SANTORINI (ΣΑΝΤΟΡΙΝΗ)

CIUDAD PREHISTÓRICA DE AKROTIRI


El yacimiento arqueológico fue descubierto en 1866 pero no sería hasta el año 1967 en que comenzarían las excavaciones del lugar de mano del profesor Spyridon Marinatos y bajo el manto de un proyecto de la Sociedad Arqueológica de Atenas. De momento una cuarentena de edificios situados en una zona de 1,2 hectáreas (protegidas por una cúpula bioclimática) han visto la luz, y sólo cuatro de ellos han sido estudiados y explotados más a fondo. Las excavaciones aún siguen en curso por lo que queda mucho por descubrir.

A pesar de ello, la riqueza y variedad de los hallazgos nos han permitido reconstruir la historia del asentamiento en un alto grado. Por ejemplo, los estudiosos han llegado a la conclusión de que las pinturas murales de sus edificios reflejaban la vida real de la población. El yacimiento toma el nombre prestado del pueblo que se encuentra en una colina próxima, desconociéndose el nombre original del asentamiento.

Los grandes depósitos de material volcánico que cubrió la ciudad prehistórica no han permitido todavía la localización de sus límites, incluso utilizando la tecnología más moderna. Antes de la erupción, la costa estaba a unos cien metros al sur de la zona excavada, donde una lengua terrestre se introducía en el mar. Era en la punta de ese promontorio donde estuvo el primer establecimiento de Thera a mediados del quinto milenio a.C. (Neolítico).

Con dos playas a cada lado, el lugar era ideal para proporcionar un refugio seguro para los barcos de la época. El asentamiento se fue expandiendo gradualmente hacia el noreste por la cresta del promontorio y ya durante el tercer milenio a.C. (Edad del Bronce), se convirtió en una importante ciudad portuaria del comercio marítimo, como así lo atestiguan diferentes ánforas de transportes encontradas en diferentes partes del Egeo.

Después de haber sido destruida por un terremoto, la ciudad de la Edad del Bronce Medio volvió a emerger (2100 - 1650 a.C.). Las actividades marítimas y mercantiles se expandieron más allá del Egeo, principalmente hacia el Mediterráneo oriental. Akrotiri parece que jugó un papel importante en el comercio del cobre desde Chipre a Creta, donde se estaban asentando las bases económicas y culturales de la sociedad palaciega. Esto explicaría la riqueza de la ciudad y su carácter cosmopolita.

Poco después de la mitad del siglo XVII a.C. la urbe volvió a ser destruida por otro terremoto, pero, una vez más, fue reconstruida y su desarrollo siguió aumentando. Los edificios públicos y privados, sus instalaciones higiénicas y su sistema de aguas, dan testimonio de la prosperidad y nivel cultural avanzada de la época. Por otro lado, las piezas del mobiliario, el equipamiento del hogar y sobre todo, las pinturas murales, nos revelan que se trataba de una sociedad de mentalidad burguesa.

Antes de terminar el siglo XVII a.C. otro terremoto volvió a dejar en estado de ruina a la ciudad. Sus habitantes volvieron a reconstruirla, aunque esta vez, sus esfuerzos se vieron truncados por la repentina erupción del volcán. La ciudad, todavía con cicatrices producidas durante la destrucción sísmica, fue enterrada baja un manto de piedra pómez y cenizas para conservarse hasta nuestros días.

Tras este breve apunto histórico procedemos a visitar el yacimiento arqueológico de Akrotiri. Una vez en su interior, hay que recorrer un itinerario que discurre alrededor del sitio, además de un camino que lo atraviesa. Así doblamos hacia nuestra derecha, donde se encuentra el Edificio Sur y junto a él se sitúa otro llamado convencionalmente Xeste 4 debido al revestimiento de sus fachadas mediante sillería de mampostería.

El Xeste 4 tenía una longitud superior a los 20 metros, su ala oeste estaba formada al menos por tres pisos, con el suelo pavimentado de la tercera planta aún in situ.

Debido a la pendiente empinada del terreno, el ala este tiene un nivel mucho más bajo sobre el que se levantaba una o dos plantas más. Su entrada principal se encuentra en la calle Kouretes, donde la excavación apenas ha descubierto el dintel de la puerta. Ambas paredes de la escalera de honor, que conducía a un vestíbulo en la parte superior, estaban decoradas con un mural en el que se representaba la procesión de figuras masculinas, casi de tamaña natural, que subían las escaleras. Los estudiosos creen que el Xeste 4 era un edificio público debido a la calidad de su construcción y su apariencia imponente, reforzada por los frescos de las paredes.

Tal vez fuera la sede de la autoridad cívica responsable de la planificación y el mantenimiento de las obras públicas, como el pavimento de las calles y el sistema de drenaje que constituía el alcantarillado de la ciudad. Más adelante se sitúan el Xeste 2 y el 5, casi no excavados.

Al fondo vemos los edificios de la zona Beta y Delta que veremos después, ya que es posible, como decimos, recorrer un camino preestablecido interior. Seguimos hacia adelante hasta llegar al Sector Alfa donde podemos ver unos almacenes con vasijas y pithoi llenos de grano, lo que confirma más el hecho de que la ciudad tuvo que ser abandonada precipitadamente, de hecho a día de hoy no se ha encontrado ningún esqueleto.

En el suelo de la sala más grande y situada más al sur podemos ver una base circular de piedra que en su momento sostenía una columna de madera que mantenía el suelo de la planta superior. La base que se encontraba en el extremo de la columna, en contacto directo con el techo, se encuentra ahora en el suelo.

La superficie de la habitación de en medio estaba cubierta por conchas trituradas. Los numerosos pesos de los telares frente al ventanal de la habitación habían caído de la planta superior. Esto acredita que el tejido se llevó a cabo en este edificio. Este hecho, junto al almacenaje de productos alimenticios en grandes pithoi, llevó al profesor Marinatos a interpretarlo como un almacén para el suministro para las personas involucradas en las actividades de producción.

Pronto llegamos a la Casa de las Damas, nombre recibido por la pintura mural que decoraba la habitación 1 de la tercera planta. Se trataba de un edificio que contaba con tres pisos. El ala este se vio muy erosionada por el torrente de agua que fluyó a lo largo de los siglos por esta zona. El acceso al edificio se encontraba en la esquina suroeste, donde también se sitúa la escalera principal.

La escalera de servicio fue, más o menos, el centro del edificio, se encontraba en contacto con la pared sur que contenía tragaluces cuadrados, característica arquitectónica que constituye el único ejemplo encontrado hasta ahora en Akortiri. Las habitaciones alrededor del patio de luces se comunicaban a través de un estrecho pasillo.

Además de la pintura mural de las Damas, la habitación 1 estaba también decorada con frescos que representan racimos de grandes flores de papiro. Se deduce, debido a la abundancia de hallazgos, que las habitaciones de la planta baja y del primer piso eran los almacenes de alimentos y utensilios domésticos, lo que sugiere que la edificación podría haber sido una casa.

Dejamos las pasarelas laterales para adentrarnos en el interior del complejo a través de un camino preestablecido. Así lo primero que vemos es la parte trasera de la Casa del Oeste, típica residencia de una familia rica, quizás la residencia del arconte, una especie de alcalde. Su entrada se encontraba en la esquina noreste de la plaza Triangular (de la que hablaremos enseguida), donde unas escaleras conducían a la primera y segunda planta. El viajero enseguida podrá comprobar los efectos sísmicos sobre ellas, siendo bastante fácil imaginar la destrucción precedente a la posterior y fatídica erupción.

En la planta baja se encontraba los almacenes, talleres, una cocina y una instalación de molino. El primer piso estaba ocupado por una espaciosa cámara utilizada para actividades de tejido, una sala para almacenar principalmente vasijas de barro y, en la esquina sur, un baño (con un perfecto sistema de drenaje). El ala oeste de esta primera planta constituyó el departamento más importante del edificio.

Aquí, y más concretamente en la habitación 5, se encontraban las pinturas murales de los pescadores, los nadadores y la flota (cuya escena discurría por las cuatro paredes representando un viaje al extranjero, en el curso del cual, la flota visitó varios puertos y ciudades). En la estancia número 4 estaban las pintura de Lavara y la Sacerdotisa.

La Casa del Oeste, el complejo Delta y un edificio sin excavar (conocido como la Casa del Ancla) conforman un espacio geométrico por lo que se le ha denominado Plaza Triangular. Sin lugar a dudas esta es la parte del yacimiento arqueológico que más podría recordar a Pompeya.

Abandonamos la plaza Triangular y después de atravesar el arco de una puerta caminamos en la llamada calle de los Telquines, de momento la única calle excavada y acondicionada que transcurre de norte a sur frente a los edificios que, en mayor o menor medida, se han investigado a fondo.

Podemos ver diferentes partes de las casas, como unas escaleras, y objetos cotidianos como unas camas. En los lados izquierdos, tanto de la plaza Triangular como de la calle de los Telquines, se extiende el grupo de casas que constituyen la llamada zona Delta.

El complejo de edificios Delta (Δ) ocupan la parte central de la parte excavada hasta hoy de la ciudad, formada por la adición gradual entre sí de, al menos, cuatro unidades arquitectónicas o casas, cuyo límite norte lo constituye la denominada plaza del Molino, llamada así por la instalación de un molino encontrado en el interior de la habitación Δ15.

La unidad o casa sur parece ser que fue el resultado de muchas alteraciones. Lo que sí es seguro es que después de la destrucción, su parte oeste fue reemplazada por el espacio Δ16, a la que la antecámara Δ15 estaba unida entonces, como se puede comprobar por la formas de las esquinas en las que los diferentes muros se encuentran. Una escalera sobre la pared sur de la antecámara daba acceso a la planta superior de las casas del este. (Δ10 a Δ13).

La habitación Δ16, a nivel de semi-sótano, tenía una gran ventana protegida por un pequeño techo, insertado en unos agujeros a ambos lados del dintel, mientras que un tubo de arcilla, situado ligeramente más arriba, canalizaba hacia el exterior el agua de lluvia acumulada en el techo plano. Tanto por el tamaño de la ventana como los hallazgos en su interior, hace pensar que Δ16 era un taller que funcionaba como tienda de cerámica y jarras.

Después de la abolición del cementerio Cicládico temprano en los últimos años del tercer milenio a.C., se fue creando un pequeño túmulo de tierra, piedras y guijarros del mar, en la zona donde se realizaron rituales para honrar a los muertos. En la parte superior del túmulo había una construcción con losas verticales que se encontró llena de jarrones y figuras de mármol, ajuares comunes del período.

El túmulo se conservó como un cenotafio conmemorativo de los antepasados, incluso se mantuvo después de las reformas de la plaza que estaba en frente de la entrada a la unidad norte del complejo de edificios Delta. Frente a dicha unidad se encuentra la comentada plaza del Cenotafio. En esta zona se puede apreciar un canal de desagüe.

La plaza del Molino está formada por una pequeña abertura de la calle de los Telquines, limitando al sur y al este con los edificios del complejo Beta y al oeste con el complejo Gamma. Desde aquí, si nos finamos al noroeste podremos ver una sección sin excavar en el que se distingue la estratigrafía de las diferentes fases de la erupción. Al norte de la plaza se encuentra la Δ15 donde estaba instalado el molino que le da nombre.

El complejo de edificios Beta, otro residencial formado por dos edificios separados que contaba con bellos e importantes frescos, fue tan destruido por el torrente estacional que lo cortó diagonalmente, siendo imposible determinar la posición concreta de su entrada, probablemente se encontraba en la cara sur o este. El edificio es relativamente grande y, a juzgar por las jarras encontradas aquí, es probable que se tratase de una residencia privada. Las habitaciones B1 y B2 del primer piso se comunicaban con la planta baja mediante unas escaleras.

El grado de destrucción impide saber cómo se comunican con el resto de habitaciones. En general podemos ver restos de puertas y ventanas reforzadas con rocas volcánicas y terminadas con ladrillo. Entre los murales se encontraban el de los Monos Azules (hallados en la habitación B6); la habitación B1 estaba decorada con el de los Antílopes, cuya imagen se refleja bellamente en el agua y con la de los jóvenes púgiles. Ambos murales dejan clara la conexión de la cultura minoica con la egipcia.

En el mural de los jóvenes boxeadores, los chicos presentan una posición de cuerpos que se podría asimilar al boxeo tailandés. Los pies de ambos muchachos poseen un movimiento que se acompasa con la lucha, mientras que en sus cabezas levantadas podemos ver el color azul predominante de sus cabellos.

En todos los casos se pude sentir una cierta agresividad, probablemente por el deseo del artista de pintar las emociones reales: lo positivo como la vida o lo negativo como la muerte, las emociones dominan nuestros comportamientos con el fin de sobrevivir, e incluso el amor a nosotros mismo o el amor hacia los demás.

El sector Gamma (Γ) presenta diversas habitaciones, en una de ellas, probablemente la zona de aseo, se encontraba una bañera que podemos ver encima de uno de los muros. En otra estancia existen restos del alcantarillado y de jarrones.

Finalmente, en una esquina del yacimiento, se encuentra Xeste 3 que comprende un gran edificio de al menos dos plantas de altura y catorce habitaciones en cada una de ellas. Algunas de las recámaras estaban conectadas por múltiples puertas, además de tener una magnífica decoración mural. En una de ellas se encontró una "cuenca lustral", por lo que se consideró esta área como sagrada.

Entre los frescos que se hallaron aquí destacamos el del Altar y las Recolectoras de Azafrán. En el primer mural se representa a tres mujeres en un campo de azafranes florecidos con un altar, mientras que en el último fresco podemos ver las figuras femeninas que participan en la recogida del azafrán para ofrecerlos a una diosa sentada. A juzgar por las peculiaridades arquitectónicas del edificio y los temas de los frescos, se ha concluido que Xeste 3 se utilizó para la realización de algún tipo de ritual religioso.

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