MONTPELLIER (MONTPELHIÈR)

LA PLAZA DEL TEATRO


Esta famosa plaza, que toma el nombre del teatro municipal del lado suroeste, del que después hablaremos, se extiende sobre un antiguo espacio de las desaparecidas murallas, a la altura de la también desaparecida puerta de Lattes, que conducía hasta la ciudadela. Situada en el extremo sureste del barrio de Écusson, posee una forma alargada, más o menos rectangular, midiendo aproximadamente unos 230 metros de largo por 50 de ancho.

En su origen tenía forma ovalada, lo cual dio pie a los habitantes de Montpellier para llamarla “plaza el huevo (L’Ouef)”, los mismo que aseguran que estamos ante uno de los lugares peatonales más grande de Francia, ya que, tras las obras finalizadas en 1984 en las que se le añadió el espacio resultante de los diferentes cruces del lado norte, según diseño del equipo de Alain Marguerit, la capacidad de la plaza se multiplicó, gracias también a la construcción del túnel de la Comédie que acoge una carretera y el acceso a los aparcamientos subterráneos.

La place de la Comédie se menciona por primera vez en el año 1755. El lugar está marcado por los incendios del teatro que tuvieron lugar en 1785 y 1881, en ambas ocasiones fue reconstruido. En el siglo XIX, durante el mandato de Jules Pagézy, la plaza se abre aún más al centro histórico con la apertura de la rue Foch y la rue de la Loge, además de estar mejor comunicada gracias a la construcción de la estación de tren situada a unos 500 metros al sur. Otra consecuencia ocurrida por la puesta en marcha del tranvía fue la peatonalización de la rue Maguelone.

La plaza se ha engalanado con diferentes edificios, entre los que destaca el del Grand Hôtel du Midi, construido en estilo “haussmannien” en 1890, el de los cines Gaumont y el que acogió las antiguas Galeries Lafayette que posee una cúpula conocida como “buceador”, al recordar a un antiguo casco de buzo, debajo del cual vemos frontones esculpidos en los que se representan las fuentes de riqueza de Montpellier durante el siglo XIX: la vid y el ferrocarril. En la actualidad la plaza se ha convertido en un sitio lleno de vida, ideal para tomar un refresco o un café en la terraza de una de sus muchas cafeterías o comprar alguna cosa, como ropa, en alguno de sus puestos, aunque te avisamos que todas esas opciones son caras.

En la plaza también encontramos la Fontaine des Trois Grâces (fuente de las Tres Gracias), obra de Étienne d’Antoine, llamada así por las esculturas de las tres gracias de la mitología griega: Aglaya (‘Belleza’), Eufrósine (‘Júbilo’) y Talia (‘Abundancia’). La fuente fue instalada aquí a finales de la década de 1790, pero posteriormente, en 1794, se colocaría en la Place de la Canourgue, donde entonces se encontraba el Ayuntamiento.

En 1989 la escultura de las diosas se trasladó al Museo Fabre, colocándose en su lugar una réplica, pero tras las obras de restauración del museo el grupo escultórico se movió nuevamente, en esta ocasión a una de las salas de la Opéra Comédie, donde sigue en la actualidad.

Y precisamente, el edificio del teatro de la Opéra Comédie es el más imponente de toda la plaza. Su origen hay que buscarlo en 1755, cuando se inauguró el primer teatro diseñado por Jacques Philippe Mareschal, que contaba con una sala doble: un auditorio principal y una sala de conciertos, situada perpendicularmente a la primera, lo cual constituye toda una originalidad de Montpellier que encontramos en el edificio actual.

Pero aquel teatro fue dañado en un incendio de 1785. Fue reconstruido y vuelta a poner en funcionamiento en 1788, pero otra vez el fuego lo volverá a dañar un año después, en 1789, por lo que nuevamente se reconstruirá. Una noche de abril de 1881 otro incendio, más voraz que los anteriores, destruyó completamente el edificio. La nueva Opéra Comédie, que vemos hoy, fue inaugurado en 1888, según diseño del arquitecto Joseph-Marie Cassien-Bernard, alumno de Charles Garnier, quien le dio un estilo italiano. Si dejamos el edificio del teatro a nuestra espalda y andamos hasta el final del boulevard Victor Hugo, nos toparemos con la Tour de la Babote, vestigio, junto a la Tour des Pins (situada a la espalda de la catedral de san Pedro), de las murallas que protegían la ciudad desde el siglo XIV. En el siglo XVIII, la torre de la Babote se acondicionó para albergar el observatorio astronómico de la Academia de las Ciencias.

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