ÁVILA

Y PLAZA DE ADOLFO SUÁREZ Y ALREDEDORES


Lo primero que nos llama la atención en esta plaza es su parte sur, la cual está ocupada en su totalidad por la fachada del palacio de los Dávila o de los Abrantes, el mejor ejemplo que se conserva hoy en día de palacio medieval defensivo y militar puesto que conserva prácticamente su aspecto original. Y es que las murallas tenían, hacia el interior, un segundo cinturón defensivo constituido por palacios como este que, adosados intramuros, tenían la función de sofocar posibles revueltas populares o incursiones del enemigo dentro de la ciudad.

Es por eso que todo el conjunto presenta un aspecto sobrio que muestra su inminente carácter defensivo. El edificio en verdad es un bello conjunto formado por cuatro construcciones de los siglos XIII-XV que poseen la misma estructura que la muralla. En la fachada principal destacamos varios elementos, como las barbacanas que sobresalen, las dos puertas en arco de medio punto o el relieve que vemos encima de la puerta más occidental, donde se representa el escudo del marquesado de las Navas sostenido por dos salvajes arrodillados sujetando con una cadena el escudo, a su vez, en los extremos dos heraldos a caballo hacen sonar las trompetas.

Otro elemento, cuanto menos representativo, es la ventana renacentista bajo la cual se puede leer "donde una puerta se cierra, otra se abre" en alusión a la leyenda que cuenta que Pedro Dávila abrió una puerta de acceso directo a su casa desde la muralla, lo que provocó enfrentamientos con el Concejo de Ávila que no veía con buenos ojos que el acceso al interior de la ciudad quedara en manos de un particular. Finalmente, el dueño de la casa se vio obligado a tapiarla, huella que dejó en la muralla y que aún hoy podemos ver desde el paseo del Rastro. Esta parte del edificio, la parte que da a la puerta del Rastro es, la zona más antigua de dicho conjunto.

Tocado en el orgullo, Dávila en el año 1541 abrió una nueva puerta, esta vez intramuros donde mandó grabar en la parte inferior la frase anterior, mientras que en la zona superior figura una inscripción que hace referencia a los dueños de la casa: "Petrus Davila et Maria Cordubensis su xeñora año de MDXLI".

A través de la calle Plá y Daniel llegamos al Palacio Episcopal y la iglesia de San Ignacio de Loyola, que ocupan la antigua casa señorial construida en el siglo XIV por los señores de Navamorcuende que pertenecían a la familia de los Dávila. A principios del siglo XVII fue adaptada para iglesia y vivienda para los jesuitas y, tras expulsarlos en el año 1767, el edificio se destinó a Palacio Episcopal. A pesar de las transformaciones que tuvo, sus muros y algunos huecos dejan constancia de su pasado como casa nobiliaria.

Dejamos esta plaza a nuestras espaldas y vemos, próximos a la puerta del Alcázar y más concretamente en la plaza Adolfo Suárez, lugar en la que, según las recientes excavaciones arqueológicas en las que se encontraron restos de las diferentes fases constructivas o unas bolas de asedio de gran tamaño, se levantaba el antiguo Alcázar de Ávila. Actualmente la plaza está presidida por el que era el edificio del Banco de España, construido entre los años 1927 a 1930 durante el período republicano, conservando en su fachada un escudo de aquella época.

Pero la plaza lleva el nombre del Primer Ministro de la recuperada democracia española tras los largos años de la dictadura de Franco, a finales de los años setenta del siglo XX, Adolfo Suárez, a quien homenajea una escultura a tamaño natural inaugurada en marzo de 2015. Pero no es la única escultura de interés que podemos ver en este lugar, aquí, pegando a la muralla, vemos otro verraco de piedra de gran tamaño, realizado en época de los vetones, es decir, los pobladores que vivían en la península antes de la llegada de los romanos. El que vemos en esta plaza se ha datado entre los siglos IV y III a. C. y se encontró en el año 1875 en las inmediaciones de Castro de las Cogotas.

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