, pero también creó un paisaje con amplios espacios abiertos, con césped y caminos más anchos.

Iniciamos la visita a este parque, destacando uno de los edificios más importantes: el Marmorpalais, encargado por Federico Guillermo II a los arquitectos Carl von Gotard y, desde 1789, Carl Gotthard Langhans, el diseñador de la puerta de Brandeburgo de Berlín. El edificio presenta un diseño basado en los principios de la arquitectura neoclásica temprana, si bien en un principio tenía forma de cuadrado de dos pisos. El palacio debe su nombre a los mármoles de Silesia blanco y gris utilizados para los elementos decorativos. En época de la RDA sirvió como base de un museo militar y, tras la caída del muro, se tuvo que hacer una restauración concienzuda para recuperar las decoraciones originales clásicas de mármol.

Seguimos caminando y nos topamos con el Eiskeller o nevera artificial en forma de pirámide construida en 1792, cuya función era la de mantener la comida fresca. Se trata de un pozo excavado con muros de contención que disponía de aperturas para la introducción de nieve y posterior extracción.

Y llegamos al edificio más importante del parque: el Schloss Cecilienhof, palacio en estilo Tudor construido por Paul Schultze-Naumburg entre los años 1913 y 1917, para ser la última residencia de verano de los príncipes de Hohenzollern. El emperador Guillermo II de Alemania lo hizo construir para su hijo Guillermo de Prusia y su esposa, Cecilia de Mecklemburgo-Schwerin. Dispone de 176 habitaciones articuladas en torno a cinco patios, así como 55 chimeneas de ladrillo que fueron terminadas en 1915. Estalló la I Guerra Mundial y el castillo no fue ocupado hasta 1917, si bien Guillermo siguió a su padre al exilio, un año más tarde, la princesa siguió residiendo en él hasta la inminente llegada del Ejército Rojo en 1945.

Cecilienhof fue el escenario elegido para la Conferencia de Potsdam ente el 17 de Julio y el 2 de Agosto de 1945. Las habitaciones fueron completamente redecoradas para ajustarse al gusto de los participantes. En ese encuentro Winston Churchill (más tarde Clement Attlee), Stalin y Truman se reunieron en una mesa redonda de la gran entrada. Entre sus paredes Churchill y Truman realizaron la Declaración de Potsdam, mientras que el estadounidense preparaba el ataque atómico contra Japón. La elección de este edificio por los aliados no fue casual, fue un modo de magnificar su victoria frente a los nazis. Actualmente es un hotel y un museo, en el que se exponen los sillones que usaron los jefes de estados aliados, además de fotos y otros objetos.

Cerca se encuentra la Muschelgrotte, gruta construida entre 1791 y 1794 que sirvió para el rey como un lugar oculto donde encontrarse con el misticismo y también para diferentes eventos como comidas, tés, etc., es por ello que contenía una pequeña cocina, demolida en 1958 por encontrarse en muy mal estado y vuelta a reconstruir en 2011. La intención era crear una cueva que pareciese obra de la naturaleza, para ello se revistió el ladrillo con yesos, resinas, toba volcánica y las llamadas escorias, que son una mezcla de óxidos metálicos.

Seguimos el camino junto al Jungfernsee con unas vistas muy bonitas y admirando otras construcciones interesantes. Y así paseando, ya fuera del Neuer Garten, llegamos al Glienicker Brücke, construido entre los años 1904 y 1907. Fue destruido durante la II Guerra Mundial y vuelto a reconstruir a su finalización, en 1949. En 1961 fue cerrado al tráfico al coincidir con la línea que dividía la Alemania Occidental y Oriental, por ello se colocaron en ambos extremos puestos de control de policía. Durante el período de la Guerra Fría, el puente era el punto de intercambio de espías hechos prisioneros por ambas partes. De esta manera el primer intercambio tuvo lugar el 10 de febrero de 1962 en que se liberó al piloto americano Francis Gary Powers a cambio de un espía ruso muy famoso, Rudolf Ivanovich Abel. Finalmente se reabrió en noviembre de 1989 con la caída del muro y la reunificación de Alemania.

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