ALCÁNTARA

UN PRODIGIO DE LA INGIENERÍA ANTIGUA


Llegamos al Puente Romano, todo un símbolo de Alcántara, situado a apenas unos 400 metros de la localidad. Se construyó en tiempos de Trajano, entre el año 104 y 106 d.C., como así lo indica una de sus inscripciones en latín. Su altura es de unos 71 metros (57 metros si no contamos el Arco del Triunfo), mide 197 metros de longitud, apoyado sobre cinco pilares cubiertos por sillares almohadillados de diferentes alturas para adaptarse a la orografía del lugar, de los que sólo dos de ellos están anclados sobre el lecho del mismo río. Los pilares forman arcos, de los cuales los centrales tienen una anchura de 48 metros, siendo los de mayor apertura de entre todos los puentes romanos actualmente en pie.

El diseño de este puente de gran altura responde a las necesidades de permitir el paso al aumento del caudal del río durante la época de crecidas, de hecho, se eligió este tramo estrecho sobre el Tajo, porque aquí la fuerza generada por el agua era menor. En su financiación participaron multitud de comunidades lusitanas interesadas en esa vía de comunicación que unía Norba, la actual Cáceres, y Conimbriga, cerca de la actual ciudad portuguesa de Coímbra, además de enlazar con dos importantes arterias romanas: la Vía de la Plata y la Vía de Lisboa a Braga.

En una de las cabeceras del puente se encuentra otra edificación romana, el templete de Lacer, el cual fue cristianizado en la edad Media convirtiéndose en la capilla de san Julián. Aquí, en una inscripción situado sobre el dintel, se menciona, junto al emperador Trajano y algunos dioses romanos, a Cayo Iulius Lacer el arquitecto que hizo el puente y el mismo templo, junto con una frase que constituye toda una declaración de las intenciones de los romanos: “Pontemperpetui mansurum in saecula mundo” es decir “El puente que durará mientras dure el mundo”.

A lo largo de los siglos, ocasionalmente el puente fue fortificado, tanto para musulmanes, como para cristianos después. De aquel antiguo sistema defensivo adosado al puente, sólo se conserva la llamada Torre del Oro, construido en pizarra y ladrillo en el siglo XV y situado, con respecto al templete, justo al otro extremo del puente.

Si andamos sobre el puente comprobaremos que cuenta con una calzada de unos ocho metros de ancho en el que, incluso hoy en día, circulan los automóviles. Justo en medio, levantado sobre el pilar central, el puente se encuentra coronado por un Arco del Triunfo que mide trece metros de altura. Conserva algunas inscripciones de época romana como la fecha de construcción del puente y una dedicatoria al emperador Trajano. A lo largo de la historia ha sido modificado y restaurado en varias ocasiones, como las almenas y escudos que coronan el arco, además de otras inscripciones que hace alusión a las distintas reconstrucciones del puente en tiempos de Carlos V e Isabel II.

Efectivamente Carlos V lo restauró y almenó el Arco del Triunfo, pero además rehízo el primer arco del puente de la parte poniente que fue destrozado cuando Alfonso IX sitió la villa para conquistarla a los árabes. Y es que, como pasó durante la Reconquista, con el devenir de la historia el primer y segundo arco que están más cercanos a la ciudad de Alcántara fueron destruidos en diferentes momentos, como a principios del siglo XIII, o a mediados del siglo XVII durante la Guerra de Restauración entre España y Portugal, o durante la Guerra de Independencia en el año 1809 (y reconstruido en 1860). Incluso, casi el puente entero hubiera desaparecido si no se hubiera realizado una exhaustiva restauración en tiempos de Isabel II.

Como hemos visto la importancia del puente en la zona era sobresaliente, de hecho, el nombre actual de Alcántara proviene de la época de los árabes, cuando a este viaducto lo llamaron Al-Qantarat, que precisamente significa “puente”. Aunque el municipio de Alcántara surgió mucho después de la construcción de este monumento, concretamente en época visigoda, cuando la ciudad era llamada “Oliva”. Con la llegada de los árabes, fue rebautizada bajo el nuevo topónimo “Kantara As-Saif”, es decir “el Puente de la Espada”. Los estudiosos no saben de dónde proviene, aunque existen varias leyendas que lo explican: una dice que existe una espada de oro dentro del puente y otra narra que los árabes le pusieron ese nombre a la ciudad porque colocaron encima del Arco del Triunfo del puente la espada del rey visigodo don Rodrigo.

Desde el propio puente podemos ver otros lugares interesantes que se encuentran alrededor, como el convento del Sancti Espiritu e iglesia de la Encarnación Antiguo o de las monjas comendadoras, situados en la cima del monte, a cuyos pies se encuentra el templete. Fue el antiguo convento de los caballeros alcantarinos y posteriormente de las Monjas Comendadoras, rama femenina de la Orden de Caballería. El edificio está construido en estilo gótico en el siglo XV.

Al otro lado, a apenas seiscientos metros corriente arriba, también vemos la central hidráulica José María Oriol, una de las primeras en importancia de España y una de las cuatro en cabeza del mundo. Su capacidad de embalse es de 3300 millones de metros cúbicos, reduciéndose en última instancia, a cuatro grupos hidráulicos que generan una potencia de 915 megavatios, suficiente energía como para encender 17 millones de bombillas de 60 vatios.

La presa fue finalizada en el año 1969, aunque fue inaugurada mucho después por el entonces presidente de la compañía Hidroeléctrica Española, José María de Oriol y Urquijo, quien le da nombre. Decidimos subir hasta la presa, como la llaman en Alcántara y comprobamos el chirrido de los cables al paso de la corriente eléctrica, es una sensación rara puesto que escucharlo produce cierto miedo. Desde aquí también se obtienen unas bellas imágenes del Puente y del embalse, el cual tiene una longitud de noventa y un kilómetros.

Pulsar para invitarme a un café