CARTAGENA

Y ASCENSOR PANORÁMICO


El castillo de la Concepción se sitúa en lo alto de la colina del mismo nombre, una de las cinco míticas que rodean la ciudad. Para ascender los 45 metros que la separa de la calle Gisbert tenemos dos opciones, una es la de subir a pie por las escaleras y otra, mucho más práctica, es la de tomar el ascensor panorámico. Pero centrémonos primero en la Calle Gisbert: en un principio este tajo no existía, la colina comunicaba de forma natural con el mar, pero en el año 1878 se crea una brecha sobre la colina de la Concepción (según proyecto del arquitecto Carlos Mancha), llevándose consigo incluso parte del antiteatro que se encuentra bajo la actual plaza de toros, para alinear y unir el eje Caridad-Puerto. Así la calle recibe este nombre en honor a Lope Gisbert, político clave para la realización de este proyecto.

Durante las obras de apertura de esta calle se han encontrado gran cantidad de restos arqueológicos, no en vano, ésta era una zona muy densamente poblada en época romana. Años después de abrirse y como curiosidad, esta calle fue tristemente famosa por casos de suicidios, algunas personas se lanzaban al vacío desde la cima de la colina, haciéndose popular el dicho de "tirarse por la calle Gisbert".

La idea de construir este ascensor panorámico hay que buscarla en el año 2001 cuando se cae en la cuenta de la necesidad de conectar la calle Gisbert con la zona del castillo. Para ello y bajo el proyecto de Cartagena Puerto de Culturas, se realizaron estudios geotécnicos necesarios para comprobar la resistencia de la colina. Durante las obras se descubren unos túneles que resultaron ser los refugios de la Guerra Civil, de los que hablaremos más adelante. De esta forma se proyecta el actual ascensor para dar acceso a los refugios y oficinas administrativas, y salvar el desnivel existente hasta la época.

Este elevador, de forma cilíndrica, nos facilitará la subida hasta la cima, además conforme vamos ascendiendo, vamos disfrutando de la panorámica que nos ofrece la ciudad. Una vez en la cima, desde la pasarela que une el propio ascensor con el monte, volvemos a tener imágenes panorámicas de la ciudad.

Quizás sea desde aquí donde mejor se pueda apreciar los restos del anfiteatro situado debajo de la plaza de toros. Si nos fijamos podemos ver algunos contrafuertes, bóvedas y paredes originales de ese edificio romano, hay que saber que la plaza de toros ocuparía aproximadamente la zona de la arena del antiguo anfiteatro, con lo que el edificio romano es más grande que la actual plaza de toros. Tenía capacidad para 10.000 personas y es, además, uno de los más antiguos de la Hispania romana.

Después de cruzar la pasarela entramos directamente al parque Torres (en honor a Alfonso Torres, importante alcalde de la época). Fue creado a comienzos del siglo XX tras el derribo de las viviendas que se situaban en este cerro y cuenta con un mirador, auditorio y un restaurante. Aquí vemos, aparte de pavos reales paseando tranquilamente, restos arqueológicos como la conocida como Linterna, antiguo faro árabe del siglo IX que posteriormente fue utilizado como torre vigía, formando parte del sistema defensivos contra las invasiones berberiscas.

Llegamos ya a la entrada del castillo de la Concepción que acoge actualmente el Centro de Interpretación de la Historia de Cartagena, por lo que creemos que es el mejor punto de partida para conocer la ciudad porque a través de su recorrido iremos adquiriendo una visión general de la historia de Cartagena: su etapa de auge y decadencia, el emplazamiento, características urbanas, patrimonio cultural, hombres ilustres y fiestas y tradiciones. Antes de penetrar en el monumento en sí, encontramos el busto del general cartaginés Asdrúbal, junto a una placa donde se menciona que él fundó esta urbe.

El origen de la fortaleza actual es de época romana, se piensa que aquí se levantaba un templo dedicado al dios de la medicina Esculapio (el santuario más importante de este dios está en Epidauro). Después llegaría los musulmanes que construirían encima una fortaleza en el siglo XII o XIII. Tras la conquista de Cartagena por Alfonso X el Sabio en 1245, éste mandó construir la torre del homenaje reutilizando el recinto islámico y empleando materiales de las ruinas romanas: pilastras, columnas e inscripciones, como la gran lápida de Lucio Emilio Recto que sirve de dintel a la entrada de la torre.

Desde el patio de Armas vemos una bonita estampa de la torre del homenaje que según algunos estudiosos tenía antaño el doble de altura que en la actualidad puesto que le faltaría una segunda planta completa. Por ello se piensa que este torreón en su época tendría una apariencia muy similar a la torre alfonsina del castillo de la cercana Lorca.

Antes de entrar en dicha torre nos aproximamos a la zona del Adarve donde vemos el muro exterior del torreón, diferentes elementos que componían las ménsulas de las antiguas bóvedas y una maqueta de cómo era la alcazaba musulmana.

En un lateral accedemos a los perfectamente conservados aljibes cuya función era la de almacenar el agua de lluvia, de vital importancia en caso de ser sometido a un asedio. Está compuestos de una bóveda de medio cañón, con una iluminación que nos recuerda que donde estamos ahora antes había agua. Se piensa que pueden ser de época romana, quizás eran parte del desaparecido templo de Esculapio. Como curiosidad fueron utilizados en el siglo XIX como prisión militar durante la revolución Cantonal de Cartagena. Actualmente en ellos se proyecta un audiovisual que muestra la evolución del castillo con el paso de los siglos.

Una vez en el interior de la torre del homenaje, tenemos la posibilidad de ver un pequeño film sobre el devenir histórico de la ciudad, desde su fundación en el año 229 a.C. hasta la actualidad, pasando por la época romana, por el siglo XVIII y por la época modernista. Esto se complementa con técnicas audiovisuales de última generación, mediante proyecciones de diaporamas. Existe la posibilidad de hacer el recorrido con un guía, para ello infórmate en la recepción del monumento del horario en que se realiza.

Seguidamente subimos por unas rampas hasta la terraza donde las vistas de la ciudad son increíbles. Desde aquí podemos ver claramente dónde estaba la laguna salada, debido a que esta zona edificada está algo más hundida que el resto de la ciudad; también vemos las otras 4 colinas que cerraban la Cartagena antigua; el antiguo mar de Mandarache (la actual Arsenal) y detalles de la costa.

Si seguimos bordeando el horizonte del mar vemos los faros de Navidad (el rojo) y la Curra (el verde). En el otro extremo de la terraza vemos, en la Universidad Politécnica de Cartagena, un avión C-101 que ha estado en activo durante más de treinta años y que ha prestado un servicio de 4.498 horas de vuelo en la Academia General del Aire. Se inauguró en septiembre de 2011 y ya popularmente se le conoce como el avión "Culo Pollo". En definitiva, desde aquí tendremos una panorámica de 360º de Cartagena.

Volvemos sobre nuestros pasos, nos disponemos a visitar la zona de las troneras situadas cerca de la recepción. Lo primero que nos encontramos es una exposición de la Cartagena islámica, puerto de Al-Andalus, donde podremos ver piezas de esa época, además de paneles informativos e interactivos.

Seguidamente nos adentramos en las troneras en sí a través de unas cómodas rampas acristaladas. Se tratan de estancias construidas en la ampliación del siglo XVII. Nada más descender la rampa encontramos junto a la puerta de entrada los restos de lo que fue una cocina, con señales del humo del fuego. También vemos en las aspilleras (o saetera o troneras) los restos de las vigas de maderas incrustadas en la pared que sostenían las pasarelas por donde los soldados pasaban para utilizar su armamento en caso de necesidad.

En las diferentes salas contiguas de las troneras completaremos mejor la historia del castillo gracias a los diferentes paneles informativos y a las piezas que se exponen en vitrinas, como restos de cerámicas, el baúl donde se custodiaban documentos importantes en el siglo XIX o la copia de un códice donde se señalan los privilegios otorgados a la ciudad de Cartagena.

Estas habitaciones y la sala de la tienda están unidas por un pasillo cuya curiosidad recalcable es que fue utilizada durante la Guerra Civil Española. Al estar las troneras enterradas, se hizo un agujero en el techo por donde se accedía a este túnel que estaba libre de tierra y podían utilizarlo como refugio, lugar seguro ante las bombas. Es curioso ver el contraste entre las paredes construidas hace siglos y el hormigón utilizado para revestirlos durante la guerra, como medida adicional de seguridad.

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