Comenzamos nuestros recorrido por el espacio expositivo comenzando en los orígenes de este Regimiento, como ya hemos señalado, en la primera mitad del siglo XVII, para servir en Francia. En 1635 el cuerpo contaba ya con más de ocho mil soldados, incluidos muchos que habían luchado como mercenarios en la Green Brigade para el rey Gustavo Adolfo de Suecia. Todo el Regimiento fue considerado británico tras una Real Orden y así pasó a formar parte del ejército permanente. En un expositor vemos diferentes bocetos de uniformes y una armadura que portaban aquellos primeros soldados de los Royal Scots.
Los regimientos iniciales fueron llevados por caballeros nobles quienes recibían una paga por vestir y equipar a sus hombres, además de obtener el rango y salario de coronel. Se trataba, pues, de una categoría "comprada", sin experiencia ni formación para tal cargo, por eso no es de extrañar que algunos fueran niños o estuvieran lejos de sus regimientos durante meses. Los sargentos y los cabos fueron realmente quienes se ocuparon de dar entrenamiento y formación a los soldados.
El uniforme se hizo siguiente un patrón oficial, pero el coronel del regimiento podía decidir sobre algunos detalles. Los hombres pagaban gran parte de los trajes con una parte de su miserable sueldo. Se daba también la circunstancia de que los uniformes duraban poco debido a agentes como el clima, los humildes refugios y el duro ejercicio diario. Con tal panorama la ropa debía aprovecharse al máximo, no en vano los viejos abrigos se transformaban en chalecos, incluso a veces, después de una batalla se despojaban a los muertos de sus uniformes.
Curiosa es la historia del soldado McBain: fue en Malplaquet, en la actual Francia, donde su esposa, que había estado en cuarteles de invierno, decidió regresar a su hogar en Escocia. Ella le entregó al soldado su pequeño hijo mientras estaba en el desfile. McBain se vio en la tesitura de dónde dejar al bebé, decidiendo finalmente luchar en la batalla mientras llevaba consigo al niño en una mochila. La batalla de Malplaquet se libró en 11 de septiembre de 1709 en el marco de la Guerra de Sucesión Española.
Seguimos, en una vitrina vemos unos botones del Regimiento de entre 1742 y 1793, encontrados en Jamaica en 1948. En otra vitrina está representado el Asedio de San Sebastián, en España, en el que los Royal Scots encabezaron el ataque para destruir las fortificaciones. La defensa española era muy fuerte y el intento de asedio falló, por ello se organizó un segundo asalto en el que, de nuevo, el Batallón se puso en cabeza. Finalmente, los sucesivos ataques, con el apoyo de la artillería, hicieron que la ciudad cayera.
Otra historia curiosa pasó durante la batalla de Waterloo contra la División de Marcognet: los oficiales británicos que portaban la King's Colours (bandera británica) iban cayendo, por lo que ésta iba pasando de mano en mano según iban muriendo. El alférez Kennedy fue el siguiente en llevarla, pero también fue mortalmente herido. Un sargento intentó tomar la bandera en su turno como portador, pero no pudo apreciar que el joven estaba muerto aunque aún sostenía la insignia en su mano. Entonces el sargento tomó a Kennedy a hombros y llevó su cuerpo y la bandera hacia zona segura. Ante tal acto, un coronel francés impresionado dio la orden de que no se disparara hasta que el sargento estuviera a salvo.
Entramos ya en el período que va de 1763 a 1854. En ese intervalo ocurrieron hechos históricos, como en 1770 cuando el capitán James Cook descubrió Nueva Gales del Sur o en 1807 cuando se abolió la esclavitud en el Imperio Británico. Y hablando de banderas, en otro expositor podemos ver los restos de lo que queda del Colour del 1er Batallón, versión anterior a 1867. Junto a ella también vemos varias placas de chacó de oficiales y otra de cinturón con el emblema real. El chacó es un sombrero militar alto, cilíndrico y con visera. El que vemos aquí es del tipo "Albert", nombre que recibe de su supuesto diseñador, el príncipe Alberto.
Seguimos avanzando y vemos objetos tan curiosos como una cantimplora de madera del año 1861 o unos documentos relacionados con la concesión de la Legión Francesa del Honor al coronel RW Huey, quien comandó el 2º Batallón durante la Guerra de Crimea, entre 1855 a 1856.
O los objetos relacionados con la Guerra Sudafricana: dos proyectiles conocidos como "pom pom", una lata de tabaco de regalo y una caja de regalo de chocolate de parte de la reina Victoria para sus tropas que luchaban en Sudáfrica durante la Navidad de 1900.
Nos metemos de lleno en la I Guerra Mundial, una contienda que costó millones de vida y recursos. La batalla más larga y sangrienta de esta Gran Guerra fue la del Somme de 1916, de hecho es la más sangrienta de la historia del ejército británico. Muy gráfico resultan los números ya que, durante esa batalla, se saldaron 415.000 bajas británicas consiguiendo sólo un avance de poco más de 11 kilómetros (hubo 1.100 bajas a los tres días de que comenzara la batalla el 1 de julio). En Somme estuvieron involucrados el 15º, 16º y 17º de los diez batallones de la Royal Scots.
Nos detenemos ahora a conocer la historia del soldado McIver: durante las operaciones en la mañana del 23 de agosto de 1918, este soldado persiguió a un alemán alrededor de 140 metros. El enemigo se refugió en una trinchera que contenía varias ametralladoras. El soldado McIver, sin la menor consideración por su propia seguridad, saltó también a la trinchera, donde atacó con la bayoneta y disparó a unos seis soldados alemanes. El resto de ocupantes, unos 20 con dos ametralladores, se rindieron. Gracias a la heroica acción de este soldado, el 2º Batallón de la Royal Scots puso seguir hacia su objetivo.
La exposición permanente del museo incluye una importante colección de medallas, la cual es tan amplia que sólo podemos ver en el área expositiva una cuidada selección de ellas. El resto de medallas están conservadas en cajones que se pueden abrir y ver pero sólo tras solicitar la reserva previa al museo.
Los tambores eran esenciales para que la operación resultase exitosa ya que, según la melodía que se tocaba, mandaba un cierto mensaje a los soldados para que supieran qué hacer en el campo de batalla y en el mismo campamento. Su música, junto con la de los pífanos, marcaba el ritmo de la marcha. Después de la Guerra de Crimea, los pífanos fueron reemplazados por gaitas. En la batalla el tamborilero, que vestían de una forma más elaborada, se colocaba normalmente en el centro del regimiento. Perder los tambores durante la lucha, suponía que habían sido derrotados por el enemigo.
Los tambores están decorados con la heráldica del regimiento y la del Battle Honours. En la exposición vemos varios ejemplos de tambores de diferentes batallones. Uno de los que más nos llama la atención es un bombo del 7º Batallón, de 1905. Este instrumento aparece en una fotografía en la que se ve a la Pipe Band renovada tras el desastroso accidente de trenes cerca de Gretna Green, en la que fallecieron numerosos músicos. La nueva banda se conformó con los gaiteros de la aldea de Camelon, a las afueras de Falkirk, quienes habían entablado una estrecha amistad con el 7º Batallón que se encontraba entrenando antes de partir a la guerra en Galípoli.
Llegamos a la sección dedicada a la II Guerra Mundial. Nos llama la atención una reja de hierro que tiene historia: originalmente estaba situada fuera de una casa rural en la aldea de Le Paradis, ocupada por gaiteros y tamborileros que formaban la Defensa Platoon del 1er batallón. Éstos defendían el puesto final cercano a Dunkirk, donde había una posición en el que las fuerzas expedicionarias británicas podían regresar de nuevo a Gran Bretaña. Si nos fijamos veremos que la reja presenta varios orificios hechos por el impacto de las balas alemanas.
También vemos los mensajes recibidos por la compañía D 7/9 RS, en los que se anuncian la muerte de Hitler el día 1 de mayo de 1944, y el cese de hostilidades el 5 de mayo. Al lado se expone un casco británico en el que se observan daños de metralla y que perteneció al soldado McElrath, cuya fotografía se encuentra a la derecha.
Sobre el casco se encuentra un mapa de la zona de conflicto, entre 1913-1945, de la 52º División de Guerra (procedentes de las Tierras Bajas de Escocia). Alrededor vemos otros objetos en los que se pueden ver la esvástica nazi, como una bandera guardada como recuerdo y firmada por los soldados británicos de la mencionada 52º División.
Del otro bando también se expone otra bandera, en este caso es japonesa. La insignia fue regalada y firmada por los amigos del soldado, a quien pertenecía, en su partida hacia la guerra. Fue capturado en Birmania por miembros de la Compañía B 1RS. Sobre la bandera se sitúa una espada japonesa conseguida en Hong Kong por el comandante del 2º Batallón en 1945. Al lado vemos un dibujo coloreado realizado en 1943 por el cabo J. Blyth durante la campaña de Arakan, en Birmania.
Y es que las batallas acaecidas durante la II Guerra Mundial no sólo tuvieron como escenario a Europa, sino también otros lugares de Asia, donde los Scots se enfrentaron contra los japoneses. Por tanto ahora había que volver a instruir al soldado para hacer frente a un enemigo inanimado, la jungla, la cual oculta al sigiloso enemigo nipón. Los Royal Scots se enfrentaron a los japoneses en varios lugares, como el ataque que estos últimos hicieron contra Khima en un intento de abrirse camino por la fuerza hacia la India.
Entramos ya en la historia de este regimiento, una vez finalizada la II Guerra Mundial, a partir del 1945. Entre los objetos que se exponen llama la atención la camisa de un soldado del 4º Batallón en la que, mediante un cilindro fino, se representa la trayectoria de un disparo sobre la manga izquierda, durante los combates en Afganistán. Por fortuna el soldado usó debajo el Under Armour Armour Combat (UBAC), sufriendo sólo escozor y un hematoma rojizo.
La forma de hacer guerra ha evolucionado muchísimo, está muy lejos de las batallas del siglo XVII. La tecnología cada vez tiene más presencia y las armas de fuego cada vez son más precisas. A pesar de ello, los soldados siguen realizando el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. En medio del tiroteo, el soldado debe comportarse instintivamente, mostrando, tanto coraje físico al exponerse al peligro, como moral para poder hacer lo correcto por sus compañeros de armas. El museo intentará trasladarnos estas sensaciones mediante una representación a tamaño real de dos combatientes equipados.
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