ÁVILA

UNA CALLE LLENA DE HISTORIA Y DE PALACIOS


Esta calle comienza nada más atravesar la puerta de san Vicente de la muralla, adosada a la cual encontramos en primer lugar el palacio de Don Diego del Águila, aunque también es conocido como palacio de los Sofraga. Este imponente edificio del siglo XVI, aunque muy transformado en el siglo XIX, tenía como función primigenia defender la puerta de san Vicente, así como un gran tramo de la vertiente norte y el muro oriental hasta llegar al Torreón o Cubo de la Mula. Esta casa señorial fue ocupada posteriormente por las monjas clarisas mientras terminaban las obras del convento de las Gordillas.

En la misma calle se encuentra, a continuación, la casa de los Verdugo o casa de Suero del Águila construida en los primeros años del siglo XVI como residencia de don Suero del Águila y de su esposa doña Magdalena de Velasco. A groso modo, su apariencia de fortaleza presenta un estilo tardo gótico de cierto aire medieval. Pero es de especial importancia la decoración de su portada, con el cordón de san Francisco, y de la ventana principal, con ornamentación grutesca, ya que indica el despunte del estilo plateresco en la ciudad. Junto a la puerta se encuentra la escultura de granito de un verraco de origen celta, ya que hubo uno de ellos en cada una de las dos torres que enmarcan el palacio. En el interior del edificio destaca el patio, desde donde se articulan las demás dependencias, y el artesonado de la escalera. Actualmente es la sede de los lugares Patrimonio de la Humanidad en España.

Un poquito más abajo encontramos la casa de los Águila, mandada construir de granito abulense en el siglo XVI por don Miguel del Águila. Su fachada, en la que destaca una portada entre columnas sobre la que se abre un balcón con un escudo en la zona superior central, fue realizada por Juancho de Mondigana. El edificio ha vivido varias vicisitudes, hasta que fue donado al Estado Español en 1983 por su última propietaria, la duquesa de Valencia, María Luisa Narváez, quien puso como condición que se convirtiera en un museo. Finalmente, los deseos de la duquesa se hicieron realidad, puesto que el interior del palacio aloja el Museo de Ávila, junto a un edificio de nueva planta con forma de zigzag, que alberga el Pabellón Prado, una dependencia del Museo del Prado de Madrid. Ambos edificios se unen, con un contacto mínimo, mediante un nuevo pabellón que sirve de transición entre lo histórico y lo contemporáneo, permitiendo la comunicación del público entre ambos sin circular por el exterior.

La calle desemboca en la plaza Mosén Rubí, donde se encuentra el conjunto formado por la antigua hospedería del hospital de la Anunciación (actualmente convento de las dominicas) y la capilla tardo gótica de Mosén Rubí de Bracamonte, ambos edificios fueron mandados levantar por dos familias importantes de Ávila, los Bracamonte y los Herrera, en el siglo XVI. En un principio la iglesia se construyó para ser un panteón familiar, pero finalmente se tornó en colegiata. En 1565 sufrió un incendio y fue reconstruida por la duquesa de Alba, por ello la iglesia presenta dos tipos de arquitectura marcadas por el antes y después el incendio: una gótica en la cabecera y otra renacentista en el cuerpo del templo.

En 1872 la hospedería pasó a ser un convento de dominicas, suprimiéndose el hospital y creándose un colegio. La arquitectura de ambos edificios refleja la convivencia del último gótico y el renacimiento. De la hospedería destaca su portada con vano adintelado flanqueado por columnas jónicas, encima del cual, en un nicho flaqueado por columnas se encuentra el relieve de la Anunciación, obra atribuida a Pedro de Salamanca.

Desde el siglo XIX estudiosos y miembros de la masonería, entre otros autores, aseguran que este templo está lleno de referencias esotéricas vinculadas a la logia masónica. Si esta afirmación fuera cierta, demostraría que los masones ya estaban activos en nuestro país en el siglo XVI, dos siglos antes del surgimiento de la llamada masonería en Inglaterra. Aunque hay que señalar que hay otros autores que opinan lo contrario, con lo que la polémica y el misterio están servidos.

Si seguimos la calle Bracamonte en dirección a la puerta del Mariscal, llegamos a la plaza Fuente el Sol, donde se encuentra el palacio de Bracamonte, construido sobre una antigua casa medieval en el siglo XVI por los descendientes de Álvaro Dávila y Juana de Bracamonte. Debido a su abandono y posterior restauración en el siglo XX, hizo que se perdieran muchos elementos originales, aun así, se conserva su patio original renacentista, decorado con los escudos de las principales familias de Ávila, que constituye todo un documento gráfico que demuestra las estrechas relaciones entre los diferentes linajes de la ciudad. Actualmente el edificio acoge el servicio territorial de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León.

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