PAROS (ΠΑΡΟΣ)

UNO DE LOS MONUMENTOS PALEOCRISTIANOS MEJOR CONSERVADOS DE GRECIA


A pocos metros del puerto de Parikia se encuentra el monasterio de Panagia Ekatontapiliani, uno de los monumentos paleocristianos más importantes y mejor conservado no sólo de las Cícladas, sino también de toda Grecia. Existe una leyenda que dice que fue construido por la propia santa Elena, madre de Constantino, el primer emperador de Constantinopla: durante su viaje a Tierra Santa en busca de la Vera Cruz o Santa Cruz, una fuerte tormenta hizo que se detuviera en Paros, donde se refugió en una pequeña capilla (la actual de san Nicolás). Aquí rezó y prometió a la Virgen construir una basílica mayor si su búsqueda tenía éxito. El final de la historia tiene dos versiones, una primera que asegura que Elena encontró un trozo de la Cruz, por lo que regresó a Paros y construyó la iglesia, y una segunda que afirma que murió en el 328 d. C. y no pudo cumplir su promesa, por tanto, fue asumida por su hijo Constantino quien mandó construir el templo que dedicó a la Asunción de la Virgen en nombre de su madre, para lo cual se rodeó de los más grandes maestros y arquitectos de su época.

Leyendas aparte, el edificio registra toda la historia de la isla desde la antigüedad hasta la actualidad. La iglesia primigenia se construyó en el siglo IV, durante el reinado de Constantino el Grande, con forma cruciforme y un tejado a dos aguas de madera, aunque en el siglo VI el emperador bizantino Justiniano amplió y reformó el templo, sustituyendo el techo de madera por una cúpula y bóvedas, dándole su forma basilical actual. Aunque no se sabe con certeza quien fue el arquitecto que diseñó y construyó el templo, algunos estudiosos sugieren que pudo haber sido algún alumno del famoso maestro Isidoro de Mileto, el arquitecto de santa Sofía en Constantinopla, debido a similitudes del estilo arquitectónico de ambas construcciones. Según la leyenda aquel alumno fue Ignacio, quien tras terminar la reforma de la iglesia hizo que su maestro viniera a Paros para inspeccionar la obra, la cual era tan asombrosamente hermosa y perfecta que Isidoro tuvo tanta envidia y celos que, fingiendo un fallo arquitectónico, llevó a su alumno al tejado de la iglesia, donde le empujó. Sin embargo, Ignacio se aferró a su maestro, cayendo y muriendo ambos frente a la iglesia.

Justiniano tenía muchos motivos para que la iglesia pudiera seguir existiendo, siendo el más importante el hecho de fortalecer e impulsar los sentimientos religiosos y políticos de los habitantes de Paros, para beneficiarse así de sus recursos naturales. Entre esos recursos se encontraba el famoso mármol de Paros, el más raro, diáfano y exquisito del mundo conocido, el mismo que se utilizó posteriormente para hacer los pilares, columnas y la cúpula de la "Panagia ton Vlahernon", ubicada en Constantinopla. En los siglos posteriores fue restaurada varias veces por haber sido dañada por desastres naturales, incendios, terremotos, invasores, etc., convirtiéndola en un complejo de elementos paleocristianos, bizantinos y posbizantinos. La más significativa ocurrió en 1733, cuando un terremoto derrumbó las bóvedas norte y oeste y parte de la cúpula central. Durante su reconstrucción, en la que tuvo un importante papel Nicolaos Mavrogenis, se hicieron ampliaciones, deformando el edificio original de Justiniano. En el siglo XX (1959-1966) el arqueólogo Anastasios Orlandos eliminó todas las decoraciones barrocas venecianas, con el objeto de recuperar su estética bizantina original.

En cuanto a su nombre, ya desde el siglo XVI se la conocía tanto como Katapoliani (palabra griega que hace referencia a su ubicación: "kata tin polin" que significa cerca de la ciudad antigua), como Ekatontapiliani, cuyo significado es "Cien Puertas", nombre que, aunque evoca su magnificencia, está relacionado con una leyenda bizantina que dice que el templo posee 99 puertas visibles y otra oculta, la cual se abrirá cuando la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla regrese a manos cristianas ortodoxas. El nombre de Katapoliani se usó por primera vez en 1562 en un memorando sobre Naxos y Paros escrito por el duque del archipiélago Juan IV, mientras que el segundo, Ekatontapiliani, se mencionó por primera vez en un documento del patriarca Teolepto II, en 1586. En la actualidad el nombre oficial es el de iglesia de Panagia Ekatontapiliani.

Sea como fuere, lo primero que vemos al acercarnos al complejo es el “parvis”, es decir al alto muro protector que lo rodea y que tiene una altura de 8,5 metros y una longitud de 252 metros. Los elementos decorativos de esta pared son los dos campanarios construidos en estilo del Egeo. Estos muros se construyeron en el siglo XVII alrededor de los edificios sagrados para protegerlos de las invasiones y de los destrozos de los piratas, antes de lo cual se encontraban al aire libre sin obstáculos. Simultáneamente también se levantaron las celdas monásticas que se encuentran en la zona interna, adyacentes al propio muro, con amplias y espaciosas arcadas, lo que hizo que cambiara su aspecto, a la vez que proporción la tan necesaria protección en aquellos tiempos.

La zona interna del parvis acoge un conjunto de edificios que incluye, además del propio templo principal y las celdas, seis capillas (Agios Nikolaos, Agios Anargyros, Agios Filippos, Agia Theodosia, Agios Dimitrios y Osia Theoktisti, patrona de Parikia), además del antiguo baptisterio que data del siglo IV. El patio exterior resultante fue ideal para construir unos jardines para meditar. Aquí podemos ver en unas macetas plantas de albahaca, las cuales se riegan y se cuidan con mucho mimo, como homenaje a la memoria de la moja Osia Theokisti, quien vivió sola en la isla durante 35 años durante el siglo IX, alimentándose a base de albahaca silvestre y agua bendita. La santa venía desde Lesbos escapando de unos piratas, y tras llegar aquí, se hizo cargo del templo, pues en aquella época las islas del Egeo estaban casi deshabitadas.

Se sabe su historia gracias a los escritos del oficial y ministro bizantino Nikitas (902 d. C.), quien también se refugió en Paros de una tormenta. A él también le debemos el primer testimonio literario de la iglesia, en el que describe el mármol de las paredes tan magistralmente trabajado “que parecía gasa”. Antes de entrar a la iglesia, si miramos hacia la fachada, a nuestra izquierda, en el costado norte del templo, se encuentra la pequeña capilla de santa Theokisti, en la que se encuentra su tumba. Al lado se levanta la capilla de Agia Theodosia, ambas pertenecientes al periodo posbizantino, concretamente esta capilla fue añadida en el año 1619.

De camino hacia el interior de la iglesia, a pocos metros de la capilla de Agia Theodosia, adosado al propio muro o parvis del lado norte vemos una puerta de mármol datada en el siglo XVII que fue la entrada principal del templo hasta la restauración que llevó a cabo Orlandos durante los años 1959 y 1964. Según la tradición, en la base de las columnas se representaron unas figuras alegóricas que hacen referencia al arquitecto Isidoro y a su alumno que murieron frente a la iglesia. Esta es la explicación de la sabiduría popular, sin embargo, la ciencia arqueológica nos dice que en verdad estas figuras corresponden con dos sátiros que se encontraban originalmente en un antiguo templo de Dioniso, por lo que son mucho más antiguas que la propia iglesia.

Y prácticamente en medio del rectángulo irregular que forma los muros se levanta la majestuosa iglesia de Ekatontapiliani, lugar famoso de peregrinación mariana del Egeo, sólo superada por la famosa iglesia de Megalochare, en la cercana isla de Tinos. Ekatontapiliani posee una fachada que prácticamente ha permanecido inalterada desde principios del siglo IV. El templo se construyó sobre un antiguo gimnasio que, según una inscripción arcaica hallada aquí, pertenecía a la “Magnífica Ciudad de los Parios”.

Esta pieza, junto con muchos otros artefactos, piezas y elementos de mármol, se encontraron durante las intensivas obras de restauración dirigidas por el arqueólogo Orlandos, quien reveló la terraza occidental. No hay que olvidar que los primeros cristianos solían construir sus iglesias con partes de otros templos antiguos, por lo que la propia edificación de la basílica también conserva piezas de mármol procedentes de antigüedades de Paros (se estima que se utilizaron más de 2500 elementos arquitectónicos antiguos para construir la iglesia de Panagia, el baptisterio y la capilla de Agios Nikolaos). A la derecha e izquierda de la puerta principal de la iglesia de Panagia se pueden ver restos de mármol que provienen de un templo de época clásica que se encontraba decorado con triglifos dedicados a Zeus Eleftherios, como lo indica la inscripción en la que se lee “ZEUS ELEFTHERIOS”.

Entramos ya al interior de la iglesia de Panagia Ekatontapiliani y comprobamos que, efectivamente, es de planta cruciforme, separadas en tres naves por columnas dóricas reutilizadas. Todos los arcos sobre los soportes principales provienen de los templos arcaicos de Kastro, mientras que los arquitrabes provienen de un templo del período helenístico (por cierto, fragmentos de arquitrabes del mismo templo también se reutilizaron para la construcción del castillo veneciano). Las columnas y sus bases provenían de edificios del período helenístico, aunque sufrieron diversas modificaciones y ajustes durante la época bizantina para su uso en la gran iglesia cristiana. Hay que decir que dos grandes columnas jónicas y sus bases se conservan en el suelo de la nave central de la iglesia, frente al panteón, a 1,5 metros de profundidad.

También se emplearon molduras jónicas de edificios de la época clásica para construir el tabique de iconos. En el muro este, a la derecha del tabique de iconos, hay una sección de mármol con la inscripción "Archontas Haris Serapis", probablemente procedente del Serapeion de la isla. El altar está construido con una gran sección de molduras arcaicas y cuatro columnas helenísticas.

De igual manera, aquí se custodia, tanto en la propia iglesia, como en sus capillas, numerosos iconos, la mayoría de los cuales datan de los siglos XVII o XVIII. Los iconos más importantes son: el de origen bizantino cubierto de plata en 1788 "La Virgen María de Ekatontapiliani", "El Pantokrator" (El Omnipotente), "La Asunción de la Virgen María" (cuyo día grande es el 15 de agosto, cuando la imagen sale en procesión por las calles de Paros con gran devoción, con música, comida y bailes tradicionales), "La Virgen Orante" y "La Purísima".

Aquellos tres primeros iconos se encuentran en el iconostasio del templo principal, los cuales fueron donados en el siglo XVIII por Nikolaos Mavroyenis, quien, aunque era originario de Paros, fue príncipe de Moldavia y Valaquia y dragomán (intérprete) del sultán turco. Estos cargos ministeriales solían ser ocupados por griegos, principalmente por su educación y sus habilidades administrativas y diplomáticas. Pero Mavrogenis fue un gran benefactor de la iglesia y de la isla. También fue el antepasado de la gran heroína de Paros durante la Revolución Griega, Manto Mavrogeni, cuyo busto se encuentra en la plaza central de Paroikia.

Volviendo al santuario, tanto el iconostasio, como el arquitrabe que lo remata se remontan al silgo VI. Aquí se encuentra el Bema (plataforma elevada, similar a un presbiterio, que en el rito bizantino u ortodoxo delimita la zona reservada al clero y a los ministros), detrás del cual se sitúan dos elementos arquitectónicos de gran importancia: el ciborio (una estructura de mármol sobre el altar) y el sinthronon episcopal que se encuentra formado por 7 peldaños semicirculares de mármol recuperado de las ruinas del teatro antiguo. También vemos dos tronos de mármol, más bajos y sencillos, destinados a los asistentes del arcipreste.

Desde esta zona vemos la cúpula del santuario principal, uno de los elementos arquitectónicos favoritos de Justiniano que recibió especial atención en su legado. Por su parte, las bóvedas laterales se construyeron con toba de colores, recortadas y dispuestas según cromatismo, lo que permitió que la luz de las ocho ventanas de la base de la cúpula se filtrara, pasara por la galería superior y se uniera a la luz de las velas que los fieles encendían. Esta luz, reflejada en el mármol translúcido de Paros, se consideraba especialmente inspiradora y trascendental, por esta razón, Justiniano consideró la cúpula un elemento esencial, definiéndola como “una parte del Cielo que se cierne sobre la tierra”.

Y precisamente, al noreste de la basílica de la Virgen, se levanta la capilla de Agios Nikolaos, que también cuenta con una cúpula de la misma época que la principal (siglo VI). Se trata de la capilla más antigua, no sólo del complejo de Ekatontapiliani, sino de Paros en general, ya que su parte más antigua se construyó en el siglo IV. De igual manera, aquí también se reutilizaron elementos antiguos, como diferentes piezas arquitectónicas procedentes de templos arcaicos, como los siete capiteles dóricos, dos secciones de columnas, una columna jónica que formaba al menos dos esquinas y rodeaba un espacio interior, etc.

El examen de otros elementos arquitectónicos, como las estructuras, el ábside y el altar, llevó a suponer que estas piezas provenían de los templos de Hestia y Pritaneion, hipótesis respaldada por dos inscripciones relacionadas con el templo de Hestia. Por otro lado, muchos arqueólogos creen que esta pequeña capilla era donde santa Elena iba a rezar cuando, de camino a Palestina en busca de la Vera Cruz, se detuvo en Paros para refugiarse de una tormenta.

Al otro lado del Bema, en su lado sur, se encuentra la capilla de Aghios Anargyri que correspondía con el antiguo diaconicón bizantino temprano de Agios Vimas, es decir la antigua cámara donde se custodiada el diácono y se guardaban los ornamentos, libros, etc. que se usaban en los Servicios Divinos. Al sur de la capilla de Agii Anargiri, y justo al lado, se encuentra la capilla de Agios Filippos, en la que destaca sus pinturas e iconos de épocas posteriores que fueron integrados tras la reconstrucción.

Si ahora salimos del santuario y giramos a nuestra izquierda, antes de acceder al baptisterio, es recomendable ascender unas escaleras que nos llevará de nuevo al interior de la iglesia Panagia Ekatontapiliani, más concretamente a una galería con un serrallo (una sección separada para que las mujeres pudieran asistir a misa), que cuenta con balcones desde los que ve una perspectiva preciosa y diferentes del interior del templo.

De nuevo en estas galerías encontramos restos de algunas de las pinturas murales más antiguas de la iglesia, por lo que merece la pena un paso lento para asegurarnos de encontrar cada una de ellas. Tanto las pinturas que vemos aquí, como las que observamos en el resto de las paredes del santuario datan del siglo XVII y representan las 24 estrofas del Himno Acatista.

Además, en uno de las estancias con que cuenta la galería podremos ver fotografías de los hallazgos encontrados durante las intensivas obras de restauración dirigidas por el arqueólogo Orlandos en el siglo XX. Entre las piezas fotografiadas vemos unos mosaicos que pertenecieron al antiguo gimnasio del siglo III d.C., en algunos de los cuales se representó los Trabajos de Hércules. De igual manera, en otra de las estancias se expone una pequeña colección de vestimentas para los ritos religiosos.

Destaca muchísimo la vista que se obtiene desde aquí del interior del santo Bema, en el que veremos claramente algunos de los elementos singulares del cristianismo primitivo de Ekatontapiliani, como el ciborio de mármol situado mármol sobre el altar y sostenido por cuatro columnas clásicas con capiteles corintios y, al fondo, el synthronon, que recuerda a un antiguo teatro griego. De igual manera, desde esta perspectiva se pueden ver perfectamente los frescos situados encima del Bema.

De nuevo en el exterior, y tras descender las escaleras, en un costado se encuentra la entrada al antiguo baptisterio que data del siglo IV, el más antiguo y mejor conservado de toda Grecia y de todo el oriente ortodoxo. De nuevo aquí encontramos ejemplos de materiales arquitectónicos más antiguos reutilizados para la construcción del baptisterio, como las nueve secciones de arquitrabes arcaicos que se utilizaron como vigas sobre las columnas de las naves laterales y la entrada central.

Su interior, que mantiene una decoración austera, típica de los primeros siglos del cristianismo, conserva una pila bautismal cruciforme de mármol, donde se bautizaba por inmersión a los cristianos mayores hasta el reinado del emperador Justiniano, época en la que se comenzó a bautizar también a los niños. El techo del baptisterio, al igual que ocurrió con el templo antiguo, también fueron reemplazados por cúpulas.

Volvemos al patio exterior, más concretamente en el extremo oriental de la galería sur de celdas, donde se encuentra la capilla de Agios Dimitrios. Su interior, aunque más modesto que el templo principal, sigue fiel al estilo bizantino típico, con muros encalados y techos abovedados. Su construcción presenta las mismas técnicas: reutilización de mármoles antiguos e integración excepcional en un entorno sagrado que mezcla arte paleocristiano, bizantino y posbizantino. La capilla está dedicada a San Demetrio, por lo que aquí se realizaba su culto específico dentro del santuario mayor, además de ser utilizado para celebraciones litúrgicas o devociones particulares.

En esta zona, alojado en parte de las celdas, se encuentra el museo Bizantino de Paros que expone algunos de los iconos y reliquias de Ekatontapiliani. La colección tiene su origen a principios del siglo XX, cuando incluía obras que habían permanecido en la propia iglesia durante siglos y otras procedentes principalmente de iglesias de la parroquia, enriqueciéndose poco a poco con el paso del tiempo. A lo largo de los años, el museo ha estado albergado en diferentes dependencias del complejo: primero en la planta baja del ala norte, después en tres celdas de la planta superior del ala sur y finalmente, y desde mayo de 1996, se alojó en tres espacios unificados de la planta baja, una capilla y dos salas, en la esquina suroeste del complejo de celdas.

En su interior, en el que están prohibido las fotografías, se exhiben íconos, manuscritos, vestimentas litúrgicas, cruces, objetos religiosos y fragmentos arquitectónicos, algunas de aquellas piezas datan del siglo IX. Su espacio museístico está dividido en varios espacios: en la primera y más grande sala se exhiben principalmente iconos; en la pequeña capilla tallas de madera, y en la tercera sala, vestimentas, hebillas, otras reliquias eclesiásticas y el epitafio tallado en madera de Ekatontapyliani. En las dos salas más pequeñas, en vitrinas especiales, también se exhiben algunas obras de platería. Las reliquias restantes de la colección se conservan en una celda del complejo, a la espera de ser restaurados para ser exhibidos.

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