MICENAS (ΜΥΚΗΝΕΣ)

RUTA POR MICENAS Y EL TESORO DE ATREO


Una vez dejada atrás la entrada, tenemos tres opciones: dirigirnos a la ciudadela, ir al museo (que está a la izquierda) o visitar antes las tumbas reales y el Círculo de Tumbas B; nosotros decidimos visitar primero éstas últimas. Inmediatamente lo primero que nos encontramos es el denominado Círculo de Tumbas B (visible desde el exterior del recinto) de 28 metros de diámetro construido con sillares, el cual contiene 26 tumbas de las que catorce eran de fosa mientras que el resto eran enterramientos simples poco profundos. Este Círculo se usó entre 1610 y 1490 a.C., por lo que es más antiguo que el A, que después veremos intramuros.

Este círculo fue parcialmente destruido para colocar en su lugar la llamada tumba de Clitemnestra (s. XIII a. c.). Este tipo de sepultura se denomina tholos y la que nos ocupa es la más moderna de las cuatro encontradas alrededor de la fortaleza. En el momento de su excavación se encontraron en su interior ricos ajuares funerarios y estelas, los cuales fueron saqueados a principios del siglo XIX por el gobernador turco de Nafplio, para lo cual destruyó la cúpula, actualmente restaurada, ya que el acceso por el corredor abierto o dromos estaba oculto.

Interiormente, la cámara tiene un diámetro de 13,50 metros y la cúpula está a unos 13 metros de altura. Exteriormente, posee una fachada monumental (similar al llamado tesoro de Atreo, pero mucho más pequeña) que originariamente estaba decorada por semicolumnas de yeso revestidas de mármol con motivos geométricos. Se desconoce la razón por la que los antiguos micénicos dejaron las tumbas del tipo fosa (como los del Círculo) y adoptaron este nuevo modelo de enterramiento.

Justo al lado encontramos la llamada tumba de Egisto, construida entre los años 1510-1460 a.C., siendo una de las sepulturas de este tipo más antiguas de Micenas. En este tolos podemos ver que usaron la piedra no acabada, no revistieron los muros del corredor y no empleaban el uso del triángulo de descarga sobre el dintel de la puerta. En la actualidad carece de cúpula y permanece descubierto al exterior.

Volviendo sobre nuestros pasos y subiendo de nuevo el sendero nos aproximamos a los pies de las murallas ciclópeas, construidas entre los años 1350-1250 a.C. y llamadas así porque según cuenta la leyenda, las piedras que lo forman son tan pesadas y toscamente encuadrados, que sólo es obra de los míticos cíclopes.

Forman alrededor de la acrópolis un triángulo irregular de 900 m, con una altura de 17 m y un espesor de 8 m. En ellas, lo primero que vemos es la famosa Puerta de los Leones, de 3 metros de ancho, 3,10 de altura y 1,20 de profundidad. Este relieve monumental, el más antiguo de Grecia, está compuesta por cuatro monolitos de piedra caliza, cuyo peso es de 20 toneladas cada uno, en el que podemos apreciar los leones enfrentados a una columna, todo ello enmarcado por el triángulo de descarga.

La puerta monumental se construyó hacia el 1250 a.C. cuando se ampliaron las murallas hacia el oeste para acoger las tumbas del Círculo A. Este acceso contaba con una puerta de dos hojas de madera que estaban recubiertas por láminas de bronce. Como recuerdo de aquel acceso se pueden ver actualmente las marcas de ruedas en las jambas, así como el hueco de los pernos en el dintel.

Nada más atravesar la Puerta encontramos a la derecha el llamado Círculo de Tumbas A del siglo XVI a.C., consistente en un doble círculo de 26 metros de diámetro. Como ya hemos señalado, el muro se modificó para para incluirlo dentro de él, para ello se hizo una parte circular para soportar el relleno de tierras de las fosas. A su vez se construyó un segundo muro formado por losas verticales de 1 o 1,50 metros de altura.

Las tumbas permanecían cubiertas con estelas que estaba decoradas con relieves en el que se representaban escenas de guerra, caza o gimnasia. Aquí se descubrieron 19 esqueletos con ajuares que incluían máscaras de oro y joyas de plata, oro y marfil, entre los que destaca la llamada máscara de Agamenón, erróneamente atribuido a ese personaje ya que corresponde a un rey micénico muerto alrededor del 1600 a.C.

Al lado del Círculo de Tumbas A, se han excavado los cimientos de tres edificios micénicos con espacio para viviendas y almacenaje. En la llamada “Casa de la cratera de los guerreros” se encontró el famoso Vaso de los guerreros, expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas (al igual que la Máscara de Agamenón). También se encuentra en esta zona un lugar de culto.

Inmediatamente comienza la ascensión por la gran rampa, vía real flaqueada por muros y que fue modificada en el siglo III a.C. por la construcción de casas y comercios. Después de andar un ratito llegamos a la zona más alta del conjunto donde se encuentra el palacio. Tras pasar por un estrecho pasaje (el llamado propileo monumental que en la actualidad es sólo un bloque de piedra caliza donde se sustentaba una columna) llegamos al gran patio.

A la derecha de éste está la sala del trono y a la izquierda el mégaron. Al sur del patio, cerca de la sala del mégaron hay una escalinata que nos llevan a los pocos restos del templo de Atenea. Completamos el recorrido del palacio con el edificio principal. Desde allí arriba las vistas son impresionantes.

Ahora descendemos a la parte oriental de la acrópolis, donde pueden verse restos de la “Casa de las columnas” junto a diversas ruinas de otros edificios, esta zona es llamada el barrio de los artesanos.

Si descendemos aún más, nos toparemos con las cisternas que aseguraban el agua a la acrópolis en caso y asedio. Tenían una profundidad de 18 metros y se accedía a ellas a través de unas suntuosas escaleras. Una conducción subterránea de terracota conectaba las cisternas con un manantial situado a unos 300 metros de distancia. Por otro lado, los arqueólogos piensan que cerca de su entrada había una casa que pertenecía al guardián de la cisterna.

Cerca de éstas se encuentra una especie de puerta al final del muro este del conjunto, es difícil de localizar desde el exterior pero que sin embargo desde el interior es más fácil para defender el recinto, además de vigilar los alrededores sin ser visto.

De vuelta, vamos bordeando las murallas, y nos topamos con la puerta de entrada norte. Enseguida, emprendemos nuestro camino para volver a salir por la puerta de los leones, para que, a continuación, concedernos un momento aseo (al salir de la puerta de los leones a la derecha, misma dirección que museo) refrescarnos las caras, y emprender el camino al museo que acoge las piezas encontradas en Micenas.

El Museo Arqueológico de Micenas se encuentra en un edificio moderno ubicado al pie del recinto arqueológico. Aquí vemos piezas procedentes de las excavaciones realizadas en este yacimiento y en el área circundante, abarcando el período que va entre el 3000 a.C. hasta el II a.C. En la entrada se encuentra una maqueta de Micenas que nos introduce en la historia del lugar.

A través de diferentes piezas (originales y copias) nos adentramos en las diversas rutinas de los micénicos como: vida cotidiana, usos funerarios, política, administración, religión, tecnología, arte y comercio. Entre ellas destacan diversas estatuillas de terracota, piezas antropomorfas de cerámica, fresco como la que representa a una divinidad o a una sacerdotisa, etc.…

Después de salir del museo, con un ligero mal sabor de boca, pensamos que es interesante pero no podemos obviar que lo mejor está en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Así damos por finalizada nuestra visita a Micenas, pero antes de abandonar el lugar nos dirigimos al tesoro de Atreo y desde allí mismo tomamos una imagen general del conjunto de la acrópolis.

Llegamos ya al Tesoro de Atreo o Tumba de Agamenón. Es importante señalar que la tumba se encuentra en otro recinto, donde para acceder tenemos que adquirir un ticket de entrada, si no tenemos un billete combinado. Para llegar tienes dos opciones: ir antes de visitar Micenas (con lo que te desviarías a la izquierda, el parking está en la misma carretera) o, como hicimos nosotros, visitar el tesoro de Atreo después de ver Micenas ( con lo que te desviarías a la derecha de la carretera).

El monumento se construyó en el camino que llevaba a la ciudad, de manera que los visitantes pudieran admirar el esplendor de los señores de Micenas. Estamos ante la obra maestra de la arquitectura micénica. Su construcción se remonta al siglo XIV a.C., está precedido por un corredor (o domos) de 36 x 6 metros, flaqueado por murallas de hilado irregular.

Inmediatamente se abre la puerta de 5,40 x 2,70 metros que se estrecha hacia la parte superior y coronada por dos arquitrabes monolíticos (el cual uno de ellos pesa 120 toneladas) y un triángulo de recarga que en su época estuvo decorado por un relieve. Ya en el interior, constituido por una inmensa cámara circular de 14,50 metros de diámetro y 13,20 de altura, nos encontramos con una cúpula formada por 33 hileras concéntricas de sillares sin mortero, colocados de forma que cada vez están más cerca los unos de los otros hasta constituir esa falsa cúpula. De esta forma el centro de gravedad se dirigiría hacia el interior con cada hilada añadida, por lo que se contrarrestó apilando un espesor cada vez mayor de mampostería en el exterior de la cúpula.

Además, para que la cúpula no se hundiera, fue totalmente cubierta de tierra formando un cúmulo para reforzar la construcción. Aún así, los antiguos micénicos sabían que el punto débil de la tumba era la entrada, ya que soportaba una fuerte presión desde el interior. Por ello, para contener dicha tensión, se le añadió un triángulo de descarga, dinteles y jambas cada vez más pesados.

A la derecha de este impresionante lugar se encuentra anexa la cámara sepulcral del cabeza de familia de 6 m², se cree que fue utilizado para rituales y usos funerarios, como libaciones a dioses o al espíritu del fallecido. Actualmente esta cámara se encuentra cerrada al público mediante una verja, aun así, no pudimos resistirnos hacer una foto con flash para ver el interior y hacernos una idea.

Las paredes de esta tumba estaban revestidas con yeso pintado decorado con bronce. El cuerpo del fallecido era colocado justo debajo de la cúspide de la cúpula rodeado de su ajuar. Los cuerpos de los demás difuntos se arrinconaban con sus pertenencias para hacer sitio al más reciente. Los tholos poseen esta forma porque, seguramente, daban la sensación de estar entrando al mundo de los muertos, más aún cuando, conforme se va adentrando al interior, la oscuridad y silencio son mayores. Finalmente señalar que, aunque esta tumba recibe el nombre de Agamenón, al datarse con precisión se le atribuyó a Atreo.

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