PISA

TORRE INCLINADA DE PISA


La construcción de la torre de Pisa comenzó el 9 de agosto de 1173 como parte del complejo catedralicio, concretamente para ser el campanario independiente de la catedral. No existe consenso sobre que arquitecto inició las obras, unos señalan que lo hizo Bonanno Pisano, aunque muy probablemente fue Diotisalvi, ya que él fue quien comenzó también la construcción del vecino baptisterio. Alrededor del año 1178 se completaron las tres primeras plantas circuncidadas por 15 columnas de mármol blanco con capiteles clásicos y arcos ciegos, pero a la altura del tercer anillo las obras se tuvieron que parar por el hundimiento del terreno sobre el que se colocó los cimientos de la base de la torre, provocándole una inclinación de 5 centímetros. La profundidad de los cimientos de tan sólo 3 metros, la maleabilidad de su arena arcillosa e inestabilidad del terreno, debido a que antiguamente por la zona fluía un recodo del río Auser, fueron las causas por las que la torre comenzó a inclinarse.

Estos problemas de estabilidad impidieron continuar con las obras durante un siglo, una pausa que resultó ser importante ya que permitió el asentamiento del suelo, en caso contrario la torre se hubiera derrumbado. La construcción se retomó en el año 1275 bajo la dirección de Giovanni di Simone y de Giovanni Pisano, quienes añadieron a los tres anillos de la construcción original otras tres plantas. Los arquitectos intentaron enderezar la torre, para lo cual añadieron los tres siguientes niveles con una ligera desviación en sentido contrario al de la inclinación. A pesar de los esfuerzos, la torre continuó escorándose (esta vez hacia el sur, su inclinación actual, pues originalmente lo estaba hacia el norte) y las obras se detuvieron nuevamente. Para hacernos una idea, en el año 1298 se obtuvo una desviación de la plomada de 1,43 metros y 60 años más tarde esta cifra había aumentado en 1,63 metros. Finalmente, la torre fue completada en 1372 por Tommaso di Andrea Pisano, quien añadió la logia superior con las campanas, consiguiendo armonizar los elementos góticos de esta última cámara con el estilo románico del resto de la torre.

En resumen: en total, debido a las guerras de la República de Pisa, problemas técnicos y dificultades económicas, la torre necesitó tres etapas constructivas, necesitando 199 años para completarse. Por suerte la inclinación de la torre se ralentizó durante los siglos siguientes debido a que probablemente su peso fue un factor importante que permitió una cierta estabilización al edificio. Pero en el año 1835 se realizó la primera restauración del monumento, de mano del arquitecto Alessandro Gherardesca, para lo cual se quitó el suelo lodoso para sustituirlo por una base de mármol. El resultado fue desastroso, ya que provocó que la torre continuara con su ladeo: en 1918 la desviación de la plomada llegó a 5,1 metros, y hasta el año 1990 la inclinación de la torre continuó aumentado de 1 a 1,2 milímetros cada año.

Es por ello que durante el siglo XX el peligro de que la torre colapsara se volvió más real y serio, puesto que había alcanzado un ángulo de inclinación de 5,5 grados. En aquel mismo año, 1990, el monumento se cerró al público por razones de seguridad y se emprendió un ambicioso proyecto de ingeniería para estabilizarlo. Así, entre 1990 y 2001, expertos de todo el mundo trabajaron cuidadosamente para reducir la inclinación mediante técnicas modernas, como la extracción controlada de suelo. Gracias a estos trabajos, se logró reducir el ángulo de inclinación en 45 centímetros, volviendo a la desviación que tenía a principios del siglo XIX.

Los cimientos de la torre se estabilizaron mediante el método de subexcavación, lo que logró reducir la inclinación en aproximadamente un 10%. Además, se controló el nivel freático que fluctúa estacionalmente, bajo el lado norte de la torre mediante un sistema de drenaje. En la actualidad el edificio tiene una torsión de 3,99° con respecto al eje vertical, lo que representa un desplazamiento de 3,9 metros desde su eje vertical original. Se mantiene en equilibrio porque la vertical que pasa por su baricentro cae en el interior de la base de apoyo (lo veremos después, cuando visitemos el interior de la torre). Desde su reapertura en diciembre de 2001, la torre es nuevamente segura para los visitantes, y se estima que está estabilizada al menos para los próximos 300 años.

Básicamente la estructura de la torre está compuesta por dos cilindros concéntricos conectados entre sí por una escalera de caracol interior que conduce hasta la celda superior. En el cilindro exterior se pueden apreciar una base con 15 arcos ciegos de mármol y seis plantas compuestas por una pequeña galería caracterizada por columnas con capiteles, sobre las cuales se apoyan 30 pequeños arcos de medio punto y un último anillo que contiene las campanas que posee 16 arcos. En total encontramos en este monumento 207 columnas y capiteles. Más datos: posee 29.424 piedras labradas, cuya superficie es de 7,735 metros cuadrados; en cuanto a su altura, la Torre de Pisa tiene 58,36 metros, un diámetro de 15 metros y un peso estimado de 14.453 toneladas. Este campanario está construido con piedra caliza y mortero de cal, recubiertos con mármol blanco, cuyo diseño sigue un estilo románico toscano.

Como curiosidad, se cree que la torre no se ha agrietado tras su desviación del eje central gracias precisamente a la piedra caliza, ya que su flexibilidad pudo haberle permitido soportar las presiones ocasionadas por dicha inclinación. Además sigue en pie a pesar de los fuertes terremotos que ha azotado la región en varias ocasiones. Según un estudio realizado por la Universidad de Bristol la razón de haber resistido a los movimientos sísmicos se lo debemos, precisamente, al suelo en el que se asienta. Sí, el mismo que provocó su inclinación. Y es que, según los expertos, la combinación de rigidez, altitud y la suavidad de terreno, como ya sabemos formado por arenas y arcillas blandas, han evitado que la torre se vea afectada por la resonancia de los terremotos.

Otras curiosidades de la torre que merece la pena conocer es que se dice que fue desde ella donde Galileo Galilei dejó caer dos bolas de cañón de diferente masa para demostrar que la velocidad de descenso es independiente de la masa. En épocas más recientes, en el año 1934, el dictador Mussolini ordenó a los ingenieros que se hicieran 362 orificios en la base y se inyectara 90 toneladas métricas de hormigón para enderezarla, pero sólo hizo que aumentara su inclinación. Posteriormente, durante la II Guerra Mundial, la torre de Pisa fue utilizada como puesto de observación del ejército nazi. Se dice que cuando las tropas aliadas lo descubrieron, quedaron tan impresionadas por su belleza que la salvaron de la destrucción. Tras todo lo comentado, se puede decir que, además de su belleza arquitectónica y su inclinación inesperada, es un verdadero milagro que la torre haya permanecido en pie después de más de 800 años.

Gracias a esa fortuna, hoy podemos admirarla desde el exterior, pero también podemos hacerlo desde el interior. Y es que es posible ascender hasta llegar a la última planta, para lo cual es necesario obtener los boletos de entrada con suficiente antelación, puesto que suelen venderse rápido. Para ello debes hacerlo desde su web oficial donde se pueden adquirir diferentes modalidades de tickets (por razones de seguridad no se admiten visitantes menores de 8 años), desde el completo que sirve para visitar todos los monumentos y museos de la plaza de los Milagros, hasta los individuales para ver cada edificio por separado (con este tipo de ticket se incluye gratuitamente también la entrada a la catedral de Pisa). Por otro lado, la visita a la torre se realiza con una hora ya concertada, por lo que no se puede llegar tarde, pues no os dejarán entrar, además es importante dejar los bolsos y mochilas en el guardarropa situado en el palazzo della Opera della Primaziale Pisana que está al norte de la torre.

Accedemos pues al interior de la torre de Pisa y lo primero que vemos es una gran placa de mármol a nuestra derecha que fue colocada aquí el 1 de octubre de 1839 para conmemorar (a pesar de ser una leyenda) textualmente que “Galileo Galilei, realizando experimentos desde lo alto de esta torre inclinada sobre la caída de cuerpos pesados y descubriendo las leyes del movimiento, fundó la mecánica y preludió sus propios grandes descubrimientos y éxitos. En recuerdo de este hecho, el caballero Vincenzo Carmignani Operaio del Templo de Pisa dedicó esta lápida de mármol el 1 de octubre de 1839, cuando, por la autoridad y protección de Leopoldo II, Gran Duque de Toscana y protector de las ciencias, los principales científicos de toda Europa acudieron a este gran congreso en Pisa, contribuyendo a las ciencias y las artes italianas.”

A nuestra izquierda, en el lateral y zona superior de la puerta que contiene los escalones que llevan a la cima, vemos otras dos inscripciones. En una de ellas, situada bajo una inscripción dice lo siguiente: “Fragmentos de una inscripción funeraria con el nombre de Bonanno da Pisa, constructor de este admirable edificio, que fueron desenterrados accidentalmente en 1338 y gracias al cuidado del artesano caballero Carmignani, fueron depositados aquí en honorable memoria del ilustre artista.”

Estamos ya en una gran sala circular, llamada Sala del Pesce (sala del Pez) por un bajorrelieve de este animal justo encima de la ventana de enfrente. Enseguida nos damos cuenta que sorprendentemente es un espacio hueco y sobrio, con una apertura en su parte superior. A diferencia de muchos campanarios llenos de elaborados interiores, el núcleo de la Torre de Pisa es un eje vertical abierto, que se eleva ininterrumpidamente desde la base hasta el campanario. Este vasto vacío amplifica cada sonido y acentúa el eco de los pasos a lo largo de la escalera de caracol de piedra que se aferra entre el muro interno y el externo.

Aquí vemos instalado un preciso y complejo sistema de monitorización que mide hasta el más mínimo cambio que pueda ocurrir en su inclinación. Además, la torre también está vigilada por satélite, cuyos datos se contrastan con los recogidos a nivel del suelo, lo que genera optimismo entre los expertos que señalan que el futuro de la torre es prometedor. Estas medidas llevadas a cabo convierten al famoso campanario en uno de los monumentos más vigilados del mundo.

Iniciamos el ascenso a través de una estrecha escalera de caracol que posee 273 escalones, muchos de los cuales se encuentran desgastados, por lo que hay que ir con cuidado puesto que pueden resbalar. Como hemos mencionado anteriormente, estas escaleras recorren el hueco que existe entre el prisma interior y el exterior. Tanto para el ascenso, como para el descenso, andar por aquí es desorientador debido a la inclinación desigual que aumenta a medida que se asciende por los distintos niveles, por lo que en ocasiones a ciertas personas les puede marear. Aun así, es muy emocionante poder caminar por el interior del famoso campanario.

Durante el recorrido podemos encontrar varias ventanas ojivales de una sola luz, desde las que poder ver un poco la plaza. Estas ventanas son muy típicas del período románico, cuya función era la de impedir que la luz que entre en el interior se divida. Por otro lado, en ciertos tramos hay zonas de descanso que poseen, por un lado, grandes aberturas cerradas con rejas metálicas, desde la que poder apreciar más de cerca algunos de los anillos exteriores de la torre con sus columnas y sus órdenes, mientras que por el otro existen unas aberturas cubiertas de cristal que permiten ver el interior hueco de la torre.

La primera vez que salimos al exterior fue en la sexta planta de la torre, donde comprobamos una vez más la evidente inclinación del monumento, a pesar de lo cual hay una vista de 360º de Pisa, la plaza de los Milagros, y todo el entorno. Lo primero que nos viene a la mente al desembocar en esta galería es el evidente peligro que antaño corrían las personas, puesto que antes el espacio resultante entre las columnas de la arcada no tenía ningún tipo de valla, como sí ocurre ahora. Recorriendo este anillo podemos ver más de cerca las columnas y sobre todo los capiteles, en algunos de los cuales se representaron caras, unas con una expresión más amable que otras.

Desde aquí, en una puerta que se abre en la pared discurre una estrechísima escalera de caracol, por lo que un trabajador del monumento debe dirigir el tráfico de personas, para evitar posibles colapsos en su interior. Una vez en la cima, llegamos a la galería gótica sin techo compuesta por una arcada circular a modo de cúpula que rematan el monumento con armonía y elegancia. Esta galería se construyó deliberadamente ligeramente torcida hacia el lado contrario a la inclinación (último intento de la época por enderezarla), con una corrección de 14 cm en relación con el ladeo de la torre. Su diseño es el mismo que el de la base, pero con la diferencia de que aquí las dimensiones son más reducidas. En el centro del suelo podemos ver una apertura, hoy protegida por un cristal, desde la que se puede ver el núcleo hueco de la torre, al mismo tiempo que proporciona luz a su interior.

Aquí se alojan siete campanas que poseen cada una de ellas una nota musical diferente para anunciar ciertos momentos litúrgicos, como las vísperas, la tercera hora del día o fiestas religiosas como la Pascua. Aunque ya no se hacen sonar a la antigua usanza, puesto que no se permite balancearlas para evitar vibraciones que pudieran empeorar la inclinación de la torre, en la actualidad sólo se escuchan mediante un sistema electrónico. Cada una de las campanas tienen nombres, que son: Assunta, Crocifisso, San Ranieri, Dal Pozzo, Pasquereccia, Terza y Vespruccio. La más antigua de todas es Pasquareccia realizada por Lotteringio di Bartolomeo en 1262, la cual fue utilizada para anunciar la muerte del conde Ugolino della Gherardesca, acusado de traición y encerrado en otra torre y sentenciado a morir de hambre junto a sus hijos y nietos.

Por su parte la más grande (con un peso de 2,5 toneladas) es Assunta, mientras que la más famosa es la de san Ranieri o “del Traditore” (obra de Pier Francesco Berti de 1735), ya que se hacía sonar durante las condenas por traición. La campana original Dal Pozzo fue dañada durante los bombardeos de la II Guerra Mundial, por lo que la que vemos hoy es una copia. Desde esta última plataforma del campanario, el punto mas alto de la torre, tenemos bonitas imágenes de la catedral, el baptisterio y el exuberante césped que se extiende a los pies de la torre.

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