PRINCIPADO DE MÓNACO
(PRINÇIPATU DE MÙNEGU)

EL DISTRITO DEL GLAMOUR, JUEGO, FAMA Y COCHES DE LUJO


Con su pequeñísima extensión, apenas unos 0,28 km², estamos ante uno de los distritos o barrios del Principado de Mónaco con más glamour. Fue creado en el año 1856 cuando el Príncipe Carlos III, de quien proviene el nombre del distrito, autorizó la creación en esta zona de un casino y un balneario para el tratamiento de diversas enfermedades. El objetivo era recaudar dinero para las maltrechas arcas de la familia reinante de la época, debido a la pérdida de territorios (anexionados por Francia) que proporcionaban grandes ingresos por sus cultivos de limón, naranja y aceite de oliva. Por ello, y en vista a que otras ciudades europeas estaban prosperando gracias a los establecimientos de juego, el Príncipe le otorgó la concesión a Napoleón Langlois y a Albert Aubert para tal fin.

En sus primeros años el casino no tuvo demasiado éxito y habría que esperar a la década de 1860 cuando llegó a Mónaco François Blanc, director de varios casinos de Francia y Alemania. Blanc desembolsó fuerte inversiones en este barrio, consiguiendo que el casino se convirtiera en todo un referente de la Costa Azul francesa. La parte más antigua del edificio del Casino de Montecarlo data de 1878, cuyo arquitecto fue el mismo que el de la Ópera de París, Chales Garnier. El Casino, con una decoración en estilo barroco, se fue ampliando sucesivamente, siendo la parte más reciente la terminada en 1910. Aunque hay una zona reservada para personalidades vips que pagan para acceder y cumplen un estricto protocolo en la vestimenta, existe una zona pública donde jugar a las tragaperras, la ruleta, etc.…

Así Montecarlo se ha convertido en un lugar de encuentro de millonarios, famosos y amantes del lujo, de hecho, eso es quizás lo que le da atractivo y lo que le convierte en un destino imprescindible para el turista: prueba de ello es la cantidad de personas, la mayoría apasionados de los coches de alta gama y deportivos, que se agolpan para ver desfilar por la puerta del Casino multitud de coches de lujo como Rolls Royce, Ferrari, Lamborghini o Bentley.

En el complejo del Casino se encuentra también la Ópera de Montecarlo, inaugurada en enero de 1879 y también diseñada por Charles Garnier por iniciativa de Marie Blanc, viuda del director del Casino. Delante del complejo se abre la Place du Casino en cuyo centro se sitúa una escultura ovalada a modo de espejo en el que se refleja todo el entorno titulada Sky Mirror, obra del artista británico de origen indio Anish Kapoor.

Al poco tiempo de la llegada de Blanc, se comienzan a construir numerosos edificios y palacetes alrededor del Casino y, a partir de la década de 1970, se levanta nuevos edificios y torres, tal fue el boom inmobiliario que Montecarlo cuenta actualmente con una ciudad dormitorio situado en Beausoleil, en territorio francés.

Alrededor de la plaza se distribuyen los edificios importantes del distrito, todos ellos fundados por François Blanc: el ya comentado Casino de Montecarlo, el Café de Paris (originalmente llamado Café Divan) y el Hôtel de Paris, a lo que hay que añadir la “alejada” Église Saint-Charles, mandada construir en la misma época que los edificios anteriores, por el Príncipe Carlos III en el mismo sitio donde se encontraba la antigua capilla de san Lorenzo. Centrémonos en el Café de Paris: fue inaugurado en el año 1868, aunque su edificio fue transformado en varias ocasiones durante la década de 1930 y renovado completamente en 1988 dándole el aspecto actual en estilo Belle Époque. Su interior alberga un café restaurante, un casino de más de trece mil metros cuadrado y una exhibición de coches de prestigio que abarca 340 m² en el salón Bellevue del primer piso.

Por su parte el Hôtel de Paris, también de estilo Belle Époque, fue inaugurado en 1864 por la Société des Bains de Mer, según planos del arquitecto francés Godinot de la Bretonnerie. Sus fachadas son obras del arquitecto Édouard-Jean Niermans, con frescos del pintor Paul Gervais, datando de entre 1909 y 1910. El edificio cuenta con un gran vestíbulo de entrada en la que se encuentra una estatua ecuestre del rey Luis XIV, cuyo caballo posee la rodilla derecha muy brillante, ya que se dice que quien la frota atraerá la suerte. Además de los tres restaurantes, posee los prestigiosos salones "Charles III", "Debussy" y "Berlioz", salón de belleza, boutiques, piscinas, sauna, etc.…

Entre sus 113 habitaciones destacan la suite Rainiero III y la Princesa Grace, ambas cuestan entre treinta mil y cuarenta y cinco mil euros la noche, lo que constituye en 25% de la facturación del hotel. Otro de los hoteles míticos de la zona es el cercano Hôtel de l’Hermitage, construido entre 1890 y 1896 por Jean Marquet también en estilo Belle Époque. Su principal característica, además de su hermosa fachada, es la cúpula del jardín de invierno que está firmada por Gustave Eiffel.

Pero además del lujo y glamour, Montecarlo es famoso también por albergar la mayor parte del Circuito de Mónaco en el que se celebra el mundialmente conocido Gran Premio de Fórmula 1 del Principado. Es fácil ver numerosas huellas de neumáticos en el asfalta. Por aquí han pasado figuras de la F1 como Fernando Alonso, Hamilton, los Fangio, Fittipaldi, Sena, Schumacher, y un largo etcétera…

Con sus escasos 3.337 metros, este circuito alberga 19 curvas, entre las que destaca algunas míticas y clásicas como la de Loews o Fairmont, llamada así por el hotel situado al lado, y que constituye la curva más lenta del Mundial ya que, al tener una horquilla cerrada de izquierdas de 180 grados de ángulo y preceder a una pronunciada pendiente descendente, los monoplazas tienen que pasar por ella a unos 50 km/h, lo que provoca atascos y algunos toques entre ellos, incluso es necesario que los equipos amplíen el ángulo de giro. Hay que añadir que al ser una vía por donde circulan diariamente coches particulares, el pavimento puede estar bacheado, lo que obliga a que el sistema de suspensión sea más blando y unos cinco milímetros más altos. Por tanto, los pilotos se encuentran con un punto del recorrido de extrema dificultad que deberán pasar 78 veces hasta completar los 260,286 kilómetros del Gran Premio.

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