MONTPELLIER (MONTPELHIÈR)

CIUDAD ANTIGUA DE MONTPELLIER


El barrio de Écusson constituye el centro histórico de la ciudad, llamada así por presentar un contorno con forma de escudo de armas. Los bulevares que lo circundan en su momento fueron las fosas medievales que bordeaban la muralla. El barrio está formando por un entramado de pasajes, plazas y callejuelas estrechas peatonales, en las que se levantan elegantes casas (llamadas “hôtels”), tiendas y restaurantes. Comenzamos el recorrido de la ciudad vieja por la zona sur, recorriendo la Rue de l'Argenterie.

Así llegamos al Hôtel Saint-Côme, actual Cámara de Comercio e Industria de Montpellier. El edificio fue construido ente 1751 y 1757, según planos del arquitecto Jean-Antoine Giral, gracias a los fondos legados al colegio de cirujanos por François de la Peyronnie, el primer cirujano de Luis XV, para servir como “anfiteatro para demostraciones anatómicas y como alojamiento para las asambleas de Maestría de Cirugía”.

Este edificio consta de dos partes separados por un patio. Frente a la Grand Rue Jean Moulin, el edificio, de dos alturas, posee en la planta baja un pórtico cubierto con bóvedas sostenidas por columnas dóricas. El frente del primer piso forma un balcón, en cuya fachada se abren ventanas de arco entre pilastras gemelas. Esta parte albergaba originalmente las salas de reuniones de los cirujanos.

En la Rue en Rouan vemos el otro edificio cuya forma exterior es octogonal, si bien, en su interior alojaba el anfiteatro destinado a realizar las demostraciones de anatomía como así lo dejó señalado Peyronnie, por eso actualmente es conocida como la Sala Lapeyronie. Tras el decreto de 1794, se unieron en el seno de la Universidad de Medicina el Colegio de Cirugía y el de Medicina. Posteriormente el edificio estuvo abandonado, hasta que en 1801 se instaló en él la Cámara de Comercio e Industria de Montpellier.

Muy cerca queda la Église Saint-Roch o iglesia de san Roque, construida en el mismo lugar donde anteriormente se levantaba la église St Paul o iglesia de san Pablo, la cual, a principios de la Revolución, siguió manteniendo su función pero en 1796 fue vendida y utilizada como depósito. Desde el siglo XVII, la iglesia de san Pablo contaba con una capilla dedicada a san Roque, santo nacido en Montpellier entre 1348 y 1350. A principios del siglo XIX y, sobre todo, entre los años 1830-1840 las epidemias de cólera hicieron que se despertara una gran devoción a san Roque en toda la región, dándole pronto nombre su santuario. Posteriormente, se propuso por iniciativa municipal la reconstrucción y ampliación de la iglesia, para lo cual se lanzó una suscripción publica en 1861.

El edificio, terminado en el año 1867, corresponde sólo parcialmente al proyecto inicial del arquitecto Jean Cassan que había previsto un templo con, además de la nave, un crucero, ábsides y dos torres con agujas, evocando la idea de “catedral ideal” elaborada por el gran impulsor del neogótico, Viollet-Le-Duc, enormemente recordado por su labor en la vecina Carcasona. La suscripción emitida por el municipio no recaudó las sumas necesarias y la construcción se detuvo en el crucero, antes de ser completada por un coro fuertemente rebajado, pero muy luminoso gracias a las vidrieras donde se puede reconocer a san Roque, acompañado por su perro. Las vidrieras, realizadas por los talleres de los pintores de vidrio Pierre-Gustave Dagrand y J-Fr. Champigneule, son de inspiración simbolista y modernista.

En su interior destaca la monumental estatua de san Roque con traje de peregrino, finalizada en 1894 por el escultor Auguste Baussan. También destacan el púlpito esculpido, obra maestra de la ebanistería de estilo neogótico, los lienzos del coro que están dedicados a la vida de san Roque (de los que tres de los cuatro fueron realizados por Auguste-Barthélémy Glaize, una de las figuras protagonistas del renacimiento de la pintura religiosa en Francia en aquella época) y la gran vidriera del coro, instalada en 1987 y realizada por Gérard Milon. También son reseñables las reliquias de san Roque, custodiadas en este templo y presentadas al pública cada año, el 16 de agosto.

En el exterior, alrededor de esta iglesia se extiende la place Saint Roch que alberga numerosos bares y restaurantes con terrazas, incluso un pequeño espacio verde con una fuente que invita al viajero a descansar un poco. Cerca se encuentra el arco que da acceso a la Rue Voltaire, en cuya pared podemos ver incrustada una bicicleta. Se trata de una obra que forma parte del llamado “Street-arts”, en el que un grupo de artistas urbanos toman las calles para llenarlas de obras de arte, ya sean grafitis, trampantojos (como el edificio que se levanta justo en frente de la iglesia de san Roque), mosaicos, collages, etc.… y cuyo objetivo es, además de asombrar, hacer que la gente mire hacia arriba, aunque sea con sus teléfonos móviles para sacar una fotografía.

Seguimos callejeando por estrechas y bonitas calles hasta llegar a la place Saint-Ravy, otro bonito rincón decorado con una fuente que encontramos en la Ciudad Vieja. Esta plaza fue creada en 1860 tras la demolición de un edificio en ruinas, el hôtel de Jude. En un lateral se encuentra la Galerie Saint Ravy, donde tiene lugar diferentes exposiciones culturales, mientras que, en el otro lado, situado en la parte superior de una pared, bajo una ventana ojival trilobulada, vemos un mural de azulejos de loza policromada, realizado por Raoul Bussy en 1905, en el que se lee “Schola de Montpellier” (Escuela de Montpellier).

Debajo del fresco se sitúan dos placas, una en latín y otra en francés, en los que se evoca el agradecimiento de la ciudad a uno de sus hijos, Paul Coulet. Si dejamos la plaza a nuestra espalda, atravesaremos un arco que da a la rue Saint Ravy, otra de las estampas típicas.

Y así llegamos a otra de las calles más fotografiadas, sin duda, de Montpellier, la Rue du Bras de Fer (calle del Brazo de Hierro). Se trata de una callejuela que vence el desnivel, mediante unas escaleras cuyos escalones presentan vivos colores, entre la rue de l'Ancien-Courrier y la place Castellane. Este pasaje debe su nombre a un antiguo brazo de hierro que emerge de la pared para agarrar una farola y que todavía puede verse actualmente en la parte superior junto al arco. El arco abovedado data del siglo XIV que conecta a ambos edificios situados a cada lado de la callejuela, es uno de los tres que aun queda en la ciudad (junto con el de Jacques Cœur y el ya visto arco de la rue Voltaire).

A un tiro de piedra se encuentra la Place des Martyrs-de-la-Résistance, llamada así en honor de los mártires de la resistencia, debido a que el edificio de la Prefectura cercana fue, durante la II Guerra Mundial, lugar de tránsito de los miembros de la resistencia, antes de ser encarcelados. La plaza se originó a finales del siglo XIX tras el derrumbe de muchas de las casas que ocupaban el espacio y con ellas desaparecieron también varias calles y callejones. El edificio de la Prefectura fue construido entre 1867 y 1870, según planos del arquitecto Charles Bésiné. El inmueble incluirá, respetándolo, el antiguo hôtel de Ganges que fue construido en 1686. Al oeste de esta edificación se encuentra la Place Chabanneau, conocida como place de la Préfecture, con una fuente y su escultura realizada por Jean Journet, colocada aquí en 1883.

Al este de la Prefectura se sitúa la Place du Marché aux Fleurs, espacio ocupado antaño por un convento de capuchinos que fue destruido durante la Revolución. Por ello, fue llamado Place des Capucins, pero el nombre fue cambiado durante la Restauración por el de Place Louis XVI. De hecho, en 1829 se instaló una escultura de dicho rey, realizada por Achille Valois en 1819. Tras el final de la Restauración y la llegada de la Monarquía en 1830, la estatua fue retirada y almacenada, hasta que en el año 1966 el alcalde de entonces, François Delmas, se la ofreció a la ciudad de Louisville en Estados Unidos. Actualmente, y desde 1985, podemos ver una fuente con una escultura realizada por el escultor español Manuel Clemente Ochoa.

La calle Foch, una de las principales vías de Montpellier, conduce hacia el oeste, directamente al Arc de Triomphe. Pero antes, tomamos dirección hacia el este para visitar el cercano Musée du Vieux Montpellier que está instalado en el Hôtel de Varennes, edificio del siglo XVIII reconstruido sobre unos vastos restos medievales. En su interior se exhiben diferentes colecciones de objetos muy diversos (como esculturas, pinturas, grabados, muebles, medallas, lozas, vestimentas, etc.) relacionados con la historia de la ciudad desde la Edad Media hasta el siglo XX.

Cerca se encuentra la Œuvre de la Miséricorde , un lugar atípico que contiene una capilla y la última botica o farmacia de Montpellier que aún se encuentra en su lugar original. La farmacia está compuesta por dos salas: una del siglo XVIII y otra del XIX. La capilla fue construida en el 1830 en los antiguos talleres de la Casa de la Moneda. Llegados a este punto, no podemos pasar por alto que el centro histórico de Montpellier se puede realizar cómodamente desde un trenecito eléctrico que recorre sus calles.

Llegamos ya a la capilla Sainte-Foy, comúnmente conocida como Chapelle des Pénitents blancs. La construcción de la primera ermita de estilo románico, de la que quedan pocos restos, data probablemente del siglo XII. Fue incendiada y destruida por los hugonotes en 1562 y 1568 durante las Guerras de Religión. El lugar, considerado estratégico por su proximidad a la muralla, sirvió como cementerio a la sombra de las ruinas de aquella ermita durante más de cincuenta años. En 1621 esa muralla fue arrasada, perdiendo su estatus, por lo que en 1623 se inició la reconstrucción de la capilla. Actualmente, su principal interés radica en su decoración barroca interior y su artesonado del siglo XVII, además de su campanario, aún en funcionamiento, fechado en el 1401.

Desde aquí se puede ir a visitar la Esplanade Charles de Gaulle y el Museo Fabre, tras lo cual se retomaría la ruta de nuevo hacia el oeste, en dirección al Promenade du Peyrou. Antes, nos vamos a desviar hacia otra de las plazas importantes de Montpelier, la Place Sainte-Anne. Esta apacible plaza en pendiente está rodeada de algunas terrazas de cafeterías y restaurantes, lo cual no le resta serenidad, convirtiéndola en un lugar perfecto para tomar un breve descanso durante la visita a la ciudad.

Al norte se sitúa la coqueta y pequeña Place du Petit Scel, ocupada por completo por las mesas y sillas de la terraza de un bistró, y en cuyo centro se colocó en el año 1992 una fuente cubierta de musgo. Estamos, pues, en el corazón de la ciudad medieval, puesto que el distrito de santa Ana existía ya desde el siglo XI, desarrollándose alrededor de la desaparecida Église Saint-Firmin, la primera parroquia de la ciudad, de cuyo único vestigio es la celebración cada 11 de octubre de la onomástica del santo, además de ser el patrón de Montpellier.

En el siglo XIX, en pleno crecimiento económico gracias al comercio del vino, se decidió levantar la Église Sainte-Anne para sustituir a una antigua capilla del mismo nombre que se quedó pequeña. Se concibió el edificio más alto de la ciudad, de hecho, culmina a 25 metros por encimas de las casas más altas y supera en 34 metros las torres de la Catedral de san Pedro, desde entonces su campanario domina toda la ciudad histórica. Su estilo arquitectónico está fuertemente influenciado por la concepción del neogótico por parte de Viollet le Duc.

En su interior el templo posee tres naves de igual altura, cubiertas por bóvedas de crucería falsa y separadas por grandes arcadas, mientras que el ábside es pentagonal. Las esbeltas columnas tienen una altura de doce metros. En su fachada principal, el campanario se eleva a 68 metros de altura, sobre un pórtico formado por tres esbeltos cuerpos y coronada por una aguja con pináculos.

La iglesia está inspirada en el gótico del siglo XIII y, al mismo tiempo, en la église St Eugène de París. Así mismo también existen reminiscencia de las torres de la catedral de Senlis en el campanario, como las agujas y los lucernarios que iluminan la parte superior de las mismas. Las esculturas son obras de Auguste Baussan, quien se inspiró en el arte del siglo XIII francés, particularmente en la catedral de Reims, donde los ángeles, protegidos bajo baldaquinos, están entronizados sobre pináculos. Son reseñables también las representaciones de la lujuria y la codicia en los nervios.

La iglesia de santa Ana fue desacralizada en la década de 1980, albergando en la actualidad en su interior el Carré Sainte-Anne, una sala de exposiciones de arte contemporáneo, inaugurado en el año 2011. Entre los artistas contemporáneos que han expuesto sus obras aquí se encuentran Desgrandchamps, Pagès, Di Rosa y Manuel Ocampo.

Dejamos la zona para volver a callejear, en esta ocasión por la animada Rue Saint-Guilhem, para después ascender por la Rue de la Valfere, calle donde comprobamos que ciertamente Montpellier hace honor a su término Mont (monte), al percatarnos que estamos ascendiendo por una colina. Y es que, aunque parece evidente que es exagerado utilizar la palabra monte, no lo es emplear el término colina, pues la ciudad se levantó alrededor de tres colinas: estamos en una de ellas.

El nombre de la Rue de la Valfere, deriva del apellido de una antigua familia provenzal, los “de Valbelles”. En el número 10 se encuentra la entrada principal del palacio donde vivió aquel linaje, el Hôtel de Lunas, cuyo origen se remonta al siglo XVI, cuando en el año 1550, un médico y doctor en medicina de la Facultad Denys Fontanon hizo levantar dos casas aquí. Desde entonces, a lo largo de los siglos, los edificios fueron unificados y modificados, cambiando en varias ocasiones de nombre. La forma que posee hoy se la dio en 1855 Félix Sabatier. El final de la calle desemboca al lado del Arc de Triomphe que da acceso al Promenade du Peyrou.

Tras finalizar la visita del Promenade du Peyrou, se puede poner rumbo a la catedral de san Pedro y al cercana Musée et conservatoire d'anatomie. En ese camino nos toparemos con la Place de La Canourgue, la más antigua de Montpellier. Este fue el lugar elegido para levantar la catedral, pero finalmente esa idea no se materializó. Actualmente la plaza está rodeada de hôtels del siglo XVII: el hotel Richer de Belleval, el hotel de Cambacérès y el hotel de Sarret. El centro de la plaza está decorado con la Fontaine des Licornes (Fuente de los Unicornios), diseñada por el arquitecto municipal Jacques Donnat en 1773, esculpida por Étienne Dantoine e inaugurada en 1776. Al fondo del jardín, se obtiene una bonita panorámica de la ciudad y las torres de la catedral de Saint-Pierre.

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