RONDA

EL MONUMENTO MÁS EMBLEMÁTICO Y SUS ALREDEDORES


Es evidente de que se trata del monumento más emblemático de Ronda. Fue construido entre los años 1759 y 1787 para unir la zona medieval con la parte más moderna surgida en la zona del antiguo mercadillo. El puente salva el famoso Tajo de Ronda, desfiladero excavado por el río Guadalevín y que mide casi 100 metros de profundidad, por 50 de ancho, con una longitud de 500 metros.

Como decimos, las necesidades de crecimiento de la ciudad hicieron que se plantease la construcción de un nuevo puente ya que, y desde época medieval, se accedía a Ronda por el Puente Árabe que además circunvalaba la ciudad y daba acceso tanto a los dos arrabales como a la medina. En épocas más modernas se construyó otro puente, el conocido como Puente Viejo, que unía la ciudad vieja y el barrio de Padre Jesús (antiguo Mercadillo), y que fue construido en el siglo XVII. Por ello en 1734 se construyó un puente de un solo arco de medio punto de 35 metros de diámetro apoyado a ambos lados del tajo. La construcción se terminó en ocho meses, si bien seis años después, un día antes de la feria de mayo, se desplomó causando, según la tradición popular, muchas víctimas.

En el año 1759 comienzan las obras del actual puente interviniendo maestros de diversos oficios como Juan Antonio Machuca y el arquitecto José Martín de Aldehuela quien dirigió toda la obra. El puente está construido mediante sillería de piedra extraída del fondo de la garganta del Tajo. Morfológicamente está compuesto por tres cuerpos diferenciados: la parte inferior hace la función de cimentación consistente en un arco de medio punto bajo el que discurre el río.

El segundo piso, y el de mayores dimensiones, es una estructura apoyada en las paredes casi verticales del Tajo, con un arco central de medio punto de grandes dimensiones. Y finalmente, el tercer cuerpo con dos pequeños arcos a los lados, donde se encontraban las dependencias utilizadas antaño como prisión, siendo convertida posteriormente en restaurante.

En una de esas dependencias se ha habilitado el Centro de Interpretación del Puente Nuevo. En ella podremos aprender más sobre la historia de este edificio: su construcción, su relación con el paisaje, así como la formación geológica y animal del mismo Tajo.

Si atravesamos la calle que discurre sobre el puente podemos observar que a ambos lados se encuentran cuatro balcones desde los que se obtienen una panorámica vertical del viaducto que a buen seguro subirá la adrenalina a quienes tengan miedo a las aturas. Lo mejor para admirar el Puente Nuevo es asomarse desde los miradores de la plaza de España o de la calle Ernest Hemingway y, un poquito más alejado, los Jardines de Cuenca desde los que se obtienen maravillosas vistas. Para obtener también bellas imágenes, recomendamos a los más audaces bajar desde la plaza María Auxiliadora hasta cerca de las puertas de la muralla de la Albacara.

La imagen de solidez y agilidad que ofrece en la actualidad este puente se lo debemos al diseño de los arcos. Además, el color de sus muros está en armonía con las paredes del barranco y esto es debido, como hemos señalado anteriormente, a que este monumento se construyó con piedras extraídas del mismo Tajo.

Pero el Puente Nuevo y el Tajo guardan algunas leyendas que vamos a rescatar: según una historia, después de finalizar el puente, el arquitecto Aldehuela se tiró al vacío del tajo para evitar así construir un puente que pudiera competir en belleza con el de Ronda. Esto no es del todo cierto ya que, si bien el incidente sí existió, el fallecido fue otro, fue Antonio Díaz Machuca, ingeniero práctico y ayudante de Aldehuela, con quien mantenía una profunda amistad.

Otra historia, más verídica, cuenta que Orson Welles, ante la belleza del puente uniendo las dos partes del Tajo, eligió esta romántica ciudad para su descanso eterno, deseo formulado en su testamento. Y así fue, sus cenizas descansan en un pozo de la finca de Antonio Ordóñez. Otra curiosidad, y ya cambiando de tema, el día en que nosotros estuvimos en Ronda, hacía frío y viento. Paseando por el Puente Nuevo vimos como las gotas procedentes del río son arrastradas por el viento, creando una mágica y tenue niebla que alcanza la calle que discurre por el puente y los alrededores del Tajo en sí. Es por ello que los rondeños utilizan la expresión "aquí a veces llueve para arriba", y razón no les falta, damos fe.

Capítulo aparte merecen las Casas colgantes sobre el Tajo que miran a ambas orillas del gran corte y que discurre por éstas bajando hasta cerca de los Baños Árabes. Impresiona muchísimo ver esas casas situadas al borde del acantilado, desafiando a la misma gravedad.

Centrémonos ahora en los alrededores del Puente Nuevo que bien merecen un poco de atención: en el extremo que da a la ciudad nueva encontramos la plaza de España, en cuyo centro se encuentra el monumento en homenaje al político rondeño Antonio de los Ríos Rosas. Pero el monumento que más destaca es el impresionante actual Parador Nacional de Turismo, compuesto por el antiguo Ayuntamiento (la fachada con la galería de soportales), la antigua Plaza de Abastos (en funcionamiento hasta el año 1974) y lo que iba a ser una estación de un funicular sobre el Tajo, que finalmente no se llevó a cabo.

Alrededor del Parador Nacional de Turismo existen mirados desde los que podremos obtener imágenes muy bonitas de la serranía, del tajo y del Puente Nuevo. Algo más allá se encuentra el Paseo de Blas Infante, zona verde en el que también tenemos un mirador muy especial: el Balcón del Coño, y es que si te acercas con los ojos cerrados y los abres soltarás esa expresión que le ha dado nombre, no es para menos, el balcón sobresale bastantes centímetros de tierra firme para adentrarse al vacío.

Justo al otro extremo del puente, donde comienza la ciudad vieja, encontramos el convento de Santo Domingo, actual Palacio de Congresos y Exposiciones. El edificio fue mandado construir por los Reyes Católicos en julio de 1484, aunque no se comenzó a edificar hasta principios del siglo XVI. A lo largo de los años ha sufridos importantes reformas y modificaciones, como las efectuadas a mediados del siglo XIX, en que demolieron parte del edificio. En la primera mitad del XX sufrió un incendio, siendo finalmente adquirido por el Ayuntamiento en los años 80 del mismo siglo.

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