Esta travesía fluvial, que suele durar entre 50 minutos y una hora, es una de las experiencias más famosas para los turistas que visitan Oporto, ya que ofrece una perspectiva diferente de la ciudad y su inseparable vecina Vila Nova de Gaia, ambas unidas por una historia común gracias al río Duero y, como sugiere el nombre del paseo, sus seis puentes, debajo de los cuales pasaremos navegando. La excursión se suele realizar en barcos que imitan el estilo de los antiguos rabelos, embarcaciones tradicionales que se usaban para transportar barriles de vino desde el valle del Duero hasta las bodegas de Gaia. Se puede tomar el crucero desde la Ribeira de Oporto o desde el muelle de Gaia con alguna de las múltiples compañías que lo realizan, y cuya frecuencia de navegación es cada 15 o 30 minutos.
De igual manera, existen diferentes excursiones fluviales que se adaptan al bolsillo y los intereses del viajero: desde los que incluyen alguna comida, hasta los que navegan más tiempo por el río Duero, pasando por los cruceros que ofrecen música en directo. Nosotros hicimos el crucero de los seis puentes porque consideramos que con una duración de aproximadamente 50 minutos cumple el objetivo de conocer y ver la ciudad y su entorno desde un rabelo. En muchos casos, una audioguía hablará brevemente de cada puente, desde los altavoces colocados en el propio barco. Desde que se comienza a navegar, el viajero podrá ver las orillas bordeadas de coloridas casas, fachadas de azulejos e intuir las callejuelas empedradas de ambas ciudades, pero especialmente de Oporto.
Es importante tener en cuenta que, en verano, cuando es la temporada alta, puede haber colas y los barcos se suelen llenar pronto, por lo que es recomendable reservar con antelación a través de las páginas webs de las diferentes compañías navieras. Pero si vas el resto del año (nosotros fuimos en ivierno) tendrás más espacio y una experiencia más tranquila. Por otro lado, te recomendamos llevar una botella de agua, una gorra en los días cálidos y una buena chaqueta en los días fríos, puesto que el viento en algunas zonas del río sopla fuerte. También podrías considerar llevarte tus propios auriculares, puesto que el sonido del motor puede ser algo monótono y, si no hay guía, una banda sonora elegida por ti puede convertir el recorrido en una experiencia más personal.
El principal motivo de esta excursión es ver los puentes que cruzan el río Duero: cada arco de acero o cemento es testigo de un capítulo diferente de la historia de la zona. Por tanto, pasar bajo cada uno de los seis puentes te da una especie de lección visual de ingeniería y arquitectura, sin que nadie te lo tenga que explicar, además de obtener una vista totalmente diferente. Pero vayamos por partes, vamos a enumerar y comentar a continuación cada uno de los viaductos. Tras partir del muelle, el primer puente que veremos, a apenas unos poquísimos metros, es el puente de don Luis I, quizás el más icónico de todos los que veremos.
Diseñado por el ingeniero belga Théophile Seyrig, quien fuera uno de los discípulos de Gustave Eiffel, este puente de hierro de dos niveles es una joya de la ingeniería. En su plataforma superior circula el metro y los peatones, mientras que en la inferior lo hace el tráfico rodado y unas pequeñas aceras para los peatones. Con una longitud de 385 metros y sesenta de altura, este puente se comenzó a construir en 1881 y fue inaugurado en 1886, para lo cual fue necesario emplear 3.054 toneladas de hierro. De igual manera, en esta zona también veremos una perspectiva desde el agua del funicular y de los barrios de Fontainha a la izquierda y de la Serra do Pilar en Vila Nova de Gaia a la derecha.
A continuación, pasamos bajo el ponte do Infante (puente del Infante), el más moderno del conjunto al haberse construido en el año 2003, con el fin de eliminar el tráfico de la plataforma superior del puente de Luis I (por el que actualmente discurre el metro), y conectar los barrios de Fontainhas en Oporto y Serra do Pilar en Vila Nova de Gaia. Su nombre hace referencia a Enrique el Navegante, una figura clave en la Era de los Descubrimientos portuguesa, que nació en Oporto. El puente representa la evolución contemporánea de la ciudad, de cuya estética minimalista y funcional, llama la atención su arco central de 371 metros, lo que lo convirtió en uno de los puentes de arco de hormigón más largos del mundo en su momento.
El trayecto sigue y ahora pasamos por el puente de María Pía, el primero de la zona por el que transcurrían los trenes. Para su construcción se convocó un concurso público internacional, que ganó el proyecto propuesto por los ingenieros Gustave Eiffel y Théophile Seyrig, al considerarse la obra más elegante y menos costosa. Se comenzó a construir en 1876 y fue inaugurado un año después, en 1877, desde entonces y hasta el año 1991 ha comunicado con tren la ciudad de Oporto con el sur de Portugal. Fue en este último año cuando los trenes pasaron a circular por el cercano puente de São João, por lo que el puente de Doña María Pía es hoy un monumento nacional.
El famoso Gustave Eiffel fue quien tuvo la idea de crear una tabla horizontal apoyada en un enorme arco metálico, toda una proeza de la época, y, a los lados de éste, altas columnas, consiguiendo así integrar la construcción en el paisaje del valle del Duero. Eiffel logró así resolver el difícil problema técnico de construir un puente en una ladera muy pronunciada, a lo que hay que tener en cuenta las dimensiones de la obra: la plataforma mide 354 metros de largo por 4,5 de ancho, elevándose a unos 61 metros desde el nivel del agua.
Por ello, para su construcción se necesitaron doscientos operarios, además de la supervisión de dos ingenieros franceses, Emil Nouguier y Marcel Augevère para el montaje del arco parabólico. El día de su inauguración pasaron por encima dos trenes para comprobar que el puente era lo suficientemente resistente como para aguantar sus pesos. Hay que señalar que, tras la construcción del puente de María Pía, Eiffel levantó en Francia otra proeza de la época, siguiendo el modelo de este puente de Oporto: el viaducto de Gabarit que cuenta con 448 metros de espacio entre pilares y 122 metros de altura.
A continuación encontramos el puente de São João, uno de los más largos sobre el río con sus 1,5 kilómetros de longitud. Como hemos señalado anteriormente, fue construido en hormigón armado para sustituir al de María Pía como puente ferroviario. Esta obra, que es un ejemplo de arquitectura moderna portuguesa que contrasta con el estilo histórico de otros puentes, fue inaugurada en 1991, según proyecto del ingeniero Edgar Cardoso.
Situado en la parte más oriental del recorrido, y que marca el límite del crucero turístico, se encuentra el ponte do Freixo, puente de doble sentido para los automóviles, constituido realmente por dos viaductos de hormigón armado que se encuentran separados entre sí apenas unos 10 centímetros. Cuenta con 8 carriles de circulación, cuatro en cada sentido, lo que le convierte en uno de los puentes más anchos de Portugal. El puente fue inaugurado en 1995, cuyo proyecto también fue realizado por Edgar Cardoso, autor del de María Pía, anteriormente comentado, quien lo ideó puramente para la eficiencia del tráfico rodado, por lo que no es transitable ni a pie ni en bicicleta.
A partir de aquí, el barco vira y regresa sobre el camino ya navegado, lo que da la oportunidad a las personas de ambos lados del barco de ver bien ambas orillas, unos lo hacen a la ida y otros a la vuelta. Así, mientras nos dirigimos a nuestro último puente vamos viendo lugares reconocibles como las antiguas aduanas en la Alfandega de Porto, actual palacio de congresos, los jardines del Palacio de Cristal, la muralla Fernandina, la iglesia parroquial de Massarelos, el museo del Tranvía, etc.
Finalmente llegamos cerca de la desembocadura del río, donde se levanta el ponte da Arrábida, construido en el año 1963 con una visible arquitectura modernista. Fue diseñado también por Edgar Cardoso, no en vano era uno de los ingenieros más célebres de Portugal. En el momento de su inauguración fue el puente con el mayor arco de hormigón del mundo, con sus 270 metros de luz. Con una longitud total de 493 metros, conecta el oeste de Oporto con Vila Nova de Gaia y simboliza el crecimiento urbano del siglo XX. Además, se trata del único puente de Europa en el que se puede escalar y caminar legalmente por su arco, mediante la experiencia "Porto Bridge Climb".
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