La Piazza XX Settembre es el contrapunto en este lado del río a la Piazza Garibaldi, situada en la otra orilla y unidas por el Ponte di Mezzo. En aquella primera encontramos tres edificios destacables: presidiendo la plaza está la Logge di Banchi, a la derecha el Palazzo Gambacorti que acoge el ayuntamiento, por lo que los pisanos llaman a la plaza Piazza del Comune, y que es un elegante edificio gótico pisano con una doble hilera de ventanas ajimezadas e inscripciones y escudos de armas que adornan su fachada. Finalmente, a la izquierda se levanta la torre del reloj del Palazzo Pretorio, que ahora alberga la biblioteca municipal. Estos dos últimos edificios ya lo vimos en nuestro recorrido por los “lungarnos” Gambocorti y Galileo Galilei.
Por ello aquí nos vamos a centrar en la Logge di Banchi, edificio diseñado por Bernardo Buontalenti y construido entre 1603 y 1605 por Cosimo Pugliani, siguiendo la voluntad del Gran Duque de Toscana, Ferdinando I de’ Medici. La Logge di Banchi se levantó originalmente como lugar de comercio de lana y seda, además de albergar los puestos de los bancos de cambio y el mercado de cereales. El pergamino esculpido bajo el escudo del Gran Duque, situado en el lateral del edificio, junto con los hallazgos arqueológicos recientes en el callejón adyacente, confirman que para levantar esta logia fue necesario demoler parte del antiguo barrio medieval, una zona de casas-torre y callejones estrechos donde residían algunas de las familias más acomodadas de la época.
De la estructura original del siglo XVII sólo se conserva la planta baja formada por arcos apoyados en doce robustos pilares de mármol almohadillado, asentados sobre plintos y rematados por una franja con relieves en forma de cinta. En 1865, cuando el Ufficio Fiumi e Fossi fue sustituido por el Archivo del Estado, la planta superior, que en su origen lucía dos cartelas en la fachada hacia el Arno, fue rediseñada por completo, incorporando un frontón triangular.
Más tarde, en 1925, el Ayuntamiento de Pisa llegó a un acuerdo con el constructor boloñés Cleopatro Cobianchi para instalar en el sótano un “hotel diurno”, un espacio de uso público donde se ofrecían servicios modernos para la época, como baños y duchas, y aseos. Durante las obras de excavación se descubrió un tesoro de monedas de oro antiguas y medievales, enterrado en el siglo XIII y conservado hoy en el Museo di San Matteo (aunque muchas piezas fueron robadas en el momento del hallazgo).
El hotel de día Cobianchi de Pisa fue inaugurado en febrero de 1926, siendo uno de los diecisiete que, entre 1911 y 1931, Cleopatro Cobianchi había construido en trece ciudades italianas. El establecimiento se abría diariamente entre las 7:00 y las 21:00, cuyo acceso se hacía a través de un amplio vestíbulo decorado con espejos y sofás de terciopelo, desde el cual partían dos largos pasillos que conducían a distintas estancias perpendiculares: cuatro duchas y dieciocho baños y aseos, divididos entre primera y segunda clase.
Además, se ofrecían diversos servicios complementarios, como dos barberías, dos salas de manicura y pedicura, un limpiabotas, una lavandería, una consigna de equipaje, una cabina telefónica, salas de lectura escritura (donde por 30 céntimos se podían conseguir los materiales necesarios para redactar una carta) y una sala de planchado, incluso en ocasiones, tenían servicio de alquiler de prismáticos y paraguas, y casas de cambio. El establecimiento era frecuentado tanto por viajeros como por lugareños, ya que en aquella época las casas a menudo carecían de baño.
Los “hoteles de día” de Cobianchi ofrecían precios asequibles, a pesar de la sofisticación de su mobiliario Art Nouveau. Los interiores estaban revestidos con azulejos de pasta de vidrio blanco y turquesa, decorados con motivos geométricos; los sanitarios eran de cerámica y los grifos de latón. De aquella elegancia original apenas queda rastro hoy en día ya que, aunque fue restaurado tras los bombardeos de la II Guerra Mundial, la inundación del río Arno en 1966 provocó graves daños que llevaron al cierre del establecimiento. El negocio prosperó hasta los años del auge económico, después la proliferación de servicios sanitarios en hoteles y hogares provocó su declive.
Parece ser que a Cleopatro Cobianchi se le ocurrió la idea de construir hoteles de día en espacios subterráneos durante un viaje a Londres, donde el metro contaba con instalaciones similares. Su iniciativa apoyó el ideal del "culto al cuerpo" propagado por el régimen fascista, que le otorgó el título de Gran Oficial. Cobianchi escribió en una carta de 1941: "El Duce, al recibirme, me felicitó por mi incansable labor y me dijo que continuara creando estos establecimientos, que demuestran que no es cierto que los italianos no se laven, sino que también tengan baños públicos bajo las calles y plazas". El éxito de estos baños públicos, que durante décadas emplearon a cientos de personas, garantizó a Cobianchi una gran fama nacional. Tras su muerte en 1955, la prensa lo apodó el "sacerdote clandestino de la higiene pública" y el "poeta del agua y el jabón".
Y es que, para contrarrestar la extendida costumbre de defecar en las calles y plazas de la ciudad, se construyeron varios urinarios y baños públicos en Pisa durante la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, la gente no abandonó la costumbre de defecar en espacios colectivos que combinaban calles céntricas con privacidad. Por ello, el ayuntamiento estableció sanciones para frenar esta mala práctica: los infractores se arriesgaban a pasar hasta doce horas de cárcel. Según fuentes de la época, los lugares favoritos de los pisanos para defecar al aire libre eran la Via delle Sette Volte, la Logge di Banchi y la esquina entre la iglesia de la Madonna dei Galletti y el edificio que actualmente está registrado con el número 34 en el lungarno Pacinotti.
El «Cobianchi» de Pisa es uno de los pocos hoteles de día que han sobrevivido a las transformaciones urbanas y uno de los pocos que se conservan. En el año 2000, tras retirar los escombros de la inundación de 1966 y llevar a cabo las obras de restauración pertinentes, el Ayuntamiento de Pisa reabrió las instalaciones del antiguo hotel de día, devolviéndoles parcialmente su función original como aseos públicos, además de ser usados para exposiciones gratuitas. En el momento de nuestra visita había una exposición fotográfica titulada “Viaggio nella Pisa Sotterranea”, inspirada en el libro del mismo nombre que desgrana los pasajes subterráneos de la ciudad. Por otro lado, el ambiente retro del sótano inspiró al director Carlo Mazzacurati, quien filmó allí algunas escenas de su película de 2004 “L'amore ritrovato”, ambientada en la Toscana de los años 30.
De nuevo en el exterior, ahora merece la pena recorrer la Via San Martino, ya que es una calle repleta de edificios interesantes. Si caminos hacia el este encontraremos, en primer lugar, el Palacio Cevoli, resultado de la unión de antiguas casas-torre en el siglo XVII y que muestra aún sus muros de ladrillo y pilares medievales. Fue célebre por hospedar al rey Federico IV de Dinamarca en 1709, ocasión en la que se decoraron sus salones con frescos de Ferretti y Gherardini.
En la esquina con Via la Pera encontramos un cipo etrusco con forma de pera que constituye una muestra del arte artesanal local, caracterizado por la creación de estructuras funerarias de mármol. Su origen se remonta a la segunda mitad del siglo VI a. C. Tradicionalmente, estos cipoi se colocaban sobre una base decorada con protomos de carnero en las esquinas. La marcada influencia jónica del norte que se aprecia en este tipo de obras es resultado de la dispersión de pueblos jonios tras la conquista persa, fenómeno que impactó a toda la Etruria septentrional, manifestándose con particularidades distintas en las diversas ciudades etruscas.
Más adelante se alza el palacio Franceschi, actual sede del Banco de Italia. Su diseño neoclásico, obra del arquitecto Ignazio Pellegrini en el siglo XVIII, conserva frescos de Tempesti, Tarocchi y Bezzuoli. Un poco más adelante aparece el palacio Triglia, conocido en época medicea como “de la Abundancia” por albergar antiguos almacenes de grano con silos de ladrillo. Hoy luce una fachada con escudo heráldico.
El siguiente edificio que destacamos es el palacio Manetti que conserva restos medievales visibles en su estructura de piedra y una torre posterior con una bífora de mármol. A lo largo de los siglos fue reformado y pasó a manos de la familia Manetti en el siglo XVII. Frente a él, finalmente, destacamos el palacio Bertolli Carranza, creado a partir de edificaciones levantadas tras 1195 por la familia Del Testa, quienes eran comerciantes pisanos. Esta antigua casa-torre se transformó con el tiempo en una elegante residencia nobiliaria, ampliada en 1764 por Alessandro Del Testa y renovada luego, en 1885, por Livio Carranza.
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