SITIO ARQUEOLÓGICO DE ELEUSIS (ΑΡΧΑΙΟΛΟΓΙΚΟΣ ΧΩΡΟΣ ΕΛΕΥΣΙΣ)

DONDE SE CELEBRABAN LOS MISTERIOS DE ELEUSIS


La visita al sitio arqueológico comienza nada más acceder al interior del yacimiento, donde se encontraba el antiguo camino que unía Atenas con Eleusis: el Hiera Odos (Camino Sagrado). Se trataba de una vía de diecinueve kilómetros que comenzaba en las mullas de Atenas, concretamente en una de las puertas del sitio arqueológico de Kerameikos, y terminaba aquí, en el santuario de Eleusis siguiendo el mismo recorrido que la mayor parte de la moderna Iera Odos. A lo largo de su trazado había mojones de piedra a intervalos regulares, que también registraban la distancia a Atenas, y multitud de santuarios, diversos monumentos y tumbas de los que muy pocos han sobrevivido hoy. El camino estaba formando por pequeñas piedras sin procesar colocadas en una gran cantidad de tierra, a cuyos lados se levantaban verticalmente losas más grandes. Su anchura media era de cinco metros, excepto la parte cercana al Santuario de Deméter que era más ancha.

Actualmente, la parte mejor conservada de la carretera se encuentra en los alrededores del templo de Afrodita en Dafni, además destaca, aproximadamente a un kilómetro al este del santuario de Eleusis, un puente romano que formaba parte del Camino sagrado y que vencía el lecho del río Kifissos con sus 50 metros de largo por 5,3 de ancho. La sagrada procesión de los Misterios de Eleusis seguía esta vía, de hecho, fue el Camino Sagrado más importante de la antigua Grecia que, además del valor religioso, sagrado y de transporte, también tenía valor económico y cultural. El último tramo del Camino Sagrado desemboca aquí en Eleusis, en un gran patio romano, en la entrada exterior norte del santuario de Deméter, a donde llegaban los iniciados que seguían la procesión. En este punto se conservan los cimientos de un edificio semicircular que formaba la Exedra desde donde los dignatarios del santuario asistían a la llegada de los fieles.

Hay que señalar que éste no era el único camino que llegaba a este patio, había dos más: el que desembocaba en el arco de triunfo oriental que venía desde el puerto de Elefsina y el que llegaba al arco de triunfo oeste, proveniente de Mégara. Este patio con forma trapezoidal irregular tiene 65 metros de largo por 40 de ancho, estando pavimentado con grandes losas rectangulares de mármol. Aquí era donde los participantes de los Misterios se reunían para su preparación y celebración. Quizás por ello, el patio fue mimado por los emperadores romanos que lo adornaron con vellos edificios. Fue inaugurado por Adriano (117-138 d. C.), quien también se encargó de la elevación de la zona de entrada para protegerla de las inundaciones, continuado por Antonino Pío (138-161 d.C.) y finalmente completado por su sucesor, Marco Aurelio (161-180 d.C.).

Este patio representa un ejemplo característico del acercamiento romano a las áreas públicas centrales, sin embargo, los edificios que le rodean están inspirados en la arquitectura clásica griega. Aproximadamente en el centro se encuentra la plataforma elevada del templo de Artemisa Propilea y el padre Poseidón que tenían unas dimensiones similares a las del templo de Atenea Niké en la Acrópolis de Atenas, claro ejemplo del plan de los emperadores romanos de construir aquí edificios que imitaran sus equivalentes atenienses. Probablemente para reemplazar un santuario de Hécate, guardiana de la puerta, en el siglo II d.C. se construyó este templo anfipróstilo con cuatro columnas monolíticas en cada fachada. Se utilizó el mármol pentélico para las paredes y las columnas y la madera para el techo que estaba cubierto por tejas cerámicas. Delante del edificio se encuentran los cimientos de dos altares de 3,70 por 3,08 metros, identificados como los altares de Artemisa y Poseidón, mientras que hacia el norte vemos los restos de un pedestal de 4 por 3,35 metros sobre el que probablemente estuvo la estatua de Poseidón.

Al lado se encuentra una eschara que muy probablemente sea contemporáneo del patio romano. Se trata de un altar construido con ladrillos de adobe cocido que consta de un pozo cuadrado de 1,75 metros de profundidad, donde tenía lugar los sacrificios para las deidades ctónicas, es decir los dioses relacionados con la tierra y el inframundo, como Plutón y Perséfone. Sobre la estructura se ven unas muescas que servían para sostener una parrilla de hierro donde se colocaban los animales sacrificados, sobre todo lechones que por su fertilidad era una ofrenda común a la diosa Deméter. El fuego se alimentaba de aire que corría por un sistema de seis canales verticales cortadas de arriba abajo en las paredes laterales. A un nivel más profundo que los cimientos de la eschara se conservan los restos de una muralla del siglo VI a.C. y los de un edificio absidal del VIII a.C.

Por otro lado, el patio estuvo bordeado por su lado este por un pórtico, una fuente y un arco de triunfo que conducía a la carretera del puerto; de igual manera, en su lado oeste había un segundo arco triunfal que era idéntico al del este, y que marcaba el final del camino desde Mégara. El pórtico en forma de L bordeaba el resto del lado oeste, así como el norte, hasta el Camino Sagrado, el cual constaba de un edificio que tenía habitaciones sólo en la sección oeste, mientras que la parte norte era simplemente un pórtico abierto con una columnata a lo largo del costado que daba al patio. La distribución y tamaño de aquellas habitaciones han llevado a pensar que probablemente sirvieron para albergar a los fieles oficiales del Santuario, mientras que la sala más grande, que estaba cubierta por un suelo de mosaico con decoración geométrica, se cree que se usó para fiestas y banquetes.

Centrándonos en el arco del triunfo del oeste, fue construido con mármol pentélico a imitación del arco de Adriano de Atenas. Medía 16 metros de atura, contando en su parte inferior con un arco central con una abertura de 4,85 metros en el umbral. A ambos lados había columnas adosadas con capiteles corintios, mientras que a lo largo del arquitrabe del arco había una inscripción a doble cara que decía “Los Panhelénicos dedicaron el arco a las diosas y al emperador” (Antonino Pío). Sobre el arco se sitúan columnas corintias que soportan un pequeño frontón, que forman 3 nichos en los que probablemente estuvieron colocados de dos en dos las estatuas de bronce de los emperadores romanos y sus familiares. De este monumento se conservan, hasta hoy, sólo catorce piezas arquitectónicas, incluida un fragmento de su inscripción.

Si nos dirigimos ahora al lado este, veremos el otro arco gemelo, exactamente igual que el del lado este, pero que se han conservado algunas piezas arquitectónicas más, como unos pedestales que sostenían las columnas que se encuentran decorados con un relieve de antorchas cruzadas, uno de los emblemas de la diosa Deméter y su hija Perséfone. Los arcos triunfales fueron erigidos por emperadores romanos o construidos por ciudades para honrar al soberano, conmemorar victorias bélicas, marcar una extensión de la ciudad o, como en este caso, hacer la función de entrada a un santuario.

Al lado de este arco de triunfo se sitúan los restos de una fuente monumental que, junto con los Propileos Mayores y el par de arcos de triunfo gemelos, fue construida en época romana imitando a edificios atenienses. En este caso se cree que esta fuente tenía similitudes con las columnatas y la elabora cornisa de la biblioteca de Adriano de Atenas. Atendía las necesidades de los fieles que llegaban al santuario, al proporcionarles agua fresca para beber y para lavarse un poco antes de introducirse al interior del recinto. De este edificio sólo se ha conservado la estructura de la cisterna, cuyo lado que mira al patio mide 11,30 metros, así como una plataforma elevada de mármol con ochos cuencas en donde caía el agua que brotaba de ocho caños. Una segunda plataforma contaba con un canal que conducía el agua al desagüe central fuera de los muros, hacia el este.

En la zona exterior de la ampliación este de la muralla, al sureste de la fuente monumental, se pueden ver los restos de unas termas con sistema de calefacción por suelo radiante o suspensurae (espacio bajo el suelo, el cual es sostenido por pilares de arcilla, por el que circula el aire caliente), disponiendo de frigidarium, tepidarium y caldarium. Al sur de las termas se han identificado, por su distribución y hallazgos arqueológicos, unas posadas en las que se alojaban los fieles que venían a asistir a la celebración de los Misterios de Eleusis. Los gobernantes dictaron edictos que prohibían la explotación económica de los peregrinos, tomando también medidas contra la especulación.

Aledaña a los Grandes Propileos, en su esquina noreste, a 1,35 metros por debajo del nivel del patio, se sitúa el Pozo Kallichoron, una de las estructuras más sagradas del santuario que tiene hoy unos 6 metros de profundidad. Según el mito la diosa Deméter cuando llegó a Eleusis, después de sus andanzas en busca de su hija Perséfone, se sentó a descansar cerca del pozo. La estructura, cuyos bloques de piedra estaban unidos entre sí mediante abrazadera de plomo con forma de doble T, data de finales del siglo VI a.C. y principios del V a.C. Su boca fue construida con dos anillos concéntricos de piedra eleusina de color gris azulado, de los que el inferior tenía una doble función: de escalón para subirse para sacar agua y de asiento desde donde probablemente las doncellas danzaban y cantaban himnos durante la ceremonia en honor a la diosa. Todo el espacio está cerrado por un alto muro absidal con tres entradas que posiblemente estaban asociadas con la realización de rituales.

Ahora sí llegamos, al Propileo Mayor, puerta de acceso monumental al santuario construida sobre la antigua puerta norte que era la entrada al fuerte de época de Cimón, en la primera mitad del siglo V a.C. y que preside el patio romano por su lado sur. La palabra “propylaea” significa “lo que está delante de la puerta principal” y fue levantada a modo de copia de los monumentales propileos diseñados por Mnesikles para la Acrópolis de Atenas, aunque hay que señalar que presenta diferencias esenciales: en el caso de Eleusis la calidad del tallado de los mármoles es inferior, no tiene alas laterales ni corredor central. Estos Grandes Propileos se levantan encima de un pedestal que se eleva 1,70 metros desde el nivel del patio romano, no estando situado en el eje central, sino mirando hacia el noreste, hacia Atenas.

Se accedía a través de un tramo de escaleras que, como otras construcciones romanas de la época, cuentan con un núcleo de hormigo oculto tras una mampostería de aparejo regular compuesto por piedras de tamaño uniforme. La parte inferior del lado este de la escalera se detiene abruptamente por el pozo Kallichoron, al cual se accedía a través de una entrada con una escalera de madera. En los escalones del Propileo Mayor, y en el propio suelo pavimentado, se han conservado numerosos grabados de grafitos de juegos, lo que demuestra que el lugar fue usado por los fieles como entretenimiento e interacción social antes de ingresar al interior del santuario para el culto místico. El resto del edificio se construyó con mármol pentélico, constando esencialmente de un muro transversal con cinco accesos y dos porches (uno exterior al norte y otro interior al sur).

El pórtico exterior, el del lado norte, tenía cinco entradas, seis columnas dóricas colocadas en grupos de tres, un entablamento simple, un friso con triglifos y metopas alternados y un frontón triangular. Detrás de las dos columnas dóricas centrales de este pórtico había seis columnas jónicas en dos filas que sostenían el profundo vestíbulo, cuyo techo estaba hecho de gigantescos bloques de mármol blanco. Por su parte, el pórtico sur conducía al patio interior del santuario, al que se podía acceder sin necesidad de escaleras. En la época romana posterior, la columnata exterior estaba cerrada por un muro que dejaba sólo una entrada en el centro. El muro fue sin duda una respuesta a algún peligro grave al que se enfrentó Eleusis, probablemente se enmarcó en la dotación defensiva al santuario durante la época de la invasión de los godos y los hérulos, lo que permite datar la muralla en tiempos del emperador Valeriano (253-260).

El tímpano del frontón triangular de la fachada norte estaba decorado en su centro con una base circular en el que se sitúa el busto de un emperador romano, cuyos rasgos faciales a lo largo de los siglos han ido desapareciendo, por lo que su identificación es difícil. Se cree que se trata de Marco Aurelio (que gobernó del 161 al 180 d. C.), como así sugiere el gigante representando en la correa del hombro que recuerda el triunfo del emperador contra la tribu germánica de los marcomanos en 172-173 d.C. Por otro lado, la gorgona representada en su pecho es un sutil recordatorio de que Marco Aurelio no es inferior a Zeus, quien aplastó a los Gigantes.

El Propileo Mayor sufrió graves daños y pérdidas de material a lo largo de los siglos, quedando en la actualidad sólo las bases de las columnas, incluso el muro transversal ha desaparecido casi por completo. Hoy también se puede apreciar, en la capa inferior, las cinco aberturas que van haciéndose cada vez más pequeñas desde el centro hacia los laterales. El umbral de la puerta más pequeña a la izquierda está visiblemente más desgastado que el resto, lo que indica que la mayoría de los visitantes ingresaban al santuario por esta entrada, que pudo haber sido la única que permanecía abierta a diario. El pavimento está marcado con cruces hechas por los primeros cristianos para exorcizar a los espíritus paganos que supuestamente rondaban por el edificio, al igual que hicieron con la gorgona del busto anteriormente comentado. De la parte interior de los propileos sólo queda en pie el primer tambor de la columna occidental.

En el lado este del Propileo Mayor, dentro del muro, se construyó una gran cisterna subterránea para asegurar agua suficiente en el santuario, de hecho, la gestión del agua fue una de las principales prioridades en la renovación del santuario en época romana. Consta de dos espacios subterráneos abovedados construidos con piedras y adobes cocidos al horno, revestidos interiormente con yeso impermeable para conseguir una absoluta impermeabilización. El primer espacio sirvió como decantador, donde se filtraba y purificaba el agua, mediante la sedimentación de impurezas, mientras que desde el segundo el líquido era bombeado. Para acceder a estos aljibes se construyó una estrecha escalera, en cuya entrada, situada en el compartimento superior de la construcción, hay restos de revestimientos de mármol que denotan el carácter exuberante de la estructura.

La otra zona del Propileo Mayor, la oeste, acoge los restos de construcciones utilizadas por el personal del santuario, entre ellos el identificado como Casa de los Ceryces (Heraldos). La construcción data de la época romana y era el lugar donde los miembros de la sagrada familia de los Ceryces realizaban sesiones y rituales. Esta es la segunda gran familia sacerdotal de la que procedía el Portador de la Antorcha, un sacerdote que ocupaba el segundo lugar en rango sólo detrás del sacerdote de los Misterios de Eleusis, el Hierofante, que procedía de la familia sacerdotal de los Eumolpidae. Durante las excavaciones se encontraron restos de un mural pictórico con animales y Zeus sosteniendo una Niké, una pila de libaciones y un pequeño altar. Antes de entrar en el Propileo Menor, en su lado oeste se sitúan unos siloi o silos, donde se almacenaban la primera cosecha de grano que todas las ciudades antiguas ofrecían a Deméter. Los silos que aquí se encuentran datan del período de Pisístrato (siglo VI a. C.). También se conservan los cimientos de los grandes y alargados siroi de la época romana.

Nos encontramos ya en el Propileo Menor, el cual fue construido a principios de la época romana por, según una inscripción en latín en su arquitrabe, Apio Claudio Pulcro en el año 54 a.C. En aquella época la tendencia general era de grandeza arquitectónica y ornamental de los edificios públicos, es por ello que se construyó en el lugar donde se encontraba la puerta norte construido en los años del tirano Pisístrato (siglo VI a. C.). Posteriormente se construyeron los Propileos Mayores como entrada principal, quedando el menor como puerta de entrada interior al santuario.

El Propileo Menor se construyó con mármol pentélico sobre cimientos de hormigón armado romano, revestido de piedra. La puerta estaba colocada simétricamente en frente de un espacioso patio que estaba cerrado por todos sus lados, excepto por el norte, donde había un muro. El Propileo Menor constaba de dos pórticos con columnas, uno exterior al norte y otro interior hacia el Telesterion. Ambos estaban separados por un muro transversal con doble puerta que se abría al pórtico interior, como se puede apreciar en las marcas semicirculares del suelo de losas. Otros dos surcos conservados, rectos y paralelos entre sí, probablemente permitían escurrir el agua de lluvia.

El pórtico exterior tenía un frontón sostenido por dos pilastras y dos columnas corintias (actualmente expuestas en el patio del museo) que tenían una elaborada decoración de animales alados (leones y toros). La puerta tenía un arquitrabe jónico y un friso dórico decorado con los símbolos del culto a Deméter: cistas, gavillas de trigo, rosetas y bucráneo (ornamento con forma de osamenta de la cabeza de un buey). Por su parte el pórtico interior estaba dispuesto de manera diferente: su techo plano estaba sostenido por dos cariátides de mármol pentélico: una está expuesta en el museo Arqueológico de Eleusis y la otra fue robada por el viajero inglés Edward Clark y transportada a Cambridge en 1812, donde aún se encuentra hoy. Estas cariátides representan doncellas que llevan sobre su cabeza la cista mística decorada con símbolos tallados en relieve del culto a Deméter. La cista era el recipiente cilíndrico en el que se guardaban y transportaban los objetos sagrados del culto.

Al oeste del Propileo Menor, al pie noreste de la colina de la Acrópolis, podemos ver el Plutonion que consta de dos cuevas poco profundas en la roca y los cimientos de un templo del dios Plutón de unos 5,12 por 6,80 metros, que probablemente constituían el núcleo del culto principal. Plutón o Hades era el dios que se identificaba con el inframundo y la muerte, conceptos muy diferentes a los actuales, ya que los antiguos griegos consideraban el inframundo como algo más que un lugar donde iban las personas fallecidas malas, más bien era una tierra donde todas las personas llegaban tras fallecer. Por lo tanto, Hades era para la gente de la época uno de los dioses responsables de la vida después de la muerte y las cuevas una puerta al inframundo. Aquí probablemente los participantes de los misterios eleusinos representan el mito de la abducción de Perséfone para ganarse el favor de Hades.

El templo, datado en el siglo IV a.C., reemplazó a uno anterior del siglo VI a.C. que era más pequeño, concretamente tenía unas dimensiones de 3,40 por 4,70 metros, algunos de cuyos restos se incorporaron al nuevo edificio. Durante las excavaciones del siglo XIX, los arqueólogos concluyeron que la posición de las cuevas jugó un papel clave en la construcción del templo. En el siglo IV a.C. el área del Plutonion se delimitó por un recinto triangular construido en el sistema de aparejo isódomo de bloques, con un pequeño pórtico en su extremo sureste. En la pared norte de la cueva más pequeña se puede ver una abertura, en cuyo lado exterior se conserva una escalera de seis escalones excavada en la roca que conduce fuera del recinto a una zona más baja, donde hay una apertura profunda parecida a un pozo.

En el interior del recinto del Plutonion había un pozo circular profundo que probablemente estaba asociado con los rituales de culto. Por su parte, no está claro cómo se utilizaron las cuevas y que ritual estaba asociado a ellas, aunque según el mito aquí era el lugar exacto donde apareció el señor del inframundo Hades, y secuestró a la bella hija de Deméter, Perséfone, por lo que podría haber servido como escenario adecuado para la representación del drama sagrado del regreso anual de Perséfone del Hades. Este mito está relacionado con la fructificación de la tierra después de la siembra de la semilla, que fue considerada por los creyentes como un regalo de Deméter a la raza humana.

Desde el Propileo Menor arranca el Camino Procesional que constituye la continuación natural del Camino Sagrado, pero ya dentro del recinto del santuario, que seguían los participantes de los Misterios de Eleusis para llegar a su parada final el templo principal de Deméter, el Telesterion, para lo cual se curva a lo largo de la pendiente rocosa. Durante la época romana este camino se pavimentó con losas de mármol, lo que le dio un carácter más oficial y ceremonial a la procesión que provenía desde Atenas, aunque hoy sólo se conserva unas pocas de ellas. Esa falta de enlosada permite al visitante ver el lecho del camino, formando por cal y pequeñas piedras, lo que da una idea de la tecnología constructiva utilizada en época romana para tal menester.

A ambos lados del Camino Procesional había pedestales sobre los que se alzaban estatuas y otras dedicatorias, algunos de los cuales aún se pueden ver en el sitio, así como numerosas paradas, como el ya visto Plutonion. Siguiendo recto se aprecia una plataforma escalonada excavada en la ladera este de la roca (exedra) del siglo IV a.C. Aquí quizás los fieles presenciaban algunas “escenificaciones” de las representaciones sagradas durante la celebración de los Misterios. En una terraza rectangular al sur de la exedra se conservan los cimientos de un edificio que ha sido identificado como el templo de Hécate. Más al sur, en el lado derecho del Camino Procesional, una gran roca con una cavidad de 53 centímetros de profundidad probablemente servía como una especie de “caja de ofrendas” donde los fieles depositaban las donaciones monetarias.

Delante de aquella exedra, podemos apreciar un abultamiento en el terreno sobresaliente de la superficie, el cual ha sido identificada como la Agelastos Petra, es decir la piedra donde Deméter se sentó a descansar cuando llegó a Eleusis. Por otro lado, un sendero a la izquierda del Camino Procesional, lleva hasta el Partenion o Pozo de las Doncellas, donde, según el mito, se encontraba el primer pozo sagrado donde Deméter bebió agua durante aquel descanso. Cuando el Santuario se amplió hacia el norte en el período Arcaico, las celebraciones de culto que tenían lugar aquí se trasladaron al ya visto pozo Kallichoron, situado cerca de la nueva entrada del Santuario.

En esta zona, hacia el este, se encuentran los restos de las fortificaciones y ampliaciones de época de Pisístrato, de finales del siglo VI a.C., cuando el santuario fue fortificado siguiendo en determinados tramos de su recorrido la muralla anterior que limitaba solamente la zona este. Por ello, la ampliación constituyó extender el muro para abarcar tanto el noroeste como el sureste del santuario. La importancia de este muro, protegido por una estructura, está en que es uno de los pocos ejemplos conservados de estructuras defensivas hechas con adobe, aunque su parte inferior, aproximadamente 1,2 metros desde el suelo, fue construida con un sistema poligonal de mampostería de grandes piedras calizas grises de Eleusis. Le sigue la parte hecha con ladrillos cuadrados fabricados de barro y paja y secados al sol. Finalmente, la parte superior estaba constituida por un corredor por el que patrullaban las tropas. Cada ciertos metros la muralla estaba reforzada por altas torres sólidas, realizadas con el mismo sistema constructivo.

En la primera mitad del siglo V a.C., en tiempos de Cimón, las fortificaciones existentes se ampliaron hacia el noreste, por lo que el sistema defensivo de Pisístrato funcionó como muralla transversal, sin embargo, hacia el sureste siguió siendo la muralla exterior del santuario. En el siglo V a.C. se construyó el muro de Pericles del santuario (hecho con bloques de piedra caliza y que actualmente se conservan 4 metros de ancho) que se extendió hacia el este y el sur, más allá del contorno del recinto de Pisístrato. Este último tenía una puerta de entrada que se situaba en el eje del Camino Procesional, a la altura de Plutonion. Esta puerta exterior se mantuvo en uso hasta la época romana, concretamente hasta el 40 a.C., cuando fue cubierta por la construcción del Propileo Menor.

Volvemos al Camino Procesional y junto al Telesterion, en su lado norte, vemos una terraza de 14,10 por 11,20 metros, hecha artificialmente en la roca para acoger la construcción del llamado templo de Sabina, la esposa del emperador Adriano, según la teoría más extendida. Debido al desnivel entre aquella terraza y el Camino Procesional se construyó una escalera de diez escalones que se extendía por toda la entrada. El templo tenía un pórtico poco profundo de cuatro columnas y una cella casi cuadrada. El frontón de la fachada estaba decorado con una decoración esculpida del rapto de Perséfone y que copiaba, en escala menor, algunas de las figuras del frontón oeste del Partenón. Parte de las esculturas conservadas, conocidas como “partenónicas”, se exponen hoy en el Museo Arqueológico de Eleusis.

Y ahora sí, llegamos al Telesterion, el edificio más imponente, sagrado e importante del santuario, ya que aquí se llevaban a cabo los rituales de los Misterios de Eleusis. Este templo fue evolucionando a lo largo de los siglos, aunque siempre en el mismo lugar por su santidad, ya que, según el mito, este era el sitio indicado por la diosa Deméter. Así, el primer Telesterion fue construido en el período micénico, conocido como Megaron B, cuando el edificio tenía forma rectangular con dos columnas en el eje central y un pórtico con escaleras en la fachada.

Posteriormente se convirtió en espacio en el que se recreaban los acontecimientos dedicados a Deméter y Perséfone y se iniciaban a los peregrinos en los Misterios. Después, a principios del siglo VI a.C. se construyó el Telesterion de Solonia que incluía una cella rectangular. El continuo crecimiento de la reputación del santuario y el consiguiente aumento de seguidores, hizo necesaria, en la segunda mitad del siglo VI a.C., la construcción de un nuevo edificio de grandes dimensiones y cuidada decoración (características conservadas en sus siguientes fases, en la época clásica y romana), conocido como el Telesterion de Pisístrato.

Los restos del edificio que vemos en la actualidad son de la época clásica del siglo V a.C. y modificaciones romanas del siglo II d. C., así como el Pórtico de Filón (siglo IV a. C.) El Telesterion clásico fue proyectado por el arquitecto del Partenón, Ictinos. Aparentemente su proyecto finalmente no se ejecutó en gran medida, debido a dificultades de construcción y a la muerte de Pericles. Después la edificación fue capitaneada sucesivamente, y hasta que fue terminada, por tres jóvenes arquitectos: Coroibos, Metagenes y Jenocles. El templo estaba constituido por una sala casi cuadrada de unos 51,50 metros de lado, con un par de entradas en el lado norte, sur y este, éste último contaba con un pórtico con doce columnas dóricas.

Su interior tenía, a lo largo de sus cuatro lados, ocho hileras de escalones, unos excavados en la roca y otros construidos artificialmente con bloques de piedras, que servían como asientos donde los iniciados asistían a los actos sagrados. Todo el techo del templo estaba sostenido por cuarenta y dos columnas, en el centro del cual se abría el “opaion”, un tragaluz que aportaba iluminación al interior. Más o menos en el centro de esta sala se situaba una edificación rectangular de pequeñas dimensiones conocida como Anactoron (Lugar Santísimo), en el que se guardaban los objetos sagrados de culto, al cual sólo podía entrar el sumo sacerdote, el Hierofante, cuyo trono estaba situado junto a la entrada. El Hierofante también era el encargado de, en la noche de los Misterios, sacar los “objetos sagrados” para revelarlos a los iniciados. Por otra parte, a lo largo de los lados este, norte y sur se extendía el Tribunal Sagrado, donde los fieles se reunían, y donde se levantaron altares y monumentos conmemorativos, además de realizarse otros ritos sagrados.

De nuevo en el exterior, y adosada a la fachada este, discurre la stoa o pórtico de Filón, cuya planificación corrió a cargo del arquitecto eleusino Filón, de quien tomó el nombre. Era de orden dórico con doce columnas de mármol pentélico en la fachada y dos en los lados estrechos, de las que sólo se conservan partes de los tambores inferiores, mientras que su suelo estaba pavimentado con piedra caliza gris de Eleusis, al igual que las paredes del Telesterion.

En el año 170 d. C., el Telesterion fue incendiado por los Cotsoboci, invasores de origen norteño. En su reconstrucción, en los años del emperador Marco Aurelio (121-180 d.C.), se mantuvo la planta de la época clásica, con la salvedad de que se extendió unos dos metros al norte. En época romana también se excavaron en la roca dos escaleras, que partían desde el patio sur del santuario, que conducían a una terraza alargada, de 70 metros de largo y 11,45 de ancho, creada a partir de la nivelación de la roca por el lado oeste. Desde esta zona llana y abierta los fieles contemplaban otros rituales del Misterio.

En esta parte, ya en la colina, comienza la antigua acrópolis. Aquí se encuentra el Museo Arqueológico de Eleusis, tras cuya visita podemos ver una buena panorámica de todo el recinto arqueológico. También en esta zona se encuentra, en el extremo norte del patio superior, y a 4,10 metros por encima de aquella que eran vencidos por una monumental escalera, los restos de un templo que fue erigido, muy probablemente, en tiempos de Marco Aurelio (161-180 d.C.), en honor (según la teoría más extendida) a la esposa de Antonino Pío, Faustina la Mayor, quien, tras su muerte en el año 140 d.C. en Roma, fue deificada y venerada como la “Nueva Deméter”. El edificio tenía una fachada porticada compuesta por seis columnas entre pilastras. Su interior contaba con una cella de pequeñas dimensiones (18 por 12 metros) revestida de mármol y con suelo cubierto con grandes losas cuadradas y con un techo con una cúpula de 2,50 metros de diámetro.

Justo al lado, al este del templo de Faustina, se encuentra la iglesia posbizantina de la Presentación de la Virgen María, visible desde prácticamente todo el recinto arqueológico. Fue construida sobre las ruinas de una iglesia más antigua, muy probablemente una de las tres basílicas paleocristianas de Eleusis, de la cual sólo quedan restos arquitectónicos visibles en el lado este. Los lugareños la llaman comúnmente como Panagia Mesosporitissa, ya que se celebra el 21 de noviembre, época del año en la que se produce la mitad de la siembra. En ese día los fieles se reúnen en la iglesia y siguen un ritual específico que consiste en hervir diversos cereales, legumbres, y otros cereales para que la Santa Madre los bendiga y asegurar así una buena cosecha. Después todos se reúnen, comen y se desean unos a otros unos buenos frutos. Esta tradición es sin duda un recuerdo de la antigua diosa Deméter, deidad patrona de los productos agrícolas, reflejada en la figura de la Virgen María.

La iglesia posbizantina pertenece al tipo de basílica de una sola nave con bóveda de cañón, construida con mampostería de mampostería. El interior está decorado con pinturas murales que datan del siglo XVIII, mientras que el presbiterio conserva murales posteriores y un arquitrabe de madera. Al oeste de la iglesia se levanta un campanario de dos plantas que posee forma de torre, construido posteriormente con materiales procedentes de los antiguos edificios de Eleusis y aparentemente se levantó por la necesidad de anunciar a la gente los eventos sociales que tenían lugar en el pueblo. La primera referencia escrita conocida de la iglesia está fechada en el año 1794, mientras que el campanario aparece representado por primera vez en fotografías tomadas en la década de 1860.

Volvemos a descender la colina para recorrer la parte baja del yacimiento, comenzando con el Bouleuterion, situado en la esquina sureste de la muralla de Licurgo. Se trató de un edificio rectangular construido en el siglo IV a.C. en el que probablemente se reunió el Sacro Senado. Su interior constaba de tres cámaras, la del medio de las cuales era semicircular en su parte trasera. En la fachada había estelas votivas en honor a personas que habían ofrecido sus servicios al santuario. En la época romana, este edificio fue sustituido por un pórtico, del que hoy es visible la plataforma de las columnas. A un segundo edificio, del mismo período o posterior, pertenecen los restos de dos semicírculos concéntricos sobre la cámara central y occidental del Bouleuterion, construidos en el siglo IV a.C.: el interior era escalonado, mientras que el exterior tenía una fachada con dos pilastras flanqueando cinco columnas en el centro. Junto a este edificio se encuentra una gran balsa perteneciente al sistema de cisternas y fuentes de época romana.

Desde aquí se puede cruzar la Puerta Sur que comunicaba con el camino que venía del puerto; el acceso anterior se encontraba un poco más hacia el oeste, en el muro de Pisístrato. La Puerta Sur que vemos estaba protegida por una gran torre cuadrada, formando parte del brazo sur del recinto fortificado de Licurgo, uno de los monumentos mejor conservados del recinto, al haber llegado hasta nuestros días con la casi totalidad de su altura original. La puerta estuvo en uso hasta que el santuario dejó de funcionar. En época romana se elevó su umbral por encima del nivel anterior del siglo IV a.C., además se estrechó su abertura y en su interior se construyó una especie de corredor. En la actualidad podemos ver dos de aquellos escalones que están superpuestos a la parte primigenia de la puerta.

La muralla sur que vemos pertenece a la ampliación del santuario hacia el siglo IV a.C. y, aunque se conoce como Fortificación de Licurgo, investigadores modernos han concluido que data de entre los años 370 y 360 a.C., años antes de la existencia de aquel orador. La muralla tenía un espesor medio de unos 2,55 metros, además de dos torres: una circular en el sureste y otra cuadrada, vista anteriormente, que protegía la Puerta Sur. La muralla fue construida con el llamado sistema de aparejo isódomo, imitando la anterior Fortificación de Pericles, mediante bloques de piedra caliza eleusina de color gris azulado en la parte inferior y bloques de piedra caliza de poros (Peloponeso) de color amarillo rojizo en la zona superior. Esta elaboración constructiva de la piedra que producen tonalidades cromáticas, así como el efecto de bicromía de las rocas, demuestran que los griegos clásicos no estaban interesados sólo en la funcionalidad del edificio, sino también en su calidad estética.

En frente de la muralla, y tras traspasar la Puerta Sur, vemos los restos de la llamada Casa Sagrada, construida en el período Geométrico Tardío (finales del siglo VIII a.C.) sobre una terraza alineada de norte a sur. Contaba con tres salas en fila que se abrían a un largo pasillo con un patio pavimentado. A principios del siglo VI a.C., una pequeña sala cuadrada con un altar sustituyó a aquel edificio geométrico. En tiempos de Pisístrato (finales del siglo VI a. C.), este edificio fue destruido y se levantó allí un muro con una espectacular mampostería poligonal que rodeó las ruinas, a la vez que se erigió sobre las ruinas de la Casa Sagrada un pequeño templo de poros. Los fragmentos de jarrones de figuras negras y estatuillas de arcilla y una gran cantidad de ceniza proveniente del fuego y los sacrificios evidencian su uso para el culto. Existen dos hipótesis sobre su función: una señala que estaba dedicada al culto de un héroe que vivió allí (idea reforzada por el descubrimiento de una tumba al este de la casa en 1932) y la otra es que era la vivienda de la sacerdotisa (de la familia Eumolpidae) que personificaba a las diosas en la revelación de los Misterios, ocupando el cargo de por vida. Aquí se encontró la estatua de la Doncella que huye, expuesta en el Museo.

Casi tocando el recinto poligonal de la Casa Sagrada se conservan restos de un mitreo construido en la época de los emperadores romanos. Aquí era donde se reunían los seguidores del dios de origen indoiraní Mitra, la deidad principal de un culto místico que floreció en los siglos III y II a.C., ganando numerosos fieles entre los soldados de las legiones romanas que lo difundieron por toda Europa a medida que avanzaban en el curso de las guerras. El edificio constaba de una habitación rectangular con un pórtico dórico de mármol frente a la puerta principal que era de época clásica, el cual originalmente estaba en la Puerta Norte del sistema defensivo de Pisístrato pero, al ser demolido a mediados del siglo I a.C., se guardó y posteriormente se reutilizó en este mitreo, probablemente a finales del siglo I d.C. Cerca se encuentran los cimientos de un gran edificio rectangular con peristilo, patio central, habitaciones laterales y un pequeño porche en el frente, identificado como el gimnasio de época romana. Si ahora andamos hacia el noreste, veremos los restos de las cisternas romanas que suministraban agua a las fuentes y baños cercanos.

El complejo de aljibes consta de cuatro salas rectangulares construidas con piedras sin esculpir, reforzadas con adobes cocidos. En el lado este se han construido contrafuertes para reforzar los muros contra las presiones hidrostáticas. Junto a los aljibes se conserva un conjunto de fuentes que eran abastecidos de agua por esos aljibes. El complejo de fuentes, utilizadas por miles de peregrinos, consta de seis compartimentos de mampostería similar a la de las cisternas. En el lado este se ha conservados restos de los contrafuertes que se en la actualidad se levantan un poco por encima del nivel del suelo. Las estructuras comentadas pertenecen muy probablemente a la época del emperador Adriano (117-138 d.C.), y que, junto con el gran aljibe romano subterráneo situado en el lado este de los Grandes Propileos, estaban enmarcadas en el programa de construcción de obras hidráulicas, para abastecer de agua al santuario.

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