EPIDAURO (ΑΡΧ. ΕΠΙΔΑΥΡΟΣ)

UNA OBRA MAESTRA DE LA INGENIERÍA GRIEGA


Vamos ahora a la zona más importante que todo el mundo relaciona cuando se dice la palabra Epidauro, y es su teatro (siglo IV a. C.). Cada cuatro años tenía lugar en Epidauro unas fiestas llamadas las Asclepeia en honor a Asclepio, dios de la medicina. El teatro, situado a 500 metros del santuario, fue obra de Policleto el Joven, quien lo concibió apoyando sus gradas en el monte Kinortion y dándole una planta con forma de abanico para garantizar la mejor visión y audición de los espectadores.

Además, dividió el teatro en dos partes y doce sectores: la parte inferior con 12 pasillos verticales o kerkidés y 11 escaleras que permitían el acceso a 32 filas de gradas, mientras que la superior cuenta con 22 pasillos verticales con 20 filas de gradas.

En un principio tenía una capacidad para 6.200 personas, aunque en los últimos años de la época helenística el edificio se remodeló y se amplió la capacidad para 14.000 personas. Los espectadores accedían a las gradas inferiores a través del párodos, también desde aquí se podía ir a las gradas superiores, mientras que a las últimas filas se entraba directamente desde las áreas circundantes.

En la base se encuentra la orquesta, donde se colocaba el coro, de casi veinte metros de diámetro y en cuyo centro se encuentra el altar de Dionisos. Detrás se sitúa una escena con forma rectangular que antaño estuvo cerrada por 18 columnas jónicas, de las que sólo se conservan sus pedestales, en las que se colgaban las distintas decoraciones.

El público se dividía de maneral estamental, de manera que las personas comunes, o la plebe, se sentaban en las gradas de piedra, mientras que las personas de renombre o con poderío tenían sus propios asientos con respaldo y cómodos brazos. En los laterales encontramos los párodoi, que son las puertas de entrada para los actores.

Su acústica es perfecta, se puede oír desde el punto más alto del teatro cualquier leve sonido que se produzca en el centro de la orquesta. Nosotros fuimos testigos de ello, pues el día en que estuvimos allí un grupo de teatro francés interpretaban pequeñas obras, suponemos que por voluntad propia o ensayo, y desde la última grada se escuchaba a la perfección.

Con estas dimensiones y características se trata de uno de los teatros griegos clásicos más grandes y con mayor aforo, además de ser el mejor conservado de toda Grecia. No es de extrañar, pues, su popularidad en la época clásica, pero es que su fama sigue muy viva hoy en día. Por aquí han pasado artistas tan importantes como la famosa soprano griega María Callas o la actriz Katina Paxinou. Además, el teatro acoge cada verano el Festival de Epidauro, en el que se representan obras clásicas del teatro griego.

Hasta principios del siglo XIX, se consideró que el teatro había desaparecido, hasta que el viajero inglés Gell encontró el plano donde se ubicaban las ruinas. Además, este lugar se ha convertido en un sitio especial para los griegos, puesto que fue aquí cuando, en 1822, se estableció el primer gobierno griego y se firmó la primera Constitución Griega, proclamándose la independencia del país.

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