La Piazza dei Miracoli, situada fuera del núcleo central medieval de Pisa, es una gran explanada de césped de aproximadamente 8,87 hectáreas y que contiene un conjunto monumental declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987. Se trata de cuatro joyas de la arquitectura religiosa medieval que representan una narrativa simbólica de la vida humana: el bautismo como origen, la iglesia como vida, la torre como llamada y vigilancia, y el camposanto como descanso eterno. El curioso nombre de la plaza proviene del escritor Gabriele D’Annunzio, quien en su novela “Forse che sì, forse che no” (1910) la llamó “prato dei Miracoli” (prado de los milagros) por la extraordinaria armonía de los monumentos que alberga.
Vamos a realizar un recorrido por los monumentos y museos que componen esta bella plaza, empezando con la Catedral de Pisa (Duomo di Santa Maria Assunta) que es el edificio más antiguo del lugar, puesto que su construcción comenzó en 1064 y fue consagrada en 1118. Su arquitectura es un brillante ejemplo del estilo románico pisano. En su interior destacan valiosas obras de arte, como el púlpito esculpido por Giovanni Pisano, una pieza emblemática de la escultura gótica italiana.
El campanario de la catedral es la mundialmente conocida Torre de Pisa, cuya construcción se inició en el año 1173, comenzando a ladearse cuando se había terminado el tercer piso, debido a un subsuelo poco firme de arcilla y arena. Tiene 58,36 metros de altura y cuenta en su interior con 273 escalones de caracol hacia la cima. Entre 1993 y 2001 se llevaron a cabo obras de estabilización, consistente en la extracción de tierra y colocación de contrapesos de plomo, logrando reducir su inclinación y garantizando su estabilidad para al menos 300 años.
El Baptisterio de San Giovanni (san Juan Bautista), donde se bautizó, entre otros, Galileo Galilei, se comenzó a construir en el año 1152 bajo la dirección del arquitecto Diotisalvi para sustituir a otro anterior, y fue terminado en el 1363 ahora bajo la dirección de Nicola Pisano, junto con su hijo Giovanni, quien introdujo cambios radicales en la estructura de Diotisalvi. La razón por la que se construyó este edificio fue la de dotar a la catedral de un complemento digno que, en cuanto a ubicación, tamaño, materiales y estilo, pudiera armonizar con el mismo edificio de la catedral. Si te fijas bien verás que el baptisterio también está un poco escorado hacia un lado (- 0,6 grados en la dirección de la Catedral), es decir que, al igual que le pasó a la Torre de Pisa, se ha hundido en el terreno blando y arcilloso de la plaza.
Este baptisterio independiente, el más grande de su tipo en Italia, al haberse prolongado su fase constructiva posee una arquitectura que combina elementos mixtos: la base es románica, sólida y sobria (de época de Diotisalvi), mientras que la parte superior, más ornamentada y elegante, muestra características del gótico italiano (de la época de Nicola Pisano). El edificio circular posee una circunferencia de 107,24 metros, un diámetro de 34 metros, muros de 2,63 metros de grosor en la base y 54,86 metros de altura.
Su fachada se encuentra revestida completamente con mármol blanco, el mismo que embellece la Catedral y la Torre, creando una armonía visual en toda la plaza. La cúpula está revestida de tejas rojas en el lado que da al mar y con láminas de plomo en el este. El baptisterio posee un doble techo: uno cónico interior y otro exterior con forma de cúpula. Este diseño le da una acústica extraordinaria a su interior, lo que convierte al baptisterio no solo en una obra arquitectónica, sino en un espacio musical casi mágico. De hecho, cada treinta minutos el personal realizará una breve demostración vocal para que los visitantes escuchen el eco perfecto, simplemente cantando algunas notas es suficiente para dejar que la reverberación del majestuoso cilindro del Baptisterio haga el resto.
El edificio posee cuatro puertas que coinciden con los cuatro puntos cardinales. La entrada principal es la que se sitúa en el lado este, cuyo portal se encuentra decorado con relieves que narran los meses del año, figuras apostólicas y acontecimientos relacionados con la vida de san Juan Bautista. Aquellos bustos situados en los arcos de la logia exterior son obras de Nicola Pisano, aunque posteriormente también fueron adornados con figuras esculpidas por su hijo Giovanni. Precisamente, por sus obras escultóricas (tanto interiores como exteriores) han hecho que el baptisterio de Pisa sea considerado el lugar donde comenzó el “Renacimiento” de la escultura, al ser un momento revolucionario para la historia del arte al convertirse lo medieval en moderno.
Su interior se abre en un gran espacio central que, aunque puede parecer sobrio a primera vista, está lleno de significado. Está bordeado por arcadas de columnas, sobre las cuales discurre una galería destinada a las mujeres, a la que se accede por una escalera de caracol. Esa galería da al área central, ofreciendo una vista singular del intrincado diseño geométrico de inspiración árabe del suelo del recinto del presbiterio. Lo más destacado es la pila bautismal octogonal, construida en 1246 por Guido Bigarelli da Como, donde se celebraban los rituales de bautismo por inmersión. Otro punto focal es el impresionante púlpito esculpido por Nicola Pisano entre 1255 y 1260 que inmediatamente se convirtió en modelo para otros. Esta obra maestra es considerada uno de los primeros signos del Renacimiento por su detallado relieve escultórico que muestra escenas de la vida de Cristo con una expresividad y naturalismo revolucionarios para su época. Pisano se inspiró claramente en los modelos clásicos romanos, marcando un antes y un después en la escultura europea.
Cerrando la plaza por el sur se encuentra el Museo delle Sinopie (museo de las Sinopias) albergado en el antiguo edificio del Spedale Nuovo, construido a mediados del siglo XIII por voluntad del Papa Alejandro IV y destinado al refugio de los peregrinos para recordar la reconciliación de Pisa con la sede apostólica. En su interior se exponen los bocetos preparatorios de los frescos del Camposanto: las sinopias (cuyo nombre proviene del pigmento rojo que se mezcla con agua y se aplica con pincel), las cuales estaban destinadas a permanecer ocultas bajo la obra terminada.
La parte norte y oeste de la plaza está cerrada por la antigua muralla (que es posible recorrerla), cuya parte más antigua se encuentra precisamente aquí, ya que ese primer tramo se construyó con piedra toba en el 1154. En esta parte de la muralla se encuentran puertas y torres, tanto originales como añadidas posteriormente, como la antigua Porta del Leone (Puerta del León), junto al cual, y situado inmediatamente fuera de las murallas de la ciudad, se extiende el cementerio hebreo. Este cementerio, que en italiano sería “Cimitero ebraico”, comenzó a establecerse en 1674 para enterrar a las personas fallecidas de esta comunidad religiosa.
Sus monumentos, de diversos estilos que van desde el trapezoide clásico hasta el Imperio, el Neogótico y el Liberty, son de especial interés, al igual que las lápidas del siglo XVII trasladadas aquí desde un cementerio anterior. Ello ofrece una amplia visión de la variedad de la procedencia geográfica de los enterrados aquí, atestiguando la elección de algunos forasteros de ser sepultados precisamente en este cementerio debido a su belleza. Se sabe que existieron al menos cuatro cementerios desde el siglo XIII en la zona comprendida entre Porta Nuova y la Ciudadela. Del cementerio más antiguo aún se conservan inscripciones funerarias del siglo XIII talladas a ambos lados de Porta Nuova. De los otros se sabe que hasta la segunda mitad del siglo XVI estuvieron en terrenos pertenecientes a la importante familia da Pisa. En 1618, en el contexto de las leyes “Livornina”, la tierra que era de aquella familia se convirtió en una granja de faisanes por orden del Gran Duque Fernando II, quien donó a cambio el actual terreno para el cementerio hebreo.
Seguimos recorriendo la plaza de los Milagros, en esta ocasión con otro de los monumentos destacados: el Camposanto Monumentale (Cementerio Monumental) que fue construido a partir de 1277. Este cementerio personificó el concepto de muerte y resurrección en el contexto de la plaza. Su claustro gótico rodea una explanada ajardinada y alberga sarcófagos romanos y obras pictóricas elaboradas por artistas renacentistas como Buonamico Buffalmacco. Entre ellos destaca el fresco “El triunfo sobre la muerte” del siglo XIV, dañado en 1944, aunque restaurado, en la que se representa de manera vívida la mortalidad y la salvación.
Si seguimos caminando hacia el este nos toparemos con el Palazzo della Opera della Primaziale Pisana, antiguo edificio que fue la sede de la Opera Primaziale Pisana, organismo que gestiona la Catedral de Pisa y su complejo monumental, además de ser la corporación que dirigió las obras de entre 1990 y 2001 que salvaron la Torre de Pisa. Actualmente la institución sólo conserva algunas oficinas, como las del sector vigilancia y supervisión (las oficinas administrativas y el Cabildo de la Primaziale se trasladaron en 2012 a su nueva sede en la Piazza Arcivescovado). Además de las taquillas para adquirir los boletos para entrar en los diferentes monumentos de la plaza. Desde 2014, también alberga en ocasiones exposiciones temporales de arte.
Frente al palacio vemos la escultura Angelo Caduto (Ángel Caído), una escultura de bronce realizada por el escultor Igor Mitoraj, quien representó a este ser celestial con las alas rotas, simbolizando la resiliencia y el sacrificio humano, en concreto fue creado para honrar a quienes sucumbieron a las tragedias de la guerra y el conflicto. La artesanía de la estatua no sólo es un testimonio del talento artístico de su creador, sino también una profunda representación de las emociones ligadas a la pérdida y el recuerdo. Los visitantes pueden admirar la escultura y recordar las complejidades de la experiencia humana, mientras se reflexiona sobre el pasado mientras se valora el presente.
Al lado se levanta una columna coronada por la Loba Capitolina, grupo escultórico que es todo un símbolo de la cultura y el patrimonio de la antigua Roma, todo un testimonio del legado perdurable de la historia romana, a la vez que narra la legendaria historia de Rómulo y Remo, los gemelos fundadores de aquel imperio que fueron amamantados por una loba. Por tanto, la estatua representa la fuerza, la crianza y la fundación de aquella gran civilización. El monumento sirve como escenario perfecto para fotografías: es ideal para tomarlo como referencia vertical para captar perfectamente el ladeo de la Torre de Pisa desde ese lado de la plaza.
Si ahora dejamos atrás la Torre de Pisa, enseguida nos topamos con la Fontana dei Putti hecha con mármol de Carrara. Fue construida entre 1746 y 1765 por Giuseppe Vaccà y Giovanni Antonio Cybei, basado en un diseño de Giovanni Battista Tempesti. Consta de una sencilla base cuadriforme que presenta motivos de hojas de acanto y relieves de dos tritones luchando contra un monstruo marino. Sobre ese pedestal se encuentran las esculturas de tres querubines (que simbolizan la alegría y la inocencia de la infancia) sosteniendo los escudos de Pisa y del Opera del Duomo. Esta obra, aunque siguió los cánones estéticos utilizados hasta entonces y pese al reconocimiento inicial, fue después reprobado, siendo despreciada durante mucho tiempo por la crítica y el público, incluso se presentaron diferentes propuestas de modificación, pero por fortuna no se realizaron. En la actualidad, gracias a las redes sociales, la fuente goza de una popularidad inesperada, consolidándose como un icono urbano de la plaza.
Si miramos hacia la torre, a nuestra derecha tendremos el edificio que acoge el museo de la Opera del Duomo y que en origen albergaba un antiguo convento capuchino del siglo XV. En su interior se exponen objetos y artefactos vinculados a la catedral, con especial atención a las esculturas, como las que realizaron Nicola y Giovanni Pisano. Además, también se exhiben piezas arquitectónicas provenientes de los edificios de la Piazza dei Miracoli, como bajorrelieves y capiteles de la fachada de la Catedral, así como vestimentas, relicarios, pergaminos, material religioso, etc.
Tanto la Fontana dei Putti como el museo dan a la la Piazza dell'Arcivescovado, desde la que parte la Via Santa Maria que une la Piazza dei Miracoli con el río Arno. En su recorrido pueden verse, además de multitud de restaurantes, muchos edificios históricos que son testigos del crecimiento de la ciudad a partir del siglo XII. Entre ellos destacan: el palacio Agonigi da Scorno (cuyo origen es del siglo XII y reconstruido tras la II Guerra Mundial), el complejo Miniati-Mazzarosa (resultado de la fusión de algunos núcleos residenciales datados entre mediados del siglo XII y el XIV), el palacio Curini Quaratesi (cuya fachada fue edificada bajo el proyecto del flamenco Francavilla a finales del siglo XVI), el edificio conocido como Palacio Ricci (también resultante por la fusión de varias estructuras medievales), el palacio de las Viudas (que en la Edad Media era la domus de los Bocci), etc.
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