CARTAGENA

MUSEO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA


Este museo ha ido evolucionando con el paso de los años, de tal forma que nació en el año 1970 denominándose Patronato de Excavaciones Arqueológicas, en 1982 se denominaría Museo Nacional de Arqueología Marítima Submarinas y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas (MNAM-CNIAS), para después, a partir de 2008 y coincidiendo con la nueva sede, tener el nombre actual. Esta evolución y cambios de nombres vienen dados por la creciente importancia del museo en cuanto a colecciones y lugares arqueológicos submarinos.

Nos llamó muchísimo la atención el edificio, perfectamente construido en armonía con su entorno y creando entre los dos bloques una gran plaza desde la que desciende la rampa de acceso al museo. Su autor, el arquitecto Guillermo Vázquez, ideó un edificio dividido en dos bloques, uno de ellos de dos alturas (y que sirve como lugar donde tiene lugar exposiciones temporales) y el segundo con forma de zigzag del que pende de su lucernario dos grandes embarcaciones, una kyrenia griega y una coca medieval.

Hablemos de medidas: la extensión total del edificio es de casi 6000 m2, de los que 2000 están destinados a la exposición y casi 1000 al fondo que guarda el centro. En su interior se exponen objetos que abarca más de 2500 años de historia, desde el siglo VII a.C. hasta el siglo XX.

Comenzamos la visita al interior del museo empezando con la sección dedicada al Patrimonio Cultural Subacuático donde se tratan temas como la protección, la excavación, conservación y conocimiento de los restos arqueológicos, pasando por las técnicas y metodología de trabajo de los arqueólogos. Este bloque está dividido a la vez en nueve unidades expositivas que iremos comentando una a una. Hay que destacar el carácter interactivo de la sala, con lo que es muy recomendable la visita con los niños que aprenderán de manera divertida y amena.

Sumérgete sirve a modo de introducción de las cosas que veremos en el museo, explicándonos qué es exactamente el Patrimonio Cultural Subacuático: según el documento aprobado por la UNESCO en 2001 es todo rastro humano de carácter cultural histórico o arqueológico que se encuentren bajo el agua. En esta sección también aprenderemos cómo se investiga y se recupera.

En Documentar y Prospectar aprendemos que antes de comenzar cualquier excavación primero es necesario planificarla en varias fases: hacer trabajos de documentación en archivos, bibliotecas, prensa, etc.; preparación de equipos y prospección geofísica y manual; trabajo de gabinete y laboratorio (análisis, estudio, conservación y restauración) y por último investigar los materiales encontrados para interpretarlos y poder elaborar una conclusión.

Como su propio nombre indica en Tipos de Yacimientos se nos plantea que dependiendo de cómo sea el yacimiento hay que tomar una u otra decisión en cuanto a la excavación. Además, aprenderemos que la mayor parte de ellos se encuentran bajo el mar debido a diferentes desastres. Aunque estos yacimientos no son exclusivos del fondo del mar puesto que también encontramos restos arqueológicos en lagos, ríos, canales..., incluso se conservan sitios prehistóricos en cavernas que actualmente se encuentran bajo el agua y antes se encontraban cerca del mar. ¿Por qué excavamos? La respuesta es que se hace para poder obtener mayor cantidad de información sobre un yacimiento, para poder contrastar, documental, analizar, estudiar y divulgar el comportamiento de la gente del pasado a lo largo de la historia.

En La Excavación se muestran los pasos a seguir, como señalar algunos puntos desde la superficie, delimitar y dividir el yacimiento del fondo y retirar depósitos que cubren el lugar. Se va excavando progresivamente y según van apareciendo materiales arqueológicos se limpian, etiquetan y se posicionan. Los niveles se documentan gráfica y fotográficamente antes de retirar el material. Todo ello es necesario para obtener un registro arqueológico que permita interpretar y valorar su significado histórico.

En la Protección y Excavación se expone cómo, una vez finalizada la excavación, a veces es necesario conservar el yacimiento in situ, la opción prioritaria para protegerlo. Y es que los objetos arqueológicos, una vez fuera del agua, cambian las condiciones en que se conservan, causando la pérdida del objeto si no se realizan tratamientos de conservación adecuados. Es por ello que en la Conservación del Material Subacuático podemos ver que los tratamientos de preservación de los materiales arqueológicos son muy importantes una vez extraídos del agua para evitar daños. Incluso vemos que las técnicas de restauración de los yacimientos conservados in situ son importantes puestos que es necesario preservarlos de los diferentes agentes de degradación.

Entre las diferentes piezas expuestas aquí destacan los trece colmillos de elefantes de época fenicia (siglos VII-VI a.C.) encontrados en el Bajo de la Campana en la Manga del Mar Menor. Cuatro de ellos, además, presentan inscripciones fenicias grabadas con dedicatorias. Este yacimiento ha proporcionado también tres barcos, uno fenicio, y diversos elementos cerámicos y metálicos.

En la playa de la Isla (Mazarrón) se encontraron, en 1988, dos pequeñas embarcaciones correspondientes a los restos más antiguos de una embarcación fenicia (finales del siglo VII a.C.) en el Mediterráneo. El primero estaba incompleto y se le conoce como Mazarrón 1; el segundo que se conoce como Mazarrón 2, está localizado a poca profundidad y prácticamente completo, conservando el ancla junto a la proa y su cargamento interior. Este barco es un claro ejemplo de conservación in situ, sin embargo, materiales del cargamento y algunas partes de su estructura se exponen aquí. Para conservarlo in situ se diseñó una estructura metálica anclada al fondo de 12x6 metros, cerrada con tapas que se pueden abrir, todo ello se cubre con arena, malla, grava, etc. Lo que vemos en el museo es una reproducción exacta del barco Mazarrón 2.

En la Conservación de Materiales Orgánicos, como las maderas, textiles, etc., y que son extraídas de los yacimientos acuáticos, tienen un tratamiento de conservación: la liofilización. Es un método especial para eliminar el agua de esos objetos, permitiendo secarlos conservando su color, forma, estructura y textura originales. El método consiste en congelar el objeto en una cámara para a continuación, extraer todo el aire de dicha cámara hasta alcanzar el vacío. Después, durante semanas, se calienta el objeto de modo que el agua congelada pasa a estado gaseoso, ese vapor se retira con un condensador hasta que el objeto se va secando sin sufrir alteraciones. Ejemplo de ello son las maderas pertenecientes al barco fenicio Mazarrón 1 y algunos objetos de Mazarrón 2.

En el Laboratorio se llevan a cabo los análisis de las piezas arqueológicas. La reproducción de uno en el museo invita al viajero a investigar los diferentes objetos que se encuentran en él para obtener su cronología, especie, composición, etc... Todo el recorrido por la sección Patrimonio Cultural Subacuático está apoyada por los múltiples audiovisuales que se sitúan en la pared.

El segundo gran bloque en que está dividido el museo es el llamado Mare Hibericum, compuesta por otras cuatro unidades expositivas. De esta manera en la sección Los Primeros Navegantes podemos ver la herencia náutica y las aportaciones culturales a la península Ibérica de diferentes pueblos como los fenicios, los griegos o los púnicos. Los fenicios, pueblo marinero por excelencia, dominaban el conocimiento de las corrientes marinas, el perfeccionamiento en la construcción de embarcaciones y la navegación bajo la estrella Phoenica (estrella Polar). Y gracias a este conocimiento, a principios del primer milenio antes de Cristo, se expanden hacia el oeste (este pueblo se extendía por el extremo oriental del Mediterráneo) llegando a la península ibérica y a África Atlántica.

En una de las vitrinas podemos ver objetos fenicios datados de entre los siglos VII a VI a.C. Destacan un cepo y un ancla en el lateral; en la parte superior vemos ánforas, vasos, cuencos, etc.; en el centro se sitúan un escarabeo, una punta de lanza y un crisol; en el centro a la izquierda se exponen los materiales del barco de Mazarrón 2 y bajo ellos el abarrote o ramas que acomodaban el cargamento metálico; en el centro-derecha varias muestras de cerámica fenicia y bajo ellos metales, lingotes de estaño y plomo.

Después de los fenicios, llegaron los griegos que extendieron sus redes comerciales y su cultura por toda la costa levantina y el sureste de la península Ibérica. Después surgiría la presencia hegemónica de los púnicos de Carthago que dominarían desde la isla de Ibiza hasta las costas meridionales de Hispania. Fue en este tiempo en que se fundó la Cartagena púnica, la Qart Hadash.

En la maqueta situada en el centro de la sala se reproduce una playa donde se están produciendo intercambios comerciales entre la población ibérica y los comerciantes fenicios. Y es que la llegada de los fenicios, griegos y púnicos propició el intercambio de los nuevos productos a cambio de materias primas como el oro, plata, estaño y cobre. Y precisamente gracias a este flujo comercial se introdujeron en la península Ibérica, entre otras cosas, el torno de alfarero, las medidas, la moneda, policultivos mediterráneos, escritura, etc...

En la otra vitrina se exponen objetos de las culturas posteriores a los fenicios: en la parte superior podemos ver diferentes ánforas púnicas, en el centro se exponen, de izquierda a derecha, objetos de uso doméstico y rituales púnicos, cerámica ibérica, monedas y cerámica griega; en la parte inferior se sitúan dos anclas de piedra y en el lateral destacan un huevo de avestruz decorado y una crátera griega.

Y pasamos a la siguiente sección denominada Mare Nostrum, dedicada a la romanización de la península Ibérica y del Mediterráneo en general. Ello permite la pacificación de este mar, acabando con el problema de la piratería, y la creación de rutas marítimas convirtiéndolo en un gran mercado por donde circulan los productos de todo el Imperio, siendo las ánforas el recipiente por excelencia de la época. Así la cultura y vida romana se extiende por todos los rincones del Mare Nostrum.

En arqueología subacuática un barco hundido es un excelente documento histórico lleno de datos que permite tener unas dataciones muy fiables y saber desde qué puerto salió y la ruta que seguía. Los barcos romanos son principalmente mercantes que transportan cargamentos variados con ánforas, vajillas, mármoles, tejidos, etc... Pero además, los arqueólogos pueden saber las técnicas de construcción naval y navegación por medio del estudio de las maderas, y no sólo eso, también se obtienen datos de cómo era la vida a bordo mediante los objetos cotidianos: oficios (como un martillo del siglo I a.C., totalmente de madera, de un carpintero utilizado para realizar pequeñas reparaciones a bordo), cocina, iluminación, ocio, cuidado personal, creencias...

Y es que la religión y las supersticiones acompañaban siempre a los marinos romanos. Llevaban en los barcos objetos y símbolos protectores, como amuletos e imágenes de divinidades, para evitar el mal de ojo y tener una buena travesía exenta de peligros. En el lateral de una de las vitrinas podemos ver claros ejemplos, como la Mano Sabazia (s. I d.C.), pieza de bronce que representa al dios Sabazio, originario de Asia Menor. En el mundo romano se asocia con Júpiter, ya que la serpiente era una de sus atributos que simbolizaba la renovación anual de la vida.

En el centro de la sala se encuentra una maqueta de un puerto romano y un templo. En la vitrina de la izquierda vemos diferentes objetos procedentes del yacimiento de Escombreras 1, compuesto por un mercante romano que parte desde Italia, hace una parada en Ibiza y se hunde en Escombreras alrededor del año 155-150 a.C. Su cargamento constaba de, principalmente, ánforas de vino, además de objetos de la vida cotidiana de a bordo: vajilla, cerámicas, lucernas, ungüentarios, jarritas, escandallo y pesas de red.

En la vitrina contraria vemos elementos auxiliares de las embarcaciones y viajeros (tanto tripulantes como pasajeros). Lo que más nos llama la atención es el conjunto de cepos de ancla situados en la parte superior de la vitrina. En el centro objetos que hablan de los oficios, la vida a bordo y los viajeros: planchas, clavos, mazo (reparaciones), agujas, pesas de red (pesca), lucernas (iluminación), fichas de juego (ocio), platos, cuencos, monedas, vasos de vidrio (enseres de los pasajeros). En la parte inferior vemos molinos, calderos, ollas, cantimploras, etc., es decir los utensilios de cocina.

En el apartado titulado Comercio en el Mare Nostrum aprenderemos más sobre el comercio marítimo romano: los propietarios de los barcos son los llamados navicularii, los negotiatores son las profesiones relacionadas con el comercio náutico, como los fumentarii, mercaderes especializados en el grano, o los vinarii, especialistas del vino. Y toda esa actividad comercial tenía unas reglas y unos impuestos específicos.

Las relaciones comerciales son tan ricas en el Mare Nostrum que, en época Republicana, distintos pundos del Mediterráneo mantienen relaciones comerciales, siendo muy apreciados el vino griego y los salazones del sur de Hispania. En época Imperial, el comercio se mantiene por las diferentes provincias romanas con destino a Roma, destacando el trigo egipcio, el aceite del Guadalquivir, los tejidos orientales, etc... En la maqueta situada en el centro se ambienta la actividad naval, comercial y fiscal de un puerto romano en época Imperial.

En la primera vitrina se exponen objetos del comercio marítima en época romana Republicana, de entre los siglos II- I a.C. En la parte alta vemos diferentes ánforas de vino y aceite, en la parte central se exponen una vajilla de barniz negro, lucernas, objeto de metal y monedas; en el centro-derecha, diferentes sistemas de cierra y sellos de las ánforas. En la zona inferior vemos lingotes de plomo y productos manufacturados, procedentes de las minas cercanas cartageneras y cuyo destino era Roma. En la otra vitrina vemos objetos pertenecientes a la época Imperial, de entre los siglos I y II d.C. En la parte superior vemos diferentes tipos de ánforas cuya función era la de transportar los productos naturales, como aceite y vino, desde Hispania a Roma. También vemos monedas hispánicas e itálicas, cerámicas, vidrios y otros objetos de lujo. En la parte lateral se sitúa una inscripción conmemorativa relacionada con la construcción de infraestructuras portuarias.

La última sección del Mare Hibericum es el llamado Del Mar a los Océanos, aquí se nos muestra cómo las rutas y técnicas de navegación cambian con la llegada del Islam, convirtiéndose el mar Mediterráneo en una frontera entre musulmanes y cristianos. Durante los primeros siglos medievales, la construcción naval nórdica influye en el Mediterráneo apareciendo con ello la coca, después llegaría la nao, se perfeccionaría la carabela y la galera seguiría siendo el buque de guerra preferido por las potencias.

En el siglo XIII se introdujo la brújula, con ella las cartas náuticas y portulanos se vuelven muy precisos. Así llegaría la época de los grandes viajes exploratorios, el descubrimiento de América y la ruta de las Especias. Se crea una ruta comercial entre las Américas y la península Ibérica, creándose el sistema de convoyes (naves comerciales protegidas por los galeones) para repeler el ataque de los corsarios.

Entre los siglos XVIII y XIX se producen las revoluciones industriales que crean una serie de mejoras que se aplican a los barcos, así se perfeccionaría la máquina de vapor, se producen mejores y más resistentes forjas de aceros y aleaciones metálicas y, a mediados del siglo XIX se comienzan a construir buques de estructuras metálica.

En la primera vitrina se exponen objetos datados de entre los siglos IV y XV d.C. En ella vemos diferentes materiales cerámicos, destacando las ánforas y vajilla de mesa, encontradas en lugares del sureste español. También vemos una colección de diferentes monedas de diferentes épocas y culturas. De la época islámica, además de monedas, se expone diferentes cerámicas, destacando un ataifor de loza (s. XI) donde se representa uno de los buques que surcaban el Mediterráneo durante los siglos XI y XII.

En la otra vitrina se exponen piezas y objetos de entre los siglos XVI a XIX, compuesto por monedas, vajillas, cubiertos, pipas, etc. Destaca la doble roldana o cuadernal de una embarcación moderna. De esa época son también los diferentes materiales encontrados en el puerto de Cartagena, destacando un plato de loza blanca del siglo XIX con motivos náuticos, realizada por la fábrica Pickman de Sevilla. Además, la colección se completa con un conjunto numismático, destacando piezas de plata hispánica como los reales de a ocho.

Finalizado este bloque y ocupando lo largo de la pared se sitúa enfrente del anterior la sección Construcción Naval y Navegación, de carácter táctil e interactivo. Básicamente se estructura a partir de la réplica de la sección de cuatros barcos relacionados con las áreas temáticas del Mare Hibericum. Así vemos el barco fenicio de Mazarrón 2, un carguero mercante griego, otro romano y una nao medieval. Cada uno presenta unas características estructurales y morfológicas propias, además la escenografía se completa con su cargamento que está situado, a partir del estudio de los pecios conservados, de forma rigurosa.

En la mediateca podemos acceder a través de internet y consultar la base de datos sobre la actualidad del mundo de la arqueología subacuática. En las páginas webs predeterminadas se muestra una pantalla con varios temas: los centros españoles, los centros del Mediterráneo, el Plan Nacional de Protección, etc., etc...

El fin (e inicio) de la visita en el museo es el ancla de hierro forjado procedente de una de las fragatas (Juno y Galga) que naufragaron en la costa norteamericana entre los siglos XVIII y XIX y que sirve de excusa para el último bloque Un legado a Proteger. Los dos navíos formaban parte de los convoyes que España mantuvo hasta la independencia de sus posesiones americanas durante el siglo XIX. La Galga y la Juno se hundieron respectivamente en el 1750 y 1802 y, en los últimos años, han sido motivo de expolio por la empresa de cazatesoros Sea Hunter quienes, según el fallo de la Corte federal de los Estados Unidos en el año 2000, estuvieron obligados a devolver todo lo encontrado a su legítimo dueño, el reino de España. Así finaliza nuestro recorrido por este museo, si hay alguna exposición temporal, tienes la posibilidad de visitarla con el ticket ya adquirido.

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