CARTAGENA

INTERESANTE RECORRIDO POR LA HISTORIA DEL TEATRO


Este teatro, situado en la ladera occidental del monte de la Concepción, es uno de los hallazgos arqueológicos recientes más sorprendentes del Mediterráneo. Su recuperación, realizada desde el año 1988 y la construcción del Museo, ha permitido acondicionar el lugar para que los visitantes puedan hacerse una idea de la vida de los habitantes de Carthago Nova en el teatro hace más de dos mil años. Y es que el teatro, dedicado a Lucio y Cayo César, nietos del emperador Octavio Augusto, está construido a finales del siglo I a.C.

Rafael Moneo fue el encargado de proyectar el museo del Teatro. Para ello concibió la idea de conectar dos edificios ya existentes (el palacio de Riquelme y la iglesia de Santa María la Vieja) mediante un túnel que pasa debajo de la calle para después ir ascendiendo hasta encontrarnos como sorpresa final el mismo teatro en sí. De esta manera el Museo del Teatro Romano se ha integrado a la perfección con el resto del tejido urbano.

Pero vayamos por partes: la visita del conjunto comienza por el comentado museo. La entrada al mismo se realiza por el palacio de Riquelme, situado frente al palacio Consistorial. El aspecto actual del edificio se lo debemos al arquitecto T. Rico Valarino que en 1908 lo reforma añadiéndole una planta más y una cúpula de cinc en uno de sus ángulos, además de resaltar la fachada mediante molduras mixtilíneas, elementos característicos del modernismo catalán. Posee un escudo de mármol blanco con los emblemas de los Garre (árbol y león) y de los García de Cáceres (tres garzas sobre un castillo). Ambas familias se unen durante el siglo XVI y sus descendientes a su vez se emparentan en el siglo XIX con la familia Pascual de Riquelme.

En el mismo palacio se encuentran las salas de servicio, como una de exposiciones temporales, biblioteca, vestíbulo y cafetería. Después accederemos de inmediato al primer corredor llamado Historia del Teatro, que trata sobre la evolución del entorno urbano de la edificación hasta nuestros días. El recorrido en el tiempo se hace de forma inversa, es decir desde la actualidad hasta el siglo I, para darnos cuenta de que el solar que ocupa el teatro ha acogido a diversas civilizaciones que han dejado restos arqueológicos que veremos más adelante. Es por ello que su fisionomía original quedó oculta con el paso del tiempo. Comenzamos con el tramo que va desde el siglo XVIII al XX. En esta época el espacio está ocupado por el barrio de los Pescadores. Vemos, además diferentes imágenes comparativas del lugar como las del año 1991 y 1997, momento en que se comienza a excavar.

Seguimos con la época del Arrabal Viejo, entre los siglos XVI y XVII, y la época musulmana con la Medina de Qartayanna al Halfa, entre los siglos VIII y XIII: Durante los siglos X y XI Cartagena está integrada en la Cora de Tudmir, funcionando como escala portuaria de las rutas entre Oriente y Occidente. En el siglo XII la medina destacaba en actividades económicas como la explotación agropecuaria y minera, la pesca, etc. En 1243 se cede la ciudad a Castilla, comenzando una etapa de altibajos, estando sometida alternativamente por el reino de Castilla y Aragón a inicios del siglo XIV. Del siglo XIII son las jarras esgrafiadas expuestas, técnica consistente en realizar los trazos ornamentales con un punzón sobre la superficie pintada de la cerámica antes de la cocción.

De entre los objetos expuestos destaca también el plato de loza azul compuesta de una ornamentación que representa una cabeza de perfil alada sobre elementos vegetales, se trata de una evolución formal y decorativa de la obra blava catalana de mediados del siglo XVII. Objeto interesante es otro plato de loza azul con la decoración de un busto femenino de perfil y motivo vegetal esquemático. Este plato pertenece a los objetos producidos a mediados del siglo XIV en los talleres mudéjares valencianos, cuando se desarrolló una técnica de aplicación de barnices esmaltados que permitió la producción masiva de lozas para uso cotidiano.

La exposición sigue con el barrio portuario de época bizantina: a partir del año 552 se crea Carthago Spartaria, capital administrativa y puerto militar de un vasto territorio. Su puerto estaba dentro de las rutas comerciales mediterráneas, abasteciéndose de mercados norteafricanos y orientales. La actividad comercial estaba en manos de la clase mercantil que prácticamente lo monopolizaba. Del siglo VII es el cuerno de vidrio realizado con coloración verde decorado con hilos de vidrio blanco, características comunes en el área germánica, es por ello un objeto de especial importancia, puesto que en el mar Mediterráneo sólo se han encontrado uno en Italia y otro en Cartagena, se cree que ello es debido a la emigración lomgobarda con lo que los artesanos locales se adaptaron a sus demandas.

Finalmente vemos que a finales del siglo II d.C. el teatro es abandonado debido a un incendio que afectó a la estructura del frente escénico provocando el derrumbe de sus elementos arquitectónicos. En la Antigüedad Tardía la ciudad experimentó una profunda transformación urbanística que hizo que se reconstruyeran las termas y que el viejo teatro se convirtiera en un complejo de carácter comercial a mediados del siglo V.

El corredor Historia del Teatro desemboca en la primera de las salas expositivas, dedicada a la arquitectura monumental del edificio teatral. La altura de la sala ha permitido recrear el primer orden de la fachada escénica con elementos originales. Así los capiteles corintios, traídos desde Carrara (al igual que las basas), se encontraban en el primer y segundo piso al frente de la escena. La particularidad es que los del pórtico tras la escena, están realizadas de arenisca con una cara posterior esbozada y la anterior con menos detalle en la labra. También vemos los fustes, trabajados en tambores de longitud desigual en travertino rosado, que eran montados hasta alcanzar la altura deseada y cuyas canteras están situadas en Almagra (Mula), a setenta kilómetros de Cartagena.

Podemos profundizar en otros aspectos del edificio tales como la planificación de la construcción, los materiales que se usaban, los oficios que trabajaban en la obra, el significado del edificio, etc. Todo ese conocimiento nos llevará a la conclusión de que la calidad de sus basas, cornisas y sobre todo capiteles, hace pensar que el edificio fue muy importante en su época, siendo un magnífico exponente de la arquitectura monumental y pública en la época de Augusto. Para hacernos una idea de esto, vemos una interesante maqueta de cómo debió ser el teatro originalmente.

Pero no debemos olvidar la escultura que corona esta sala: es de dimensiones mayores del natural, labrado en un solo bloque de mármol blanco de Carranza y se cree que corresponde a una imagen del emperador Augusto. Se encontró en las excavaciones del foro de la ciudad, presidiendo la curia o sala de reunión del senado local. Parece que el escultor se centró especialmente en la forma de llevar la vestimenta compuesta por una toga y los calcei patricii, zapato usado por los personajes de alta condición social.

A través de unas escaleras mecánicas subimos hasta la sala 2 titulado Teatro y Sociedad. Aquí comprenderemos la función social de este edificio, puesto que aparte de su función lúdica, también era el marco idóneo para la propaganda política y religiosa del propio Augusto. Prueba de ello son los dinteles de ingreso al edificio que están dedicados a los nietos de Augusto, Cayo Cesar (situado en el acceso oriental) y Lucio Cesar (situado en el occidental), quienes, es muy probable, participaron en la elección ornamental del edificio. Estos dinteles dedicados constituyen un manifiesto pétreo de las ideas sucesorias de aquél, de hecho, se convirtieron en los sucesores de Augusto en el año VI a.C.

Como decimos, el teatro tenía una decoración cargado de mensajes ideológicos, como por ejemplo los tres altares del siglo I a.C. situados en el centro de la sala dedicados a la Triada Capitolina, divinidades tradicionales del Estado Romano. Cada una posee los emblemas en relieve de Júpiter (un águila con las alas plegadas), Juno (pavo real de perfil) y Minerva (una lechuza) y además aparecen en los tres un cortejo de mujeres en actitud de marcha o danzando (en las de Júpiter se interpretan con las Musas, relacionadas con Apolo y las artes escénicas; en las de Juno se interpretan como las Horas, como reconocimiento implícito a la Pax Augusta; y finalmente en la de Minerva, como las Gracias o las Cárites, relacionadas con la idea de prosperidad para la ciudad). Estos relieves poseen tanta calidad que se han asociado con alguno de los talleres instalados en Roma a finales del siglo I a.C.

También destacan las esculturas de Apolo Citaredo, dios protector de las artes escénicas, y el relieve de Rea Silvia, iconografía promovida por el emperador en su arquitectura monumental. Además, antes de abandonar la sala, en su parte superior donde se sitúa el descansillo, encontramos una cabeza masculina de mármol blanco datada de finales del siglo II, principios del III d.C. También vemos una maqueta del entorno actual del teatro.

Entramos ya al Corredor Arqueológico que conecta el museo con el teatro y que discurre bajo la iglesia de Santa María la Vieja que, a su vez, posee en sus cimientos restos arqueológicos de las distintas fases históricas que han pasado por este espacio desde el siglo II a.C. hasta el XIX.

La primera estancia que visitamos es la cripta del templo construidas a finales del siglo XIX, cuya particularidad es que su plana se adapta a las dimensiones y orientación de dos habitaciones de una casa romana del siglo I a.C. Una de las estancias se ha interpretado como un triclimium o salón comedor, con un pavimento decorado con teselas blancas formando motivos geográficos y un gran círculo central tapizado de rombos. La estancia presenta, además, una cubierta de bóveda de cañón con un arco fajón en la parte central que separa las dos habitaciones de la vivienda romana.

La vivienda fue demolida para poder construir el teatro romano en época de Augusto. Podemos ver que sobre el suelo de la segunda habitación romana se mantienen las huellas de las cañas y cuerdas que conformaban el techo de la vivienda. Al fondo se conserva un muro de la vivienda que tiene adosado a él distintos muros pertenecientes a la última remodelación de la casa. A la derecha se sitúa la esquina de un edificio religioso del siglo I a.C.

También vemos, a la izquierda de esta estancia, un tramo de la muralla de la medina islámica del que son visibles cuatro niveles de cajones donde se ven las improntas del encofrado. Tras la conquista cristiana se le añade una nueva estructura de mampostería al muro de tapial ya existente. Junto a ellos también vemos los restos de los muros de mampostería de la cripta del siglo XX en los que se reutilizan para su construcción sillares romanos del antiguo teatro.

Salimos de este corredor y entramos al Teatro, desde aquí vemos la última gran ampliación del edificio religioso que se apoyan y rompen en algunos casos partes del graderío del edificio romano. Y así frente a nosotros se presentan el Teatro Romano, la última gran sala del museo. Podemos hacer un recorrido por este monumento, comenzamos accediendo al pasillo situado entre la ima y la media cavea.

Antes de entrar en el teatro en sí, en la pared de la iglesia vemos un epígrafe romano con el nombre de Gallus Paetus reutilizado para construir este muro de la iglesia. Desde aquí admiramos la grandiosidad del teatro, hablemos de cifras: su capacidad es para más de 6000 personas, posee 87,90 metros de cávea o gradas (estructurada en 3 sectores, divididos además por escaleras radiales), su fachada escénica tiene 45,80 metros de longitud, una anchura de 7,50 metros por 22 de alto. Con estas medidas estamos ante uno de los mayores teatros romanos de España, superando al de Mérida.

El teatro fue inaugurado hacia el año 5 o 4 a.C. en el cerro más elevado de las cinco existentes en la ciudad, junto al puerto. Seguramente todas las personas que llegaban a la ciudad por mar verían la magnificencia y esplendor del edificio. Además, su ubicación es muy práctica, puesto que facilitó la construcción de la gradería al aprovechar la pendiente, y que después fueron recubiertas de piedra caliza gris.

La monumental fachada escénica se levanta sobre un podium de 15,5 metros de altura, con una escena de 450 metros cuadrados y dos órdenes. Debió tener un sugerente juego de colores ya que en él encontramos los tonos rojizos de las columnas, los tonos blancos de los capiteles y basas, y los tonos grises del podium. En su superficie se recortan tres exedras curvadas, lugar de las mismas puertas de acceso al escenario.

En el centro se encuentra el semicírculo de la Orchesta de 22,90 metros de diámetros, donde se sentaban los personajes de alto rango separado del graderío inferior con una balaustrada de mármol blanco. Enfrente se encuentra el pulpitum con 38,40 metros de largo por 7,63 metro de ancho, compuesto por nichos semicirculares y cuadrados y separados por dos muros longitudinales en tres fosos paralelos.

A ambos lados del escenario encontramos habitaciones rectangulares que comunicaban con el vestíbulo exterior y con el proscenio. En una de las puertas monumentales laterales podemos leer "L(ucio) Caes[a]ri Augusti f(ilio) divi n(epoti)" es decir "A Lucio César, hijo de Augusto, nieto del divino".

Una de esas habitaciones es la que se conoce como basílica. Desde aquí obtenemos una nueva perspectiva del teatro, así como una espléndida panorámica del puerto desde el mirador que se encuentra por encima de dicha habitación.

Y hablando de miradores, el viajero no puede irse de aquí sin antes haber subido a uno acondicionado para tal efecto en lo más alto de las gradas, en la summa cavea (donde se sentaba la plebe). Podemos llegar a él subiendo las escaleras radiales, atravesar una de las puertas de acceso y ascender una pequeña cuesta para volver a entrar en a la cavea por otra puerta. La vista del teatro en conjunto con la Catedral Vieja es inolvidable.

En definitiva, el conjunto del teatro se construyó después de un estudio exacto y bien calibrado de las condiciones del solar donde se encuentra, con el objeto de obtener una perfecta adaptación arquitectónica con el terreno. Presenta similitudes con los primeros permanentes construidos en Roma, especialmente con los teatros levantados en el año 13 a.C.: el de Marcelo (también construido por Augusto) y el construido por L. Cornelio Balbo. Por ello su ornamentación y estilismo se vinculan directamente con prototipos de la arquitectura oficial en época de Augusto.

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