COPENHAGUE (KØBENHAVN)

PALACIO Y JARDINES DE ROSENBORG


Alrededor del castillo de Rosenborg se encuentra el parque más frecuentado de la ciudad, llamado Rosenborg Have aunque también es conocido como Kongens Have. Fue creado por Cristián IV en 1606 por lo que es el más antiguo de todo Copenhague. Su estructura consiste en calles trazadas con un esquema geométrico con diferentes elementos decorativos, como pequeños edificios, parterres de flores, esculturas y esferas de mármol del siglo XVII.

En la parte noreste del recinto encontramos la Rosenhaven, donde son más que notable las formas geométricas que lo componen. El nombre hace referencia a las rosas que decoran esta parte de los jardines, traídas aquí por los paisajistas Ingver Ingwersen y Knud Preisler en los años 60 del siglo XX. En uno de sus extremos se sitúa una estatua de bronce de 2,5 metros de la reina Carolina Amalia de Augustenburg, realizada por el escultor Vilhelm Bissen en 1893, aunque la base es obra de Hans I. Holm.

Además de esa escultura, podemos ver otras muchas en el parque, como la de Hans Christian Andersen, realizada por August Saabye en 1880 y situada en el extremo de la Damegangen, misma calle en cuyo lado contrario se encuentra el grupo escultórico de Kamp med en slange realizado por el escultor Thomas Brock también en 1880. Más o menos en la parte central de Rosenborg Have nos toparemos con una hermosa escultura titulada Ekko, realizada en 1888 por Aksel Hansen. Representa a una mujer desnuda con la mano en la boca simulando estar hablando con alguien que se encuentra a lo lejos. Se colocó aquí en 1909 como un regalo del cervecero Carl Jacobsen.

Pegando a la Kronprinsessegade, se encuentra el grupo escultórico denominado Hjortegroup que representa a un imponente ciervo macho, con una hembra y una cría a ambos lados. Es obra del escultor y abogado francés Arthur Jacques de Duc, colocándose aquí en el año 1910.

Algo más allá, cerca de Gothersgade encontramos el Hørup-monument, realizado por Jens Ferdinand Willumsen en 1908. Viggo Hørup fue el primer ministro de Transporte de Dinamarca que consiguió que Kongens Have pudiera ser visitado por el público a través de la puerta que se encuentra cerca de donde se levanta el monumento. El artista ganó el concurso público y representó a Hørup como lo vio en una reunión en Havdrup, al sur de Roskilde, en mayo de 1885.

Después de esta visita rápida a los jardines del castillo, nos dirigimos hacia la puerta de acceso del palacio, la cual está bellamente antepuesta al denominado Grønnebro o Puente Verde que sortea el foso, precedida por esculturas de bronce de dos leones que descansan datados en el siglo XVII.

Enseguida llegamos al bonito palacio de estilo renacentista holandés construido por Cristián IV entre 1606 y 1633. La colorida personalidad del monarca dejó huella no sólo en este castillo sino también en toda Dinamarca. Es muy probable que, arquitectónicamente, se dejara sugerir por los arquitectos de la corte B. Lange y H. van Ateenwinkel. Al rey le gustaba estar en su residencia de Rosenborg, convirtiéndolo en su castillo favorito donde organizaba muchos eventos importantes. Tal amor tenía hacia este castillo que se cuenta que en su lecho de muerte en Frederiksborg pidió que le transportaran en trineo hasta aquí para pasar sus últimos días.

En un primer momento se construyó un humilde pabellón de dos pisos utilizado como casa de recreo del rey y que correspondería con la parte meridional del actual palacio. Entre 1613 y 1615 dicho edificio duplicó su tamaño, alcanzando así su longitud actual aunque con apenas dos pisos. En 1615 el palacio estaba listo para ser habitado, pero su construcción continuó durante unos años más. Se hizo un nuevo piso, el cual alberga el Gran Salón, y en el lado este se levantó la gran torre. Estos trabajos se terminaron en 1624, aunque el edificio carecía de una entrada apropiada a las cámaras oficiales del primer y segundo puso.

Dicho problema se hizo urgente al aproximarse la suntuosa boda de su hijo y Magdalena Sibylla que tendría lugar en 1634. La torreta de escaleras existente en el lado este fue derribada y se construyó la actual, cuyas primeras escaleras solo conectaban las dos primeras plantas, teniendo que esperar hasta el año 1758 para conectar todos los pisos. El edificio posteriormente fue utilizado como residencia de los monarcas durante más de ochenta años, para después ser utilizado como lugar donde la familia real guardaba sus tesoros.

Una vez adquiridos los tickets de entrada en el edificio independiente del cuerpo de guardia, comenzamos nuestra visita por el interior del palacio empezando por la planta baja: la primera habitación que vemos es el salón de invierno de Cristián IV (1), uno de los mejores conservados del castillo original y la más importante de las tres cámaras privadas utilizadas por el rey. Se recubrió de madera en el siglo XVII, mismo siglo en el que se compró en Amberes una colección de cuadros holandeses anónimos. En esta estancia se encontraba el mecanismo para levantar y bajar el antiguo puente levadizo.

En cuanto al suelo, el gabinete de la corte de Gregor Greuss comenzó a pavimentar la sala, terminando hacia el año 1620. El techo de estuco con pinturas mitológicas de Pieter Isaacsz data de 1770. Existe un tubo de comunicación que conecta la sala de invierno con la bodega, con la habitación superior y con otra estancia situada en el extremo opuesto del castillo. En los armarios de la pared sur, Federico IV tenía su rincón privado de curiosidades, entre los que se incluía piezas de guerra del palacio de Gottop.

Entre los objetos que vemos en esta sala destaca, entre otros, un reloj astronómico con carrillón de 1594 y una estatuilla ecuestre de plata dorada ganada en una competición por Cristián IV el mismo día que fue coronado. La escultura fue realizada por el orfebre Heinrich Beust en 1598. Después de las pérdidas económicas ocasionadas durante la Guerra de los 30 años, Cristián IV vendió parte de sus piezas de plata, exceptuando esta estatuilla y su presente bautismal.

Inmediatamente después se encuentra el despacho de Cristián IV (2): esta cámara de la torre que se caliente rápidamente en invierno, es el lugar donde el monarca sacaba adelante su vasta correspondencia. La sala se ha conservado más o menos intacta desde la época de Cristián IV hasta la primera mitad del siglo XVIII: el techo, revestimiento y chimenea son de la primera mitad del siglo XVIII. Las pinturas del artesonado son escenas del poema épico italiano Orlando Furioso, mientras que el revestimiento de seda con adornos de oro de la pared datan de alrededor del 1700. En la vitrina hay objetos valiosos y recuerdos de Cristián IV, su familia más cercana y de sus antepasados.

Si tenemos curiosidad por saber cómo era este monarca, aquí podemos ver un retrato suyo realizado por Pieter Isaacsz en 1612. Por otro lado, nuestra atención se centra en el escritorio de ébano utilizado por este rey, fechado en 1580. En sus cajones podemos ver relieves de bronce en los que se representan los 12 trabajos de Hércules y los 12 patriarcas.

Ahora nos aproximamos al dormitorio de Cristián IV (3), donde murió el 28 de febrero de 1648. Esta sería la tercera de las 3 salas privadas del rey, desde aquí tenía acceso a un baño que veremos después. Durante el reinado de Federico III y Cristián V probablemente se utilizó como dormitorio de la pareja real. En esta estancia vemos diferentes objetos expuestos que pertenecieron a Cristián IV.

Entre esas piezas destacamos la ropa del propio Cristián IV que se manchó de sangre durante la batalla naval de Kolberger Heide, el 1 de julio de 1644. Algunas de esas prendas presentan perforaciones realizados por armas durante la contienda. Cerca vemos un cuadro de dicho rey en su lecho de muerte, pintado por Bernt Hilwaerts en 1648.

Tanto las puertas como los revestimientos de la sala son de la época de Cristián IV, aunque entonces tenían un enmarcado floral pintado. Pero en la década de 1660, Federico III y Sofía Amelia lo cambiaron a estilo chino. El estuco del techo data de la década de 1630, cuyas pinturas representan a los dioses de la tierra, cielo y océanos. Abraham Wuchters pintó el cuadro central en el que vemos a Hera (pintada para parecerse a Sofía Amelia) y a Zeus en el Monte Olimpo. Los otros dos fueron pintados por Isaac Isaacsz.

El aseo de Cristián IV (4), antes conocido como "el secreto" contaba con su propio canal de descarga. El inodoro tenía una cisterna de agua que se discurría por un desagüe que iba a parar al foso que rodea el palacio. Durante los periodos más secos era difícil conseguir evacuar de manera efectiva el inodoro, cuyo resultado era un olor desagradable que provenía de debajo. Originalmente el aseo tenía una puerta en la pared de la izquierda que conducía hasta la llamada sala del jardín.

Este cuarto de baño cuenta con un techo de estuco datado de la época de Cristián IV y probablemente hecho por Valentin Dresler. Originalmente los azulejos que decoraban las paredes están datados de 1706 y fabricados en Holanda. Algunos de ellos desaparecieron y otros sí han aguantado el paso del tiempo. En el siglo XIX se rellenaron los huecos vacíos de la pared con azulejos de 1736, que en principio estaban destinados para la cocina holandesa del palacio del Hermitage.

Llegamos ya a la conocida como Sala oscura (5), habitación que originalmente estaba conectada con el corredor de piedra, sirviendo así como antecámara que dividía los apartamentos del rey y de la reina. En 1606, al construirse la gran torre, esta sala perdió la mayor parte de su iluminación natural, de ahí su nombre. Está decorada con tapicerías de principios del siglo XVIII y muebles de la primera mitad del siglo XVII.

Cuenta con techo de estuco realizado por Valentin Dresler en 1705 cuando la sala se convirtió en dormitorio de los reyes. La chimenea con espejo y tapices de sedan datan de la época del reinado de Federico IV. El sillón, fechado en el siglo XVII, fue ingeniosamente construido para mantener a una persona retenida mediante un sistema de seguridad oculto en el apoyabrazos. La víctima podría ser empapada de agua y si se levantaba una trompeta oculta sonaba.

La sala se completa con los bustos de cera del siglo XVIII de los reyes Sofía Amelia y Federico III, provenientes del gabinete de curiosidades que contenía figuras de cera de varios miembros de la monarquía, una costumbre que podemos ver en otras familias reales europeas. Normalmente estos bustos se hacían después de obtener una máscara previa durante la vida o tras la muerte. Pero el que aquí vemos fue modelado por Louis-Augustin le Clerc en 1751, muchos años después de la muerte del rey.

Anexa se encuentra la Sala del Jardín (6) que originariamente formaba parte del cuarto de baño de Cristián IV, gracias a un pasillo que la unía al aseo y al dormitorio del monarca. Se separó del cuarto de baño en 1705 y se convirtió en una habitación anexada al dormitorio de los reyes Federico IV y Luisa Juliana de Orange-Nassau.

En esta estancia podemos ver, entre otros objetos, el retrato de la reina Luisa Julia pintada como princesa heredera y realizado por Jacob d'Agar entre 1695-99; sillas datadas en el 1690; varios espejos de Bohemia de mediados del siglo XVIII, conjunto de jarrones realizados por la reina Luisa como regalo para su marido, etc... Pero lo más destacable son dos armarios con incrustaciones de piedras semipreciosas y mosaicos que fueron traídos de Florencia por el rey Federico IV en 1709. La habitación cuenta con varias pinturas, tanto en lienzo como en el techo, del artista Hendrick Krock realizado en 1713.

Llegamos ya al Salón de Mármol (7) que originalmente era el dormitorio de Kirsten Munk, la esposa morganática de Cristián IV. El matrimonio morganático (o de mano izquierda) era la unión entre dos personas de rango social desigual en el cual se impide que el cónyuge y cualquier hijo de dicha unión hereden u obtenga los títulos, privilegios y propiedades del noble. La sala fue sometida a una restauración completa por expertos altamente especializados de varios países.

En 1668 Federico III amuebló la habitación con pomposos muebles de estilo barroco para celebrar el Absolutismo, introducido ocho años antes. La mayoría de los objetos que vemos aquí son de aquel período. Entre ellos destacamos unos bargueños (muebles de madera de origen español), uno de ellos con carey y plata, figuras de vidrio esmaltado de Venecia del siglo XVII, dos gueridones que pertenecieron a la reina Sofía Amelia, con los escudos tallados de Dinamarca y Luneburgo de 1670 etc...

Al techo se le dio un nuevo estuco decorado con figuras de ángeles en relieve y las paredes fueron cubiertas con falso mármol, probablemente obra del italiano Fancesco Bruno. Las pinturas del techo también muestras figuras angelicales de niños. Las partes con forma de corazón, situadas entre las pinturas, muestran partes del escudo de armas danés.

En una de las puertas se encuentra el monograma de Cristián V, quien uso la sala cuando creó la Orden de Dannebrog, otorgada para honrar y recompensar a los miembros daneses por su servicio meritorio, tanto civil como militar. No hay que olvidarse ver otros objetos como: piezas de ajedrez (incluyendo la pieza de Federico II y Carlos X Gustavo de Suecia), la copa Nautilos con el grabado de Federico III a caballo, una estatuilla ecuestre de dicho rey, el cual es impulsada por un mecanismo de relojería, etc...

La siguiente sala corresponde con la Habitación del Rey (8) que originariamente correspondía con el cuarto de estar de Kirsten Munk. Durante el reinado de Federico III, se transformó en una parte de la suite del rey, funcionando como antecámara de la sala de mármol.

La chimenea es de tiempos de Cristián IV, sobre la cual se sitúa un retrato de este rey pintado por Jacob d’Agar y colocado en este sitio durante los últimos años del monarca. La chimenea se encontraba en un principio en la habitación de Federico IV, pero se trasladó hasta aquí después de una reforma de alrededor de 1700. A ambos lados de la chimenea vemos dos platos de fricción de plata con los monogramas del rey Cristián V y Carlota Amalia, realizados por Jean Henri de Moor en 1690.

Durante la reforma de 1700 el techo también adquirió su aspecto actual, cuya pintura central, en la que vemos una orquesta, es posiblemente obra que Reinhold Timm, quien la hizo en el año 1620 y que, probablemente, proceda de un pabellón de música que se encontraba en Kongens Have. Bénoit le Coffre supuestamente pintó la parte del friso exterior y las dos piezas del friso interior con los niños bailando y jugando. En las paredes pueden verse tapices holandeses de la segunda mitad del siglo XVII. En una parte se sitúa un armario de ébano fechado en 1679, a cuyo ambos lados podemos ver los retratos de Cristián V y Carlota Amalia, pintados por Jacob d'Agar en 1690.

Además entre los muchos objetos que vemos en esta habitación destacan: un bargueño japonés del siglo XVII, un bronce con oro esmaltado de mediados del siglo XVI, miniaturas, dos copas de ceremonia de cristal de roca, diferentes bustos, una estatuilla de marfil y coral, etc... Como curiosidad en un lado de la habitación, junto a una ventana podemos ver el tubo de comunicación que conecta con la sala de invierno, la bodega y con la estancia superior.

Y llegamos así al Corredor de Piedra (9), largo pasaje que conecta las dos salas más amplias de la planta baja y que originalmente estaba dividido en dos partes. Testigo de ello es el estuco del techo, si nos fijamos bien es diferente en los dos extremos del corredor, datando el del lado norte de la época de Cristián IV. La mayoría de los artículos expuestos en este pasaje datan de la época de este monarca, sin embargo hay varias excepciones importantes, especialmente algunos objetos relacionados con Federico III y la introducción del absolutismo y otros relacionados con Cristián V.

Entre las pinturas destaca la obra de Wolfgang Heimbach que pintó en 1666 titulada Juramento de lealtad a Federico III, en la que se representa el homenaje al rey hereditario frente al castillo de Copenhague el 18 de octubre de 1660. En dicha escena la gente, tanto de alto como bajo rango, tenía que jurar lealtad al rey sin recibir nada a cambio, después de que el rey instalara el absolutismo, reemplazando al anterior sistema donde el heredero al trono tenía que ser elegido, en teoría, por el Consejo de Estado. En el cuadro vemos al pintor, que era sordo-muro, agitando su sombrero en la esquina inferior izquierda. Justo enfrente vemos un curioso reloj cuyo funcionamiento es posible gracias a una bola y a una espiral.

También podemos ver el árbol genealógico de Cristián IV en el que se han pintado los retratos y los escudos de sus antepasados desde aproximadamente el año 1610. Precediendo la tabla genealógica se sitúan dos bustos de bronce, uno representado a Federico II y otro a su esposa Sofía, realizados por J.G. van der Schardt entre 1578 y 1579 y comprados por Federico VI durante un congreso en Viena en el año 1815.

Cuando la torre central fue construida en el lado oriental del palacio en 1633, se hizo en su interior una escalera de caracol (10) que unía el primer piso con el segundo, mientras que la parte baja de la torre se convirtió en una habitación a la que se accedía desde el corredor de piedra (el acceso desde aquí al primer piso se hacía mediante unas escaleras exteriores). Tales obras de debieron a la proximidad de la boda de Cristián, el príncipe electo, por lo que urgió de un acceso adecuado a las cámaras oficiales de los pisos primero y segundo. Habría que esperar hasta el año 1758 para eliminar esa sala y extender la escalera de caracol hasta la planta baja, al mismo tiempo que la escalera exterior fue derribada.

La parte más baja de la escalera contiene principalmente retratos de la época de Cristián V, mientras que, decorando el trayecto entre la plata baja y el primer piso se exponen varios cuadros ecuestres de los siglos XVII y XVIII, en algunos de ellos podemos ver, detrás de los caballos, los castillos daneses reales. También cuelgan de estas paredes varias pinturas de María Sibylla Merian.

Hemos llegado a la primera planta donde lo primero que vemos es la Antecámara de la Rosa que comentaremos después. Debemos girar a la derecha y atravesar el Corredor de Federico IV (11) que, como su propio nombre indica expone principalmente objetos y pinturas de la época de aquél monarca. Las paredes de esta habitación alargada están cubiertas con tapices de cuero dorados procedentes del palacio de Frederiksberg. Posee, entre otras cosas, una colección de copas, jarras y objetos de marfil de entre los siglos XVII y XVIII.

La siguiente cámara que nos encontramos es la Habitación Lacada de la Princesa (12) situada en la estancia, en este piso, de la torre lateral. Originariamente era la cámara del oro de Cristián IV, decorada con diseños florales en paneles de madera dorada. Federico III la usó para audiencias informales con diplomáticos extranjeros, mandando redecorarla con revestimientos de estilo chino taraceados de turquesa y nácar.

Estas ornamentaciones fueron realizadas por el artista holandés Francis de Bray, quien se inspiró en relatos ilustrados de novelas y viajes a China, además de por cajas lacadas japoneses y demás arte decorativo. En 1716 la cámara fue restaurada por el artista y pintor de la corte Christian van Bracht para posteriormente ser utilizada por Sofía Edviges, hermana del rey Federico IV.

En la sala se puede ver un conjunto de toilette de plata dorada y esmalte de mediados del siglo XVIII. Las sillas, escritorio y vestidor son claros ejemplos de muebles lacados realizados alrededor del 1730 en estilo inglés de Cantón. Sin embargo dos de las sillas son realmente copias hechas en Copenhague en los años 50 del siglo XVIII. La araña de cristal de roca es probablemente francesa y fue rescatada del fuego que devastó el palacio de Sophie Amalienborg en 1689. La estancia se completa con, entre otras piezas, el retrato del príncipe Guillermo (hijo de Cristián V) realizado por Anton Schoonjans en 1696; un guardafuego de 1690 con pies de plata con el monograma de Federico IV; un set de plata de aseo hecho en Paris en 1660; una cafetera de porcelana japonesa de 1680; vajilla, etc...

La siguiente habitación es la Sala de Federico IV (13) que originariamente era más grande y utilizada como cámara de audiencias por Cristián IV. Contaba con una chimenea de mármol, ahora situada en la habitación del Rey y con pinturas en el techo con motivos mitológicos, también trasladas en esta ocasión al Salón de Invierno de Cristián IV, además de colgar de sus paredes de diferentes retratos de la familia del rey. Pero como parte de una reconversión en 1700, la habitación se hizo más pequeña y se amuebló como la antecámara de la hermana de Federico IV, la princesa Sofía Edviges.

Fue durante aquella reforma cuando se le dio el aspecto actual, se colocaron los paneles pintados del techo, que en principio se encontraban situados en la cubierta más antigua de la gran Galería, y posiblemente pintado por Anders Nielsen en 1623. Del mismo modo en aquella ocasión se situaron los tapices de Autenarde del siglo XVIII. Vemos también una mesa florentina, dos bargueños decorados con mármol, los cuales fueron regalados por el gran duque de Toscana a Federico IV en 1709, una estatuilla ecuestre de éste del 1701, un decantador de plata con forma de caballo, un reloj de aproximadamente de 1700, etc...

Pasamos ya por el Gabinete de Federico IV (14), también utilizada por la hermana de este monarca, la princesa Sofía Edviges, como cámara de audiencias. Ninguno de los muebles originales se han conservado y actualmente vemos, colgados de la pared, tres tapices con el tema de la Metamorfosis de Ovidio realizados por Berent van der Eichen, un artista de los Países Bajos españoles que vivió y trabajó en Dinamarca a finales del siglo XVII. El resto de objeto datan, la mayoría, de alrededor de 1700, destacando un reloj de 1715, un cuerno de marfil de 1710, un armario realizado por Claus Harder en 1706, etc...

Llegamos ahora la Sala de Cristián VI (15) que era originalmente el dormitorio de Sofía Edviges. Las paredes están decoradas con tapices flamencos en los que se representan escenas de la vida de Alejandro Magno. Fueron realizados por el maestro tapicero Bernt van der Eichen que las llevó como muestras en 1684 antes de realizar los tapices que ilustran las hazañas de guerra de Cristián V que se colgaron en la Gran Galería.

El suelo que hoy vemos decorando esta habitación se encontraba antaño en el palacio de Frederiksberg y fueron trasladados hasta el Rosenborg Slot alrededor de 1870. También fue trasladada hasta aquí desde Frederiksberg la pintura del techo titulada Flora, distribución bendita sobre Dinamarca que fue pintada por Benoît le Coffre. Los objetos que se exhiben en esta sala tienen relación con Cristián VI, por lo que están datados principalmente de la primera mitad del siglo XVIII. Entre ellos vemos sillones dorados realizados en 1745 en París, amplio armario con el monograma de Cristián VI realizado en 1732 por Dietrich Schäffer, busto de dicho rey hecho en 1768, un escritorio en miniatura de 1733, etc...

Pero en un lateral destacamos un mueble de nogal de la princesa Sofía Magdalena, con un torno de bronce y acero para trabajar materiales preciosos, diseñado por Diderich de Thurah en 1736. Es de destacar que el torneado era tradicionalmente un hobby para los hombres, pero en a partir del siglo XVIII las mujeres de la realeza y los niños también comenzaron a aprender el arte, probablemente animados por el artista Lorenz Spengler que ingresó en la corte en 1743. El torno simbolizó para Sofía Magdalena la dignidad real que exige magnificencia tanto en grandes como en pequeños asuntos. Sobre el torno vemos el retrato de esta princesa.

La siguiente es la conocida como Antecámara de la Rosa (16), nombre cuyo origen hay que buscarlo en épocas de Federico IV, cuando esta sala central fue utilizada como comedor para las damas y caballeros de la corte. Más tarde sería usada por la Lotería Real. Durante el siglo XIX fue restaurada, momento en que se le dio de nuevo su forma original de cuadrado.

Como pasó con la sala anterior, las pinturas del techo que vemos actualmente y el parquet del suelo fueron traídos desde el palacio de Frederiksberg. Los frescos fueron realizados por los pintores de la corte de Federico IV, Bénoit le Coffre y Hendrik Krock. La araña que cuelga fue realizada en Inglaterra a finales del siglo XVIII y trasladada hasta aquí desde el palacio de Jægerspris. Vemos también el retrato de la reina Luisa, obra de C.G. Pilo y, en la puerta contrario, el de Cristián VI pintado por J.S. du Wahl en 1740.

Las pinturas, muebles y otros objetos son de época de Federico V, es decir de mediados del siglo XVIII. Durante ese tiempo el estilo rococó fue el dominante en el arte europeo, lo que se refleja en muchas de las piezas que se exhiben. Es interesante el Krigsspilet (juego de guerra) formado por 250 figuras de plata dorada (que actualmente se exhiben en las bodegas del castillo) y una copa de cristal noruego grabada por H.G. Köhler entre 1745 y 1766 con motivo de la coronación de Federico V.

Pero quizás lo que más llame la atención de la antecámara es el gran armario musical de Lehmann, el cual, con sus 4 metros de atura, no es solo un impresionante ejemplo del arte del fabricado de muebles en Dinamarca, sino también representa el interés que había por la mecánica. Su mecanismo permitía que cada media hora sonara una campana en el armario, después de lo cual una trompeta tocaba una melodía. Cada hora también se reproducía una melodía de flauta. Había una selección de 14 piezas para flauta y 7 para trompeta. Este armario musical suponía un gran gasto, su compra equivalía a la adquisición de un pequeño palacio. Federico V ordenó su construcción en 1755 y dos años más tarde estaba finalizado.

La Sala de los Espejos (17) fue diseñada a comienzos del siglo XVIII en el palacio de Versalles, residencia de Luis XIV el rey sol desde 1682, para que Federico V recibiera a sus invitadas favoritas. Durante el período barroco, las salas de los espejos estaban conectadas a menudo con la habitación del rey, constituyendo su espacio más íntimo dentro de palacio. Así, la habitación de Federico IV que estaba en la planta baja, tenía acceso a esta estancia mediante una escalera de caracol en la torre.

Los visitantes se veían reflejados tanto en el techo como en las paredes, además de en el espejo oval del suelo, éste último debió constituir todo un problemas paras las mujeres que portaban sus vestidos de espina de pescado, pero el diseño de dicho espejo y las posibilidades de ver más allá de la ropa no fueron accidentales.

En la sala podemos ver una espineta de la primera mitad del siglo XVIII realizada por C.F. Speer, quien cobraba regularmente por su trabajo que consistía en afinar los instrumentos reales de los niños. Estos instrumentos de tipo teclado eran muy populares entre los siglos XVI y XVIII, el que aquí vemos pertenecía a la hija de Federico V, la princesa Luisa. Por lo general son más pequeños que un piano moderno, además de ser también notablemente menos sensibles a la velocidad.

La siguiente estancia es la Sala de Federico V (18), la primera de las habitaciones ocupadas por el hermano de Federico IV, Carlos, conde de Vemmetofte. Esta estancia fue diseñada entre 1782 y 1784 por Johannes Wiedewelt. Contiene tapices de principios del siglo XVIII de la manufactura de Charles le Vigne en Berlín, en las que se representan escenas de jardines.

El sofá y los dos sillones que se exponen presumiblemente son originarios del palacio de Fredensborg, mientras que la cómoda posiblemente se hizo en el estudio de C.F. Lehmann. La mayor parte de los objetos exhibidos en esta sala datan de la segunda mitad del siglo XVIII, asociados principalmente con Federico V y sus reinas, Luisa y Juliana María, además de con sus hijos Cristián VII y el presunto príncipe heredero Federico.

Entre los objetos destaca una araña de ámbar (material considerado valioso por su origen histórico natural) formada por 24 brazos hecha por Lorenz Spengler según diseño de Marcus Tuscher. También colgado vemos una jaula de pájaros de bronce dorado con reloj incrustado, melodías y aves móviles, realizado en París en 1780. Completa la estancia el busto de la reina Julia María de 1781.

La siguiente es la Sala de Cristián VII (19) preparada junto con la habitación anterior (la sala de Federico V) y la posterior (la sala de Federico VI) para exponer la colección numismática real de 1782 - 1784. Por tanto, esta estancia constituye un escenario apropiado para las colecciones de la época de Cristián VII (finales del siglo XVIII y principios del XIX). Los interiores de estas tres estancias fueron diseñados por Johannes Wiedewelt entre 1782-1784.

Debido a la enfermedad mental del rey otras personas tuvieron que gobernar en su puesto. Desde 1784 el príncipe heredero Federico (VI) lo hizo, por tanto muchos de los artículos que se exhiben en esta sala está relacionados con él: en un expositor vemos las decoraciones que en su día utilizó este monarca: estrellas e insignias de diferentes Ordenes (Espíritu Santo, Corona de Westfalia, etc...) además otras dos de la Legión de Honor Francesa, una de las cuales fue otorgada después de la caída de Napoleón.

A ambos lados del retrato de cuerpo entero del rey Cristián VI con sus túnicas de coronación y pintado en 1789 por Jens Juel, vemos dos bustos coloreados: Federico (VI) y su compañero de juegos llamado Carlos, cuando contaban con aproximadamente 3 años de edad. Y es que la reina Carolina Matilde, alentada por J.F. Struense, crió a su hijo el príncipe heredero con ideales más liberales, inspirados por, entre otros, Rousseau. De esta manera Federico tenía como compañero de juegos a Carlos, un niño del pueblo. Después del golpe de estado de 1772, en que la reina fue destronada, Carlos fue llevado a una institución de huérfanos donde murió de varicela.

Las piezas que vemos muestran tanto la influencia del neoclásico de finales del siglo XVIII, como la del estilo francés Luis XVI, marcado por líneas rectas y formas geométricas, y por el diseño neoclasicista inglés. Destaca un reloj con órgano y carrillones en el cual una cascada cae hasta la parte media donde se encuentra una representación en miniatura y en movimiento de personajes de un teatro. La zona inferior contiene el lema y el escudo de armas de Cristián VIII, atribuido a James Cox, alrededor del año 1780. Cerca podemos ver un navío de guerra realizado después de 1807 por los prisioneros de guerra daneses en Inglaterra con los huesos que quedaron en sus platos. Fue adquirido por Federico VI en 1810.

La siguiente habitación es la Sala de Federico VI (20) en la que se exponen muebles y objetos artísticos estilo imperio y retratos de la familia real de la primera mitad del siglo XIX. Aunque ese período fue un momento económico de recesión y crisis militar, el país florecía culturalmente, llegando a llamarse a aquella época la Edad de Oro en el arte y literatura daneses. La mayoría de las piezas expuestas tienen relación con la vida de Federico VI. Entre ellos podemos ver varias sillas: una de niño utilizada por este rey en su más tierna infancia, otra silla de madera tallada dorada con revestimiento de terciopelo fue realizada para la sala de trono de la princesa Carolina Amalia en el palacio de Cristián VIII en 1830.

También vemos el escritorio de Federico VI proveniente de Amalienborg, así como la pintura de éste rey con María Sofía Federica y las princesas Carolina Y Guillermina (aunque los reyes tuvieron 8 hijos, sólo ellas llegaron a la edad adulta) realizado por C.W. Eckersberg en 1821. En ese cuadro se aprecia que las vestimentas del rey es un testimonio de la alianza que hizo con la Francia de Napoleón. A pesar del tono militarista, son evidentes los fuertes símbolos civiles y burgueses de una familia retratada, en definitiva, como una familia del pueblo.

Es también destacable una estatuilla de yeso dorado que representa también al rey Federico VI y que igualmente aparece con su aderezo militar. Esta pieza se hizo en 1810 cuando había una profunda crisis entre Dinamarca y Noruega por culpa de las Guerras Napoleónicas. Dicha crisis culminó con la bancarrota estatal de 1813 y la pérdida de Noruega al año siguiente. Ya sabemos que esos años estaban marcados por la guerra y la crisis, y es por eso que el rey está vestido con el uniforme militar. A la izquierda vemos los retratos de la princesa Luisa Augusta pintado por Anton Graff en 1791 y de la princesa Guillermina pintado por L. Aumont, 1831.

Llegamos ahora a la Sala de Cristián VIII (21) la cual, junto con la habitación anterior, adquirió su actual forma cuando Federico IV reformó el primer piso de este palacio a principios del siglo XVIII. El techo que vemos forma parte de la antigua cubierta de la época de Cristián IV, compuesta por paneles pintados tal y como también están en la Sala de Federico IV. En una de las paredes destacan el retrato de Cristián VIII realizado por W.N. Marstrand en 1843, y el de la reina Carolina Amalia, obra de H.C. Jensen de 1879.

Hoy en día esta estancia contiene, además, imágenes y artículos de la época de Cristián VIII, los últimos años del absolutismo, aunque también cuenta con objetos de la juventud del monarca, incluyendo el corto período en que fue rey de Noruega. Dentro de ese contexto de Edad de Oro en las artes danesas, nace en Europa una corriente conocido como Biedermeier, donde la vida cotidiana y las cosas personales se volvieron el tema central. Un buen ejemplo de ello es el reloj situado junto a la ventana del fondo, con una estatuilla de bronce que representa a Cristián VIII sentado en una silla relajado y en evidente contraste con los rígidos retratos reales de las épocas anteriores.

El mobiliario está influenciado por el clasicismo burgués tardío, destacando, entre otros, un escritorio de caoba con elementos de bronce dorado de 1881, un servicio de desayuno de porcelana vienesa de 1815, sofá de caoba hecho para el palacio de Christiansborg, dos sillones de caoba con tallaje dorado, estatuilla ecuestre de plata de Cristián VIII realizada por Adelgunde Herbst, un caballero de marfil de la colección privada de dicho monarca, collar de oro con esmalte de color azul y con el monograma de la princesa Carlota Federica en el broche, etc....

La siguiente es la Sala de Federico VII (22) que expone principalmente piezas relacionadas con la vida de este monarca. La estancia fue diseñada sólo cinco años después de la muerte de Federico VII en 1863, aunque adquirió su forma actual durante el reinado de Federico IV a principios del siglo XVIII, manteniéndose parte del techo original de la época de Cristián IV. Los tapices de terciopelo de sus paredes fueron comprados en 1728 en Venecia para el castillo de Copenhague, pero finalmente fueron trasferidos hasta aquí en 1750. A la altura del escritorio cuelga el cuadro en el que se representa la procesión de boda del príncipe Federico (VII) y la princesa Mariana en junio de 1841. Fue pintado por C. Balsgaard en 1843.

En general el resto de cuadros, muebles y otras piezas exhibidas corresponden principalmente al período de entre las dos guerras de los Ducados o Schleswig (1848-1851 y 1864). Sin embargo, varios objetos son recuerdos de la época antes de que Federico se convirtiese en rey. Desde un punto de vista histórico-artístico ilustran la tendencia a revivir estilos de épocas pasadas. Entre las piezas destaca el casco de Federico VII hecho de aluminio por J.B. Dalhoff en 1859. Este material era entonces un metal nuevo y muy costoso. Al lado se expone la pluma con que este monarca firmó la Constitución de Dinamarca el 5 de junio de 1849. Una trompeta de plata alemana, el anillo de compromiso, insignias y medallas, etc... completa la colección.

Y llegamos al Corredor (23) que conecta la habitación anterior con la central o Antecámara de la Rosa. Los objetos expuestos datan de la época de Cristián VII y Federico VI, es decir, desde finales del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XIX, aunque también hay piezas relacionadas con Federico V. Este corredor contiene piezas de estilo rococó y neoclásico, representados por los dos conjuntos de espejos colgados en la sala. El rococó se originó en Francia, mientras que el estilo neoclásico vino de Italia. Desde este corredor se accede a la Cámara de los Bronces (24) que contiene dos juegos de objetos de bronce en estilo Imperio, al igual que la decoración de esta habitación.

Ascendemos ya hasta el segundo piso donde desembocamos en la Gran Galería o Salón de los Caballeros (25) terminado en 1624 y último espacio del palacio en ser amueblado. Esta amplia y luminosa sala ocupa todo este piso. Originalmente fue pensado para albergar un salón de baile, de hecho ésta fue su función hasta alrededor de 1700 cuando se comenzó a utilizar, principalmente, como sala de audiencias y banquetes. Fue durante el período del romanticismo cuando se empezó a llamar esta estancia como Salón de los Caballeros.

Cristián V tenía la sala parcialmente modernizado con doce tapices en las que se muestran las victorias del rey en la Guerra Escanesa que tuvo lugar entre 1675 y 1679, aunque Cristián V no tuvo éxito en la conquista de las recientemente perdidas provincias daneses de Scania, Halland y Blekinge. Posteriormente esos tapices se llevaron al palacio de Christiansborg, pero regresaron de nuevo a Rosenborg en 1999. En uno de ellos se relata la Batalla de Öland que tuvo lugar en junio de 1676 cuando la flota sueca perdió tres de sus buques de guerra.

Su techo es de estuco de principios del siglo XVIII, en cuyo centro se puede observar el escudo de armas danés rodeado por las órdenes del Elefante y por la de Dannebrog. Los relieves laterales representan los acontecimientos históricos de los primeros años del reinado de Federico IV entre ellos destacan: la liberación de los siervos, la creación de los dragones y de la milicia de tierra. Las cuatro grandes pinturas del techo son obras de Hendrick Krock, en ellos se representan la Iura regalía: la corona, el orbe, la espada y el cetro.

En uno de los extremos podemos ver los tronos de coronación, en los que se sentaban el rey y la reina y usados en las coronaciones de todos los reyes absolutistas de Dinamarca desde el año 1671 hasta el año 1840. El trono del rey es obra de Bendix Grodtschilling realizado en 1662-1671. Sus figuras doradas se añadieron durante el reinado de Cristián V. Federico III fue quien ordenó la construcción del trono en la misma línea estética que los leones de plata que lo custodia.

Para mejorar aún más el status legendario del rey se dijo que el trono estaba compuesto por cuernos de unicornio, aunque realmente se tratan de colmillos de narval, una especie de cetáceo que habita en los mares del Ártico y cuyos machos se caracterizan por presentar un colmillo largo y retorcido que puede llegar a medir dos metros y pesar hasta diez kilogramos. Por ello, los reyes daneses, inicialmente, podría reclamar este material como propio, al estar Islandia y las islas Feroe bajo dominio danés.

El otro trono estaba destinado para la presencia en la coronación de las reinas danesas. Fue realizado en plata por Niels Jonsen para la unción de la reina Sofía Magdalena en 1731. A pesar de no ser excesivamente ricos, dicha reina influyó en su marido, el rey Cristián VI, para que comprara todo tipo de majestuosos símbolos y modernidades, incluida una corona de reina del absolutismo. A la derecha de este trono se encuentra una pila bautismal de plata del siglo XVII utilizada en el bautizo de todos los herederos al trono desde 1671.

Los tres leones de plata que vemos delante de los tronos fueron realizados en Copenhague por Ferdinand Küblich entre 1665 y 1670. Se usaban para ocasiones solemnes como custodiadores alrededor del trono y también como catafalco real en los funerales de los reyes. Los leones están inspirados en la historia del rey Salomón que, según el Antiguo testamente, tenía en su corte 12 leones de oro que protegían su trono.

En el otro extremo de la sala se sitúa el trono de audiencias revestido con plata y realizado por A.F. Holling en 1740 para la Cámara de la Audiencia de Cristián VI en el Palacio de Christiansborg. Los muebles de plata eran considerados símbolos de poder y riqueza, por lo que eran indispensables en los aposentos de cualquier príncipe. La mayoría de las piezas de platas expuestas se trasladaron en 1740 a la nueva residencia de los monarcas absolutos, Christiansborg. Sin embargo, después del incendio de 1794 se pudieron salvar y se trasladaron hasta aquí.

Entre esos objetos destacamos, en la parte izquierda del trono de audiencias, un salvafuego con relieves que representan a Marte, Venus y Cupido realizado por Philipp Jakob en 1732-33. En la parte derecha vemos un armario de 1680 cubierto con placas de plata ricamente decoradas, atribuido a Jean Henri de Moor.

Desde aquí se accede a una de las habitaciones situadas en una de las torres laterales, el gabinete de los vidrios (26): fue ideada por Federico IV en 1713-1714, ya que los gabinetes de porcelana eran bastante comunes en toda Europa a finales del siglo XVII, por ello el que vemos aquí es el único gabinete de vidrio conocido hasta la fecha. Así podemos ver una exquisita colección de cristal, en su mayoría venecianos, de principios del siglo XVIII. El rey tuvo la inspiración para la construcción de esta sala después de su visita, durante su viaje a Italia en 1709, al palacio de Charlottenburg en Berlín y más concretamente a su gabinete de porcelana.

El arquitecto fue Gottfried Fuchs quien para exhibir el cristal construyó unas baldas con forma de pirámide, cubiertas con papel jaspeado o marmoleado y bordeadas con festones dorados. Las paredes están cubiertas con seda y en el techo había una pintura de Baco, dios del vino. La chimenea es de época de Cristián IV, aunque posteriormente se añadiera el monograma de Federico III. Durante la época de Cristián V esta sala era el gabinete de imágenes que contenía pequeñas pinturas íntimas, llamadas piezas del gabinete.

En la otra torre lateral se encuentra el gabinete de porcelana (27) donde se expone una colección de porcelana de los siglos XVIII y XIX. Ya comentamos que Federico IV vino inspirado desde Charlottenburg en Berlín para hacer un gabinete de vidrio, pero por razones desconocidas los planes para crear un gabinete de porcelana en Rosenborg no se llegó a realizar.

El interior de esta sala data de 1860, contando en la actualidad con algunos de los ejemplo de porcelana más fina de las casas reales. La colección incluye varios ejemplos de porcelana de Meissen de la primera mitad del siglo XVIII, porcelana de Sèvres y porcelana china. Una gran parte de la colección la componen artículos de la Real Manufactura de Porcelana de Copenhague.

De esta última fábrica de porcelana proviene el famoso conjunto de vajillas llamado Flora Danica para 100 personas y fabricado entre 1790 y 1803. Según la tradición fue encargado por Cristián VII como un regalo para Catalina de Rusia, pero ella murió antes de que la vajilla estuviera terminada. Tradiciones aparte, este conjunto está decorado con reproducciones de las famosas tablas de clasificación de la flora danesa, realizadas por el naturalista G.C. Oeders. Aún hoy en día esta porcelana es utilizada en ocasiones especiales por la familia real danesa.

Esta segunda planta se completa con la llamada Habitación de Regalía (28) o cámara del tesoro de Cristián V, ya que era aquí donde este monarca guardaba la mayor parte de los tesoros reales que estaban compuestos por oro y piedras preciosas. Estos objetos valiosos se guardaban en dos armarios que aún existen, cuyas llaves siempre estaban en poder del rey. La silla y la mesa con revestimientos de plata fueron realizadas por Andreas Norman. Entre 1795 y 1828 fueron utilizadas por la Corte Suprema en el castillo de Rosenborg. Los dos gueridones fueron hechos por Johan Adolph Sülssen alrededor de 1710.

Volvemos a bajar la escalera de la torre y salimos hacia el exterior del castillo, ahora nos dirigimos a la torreta octogonal situada en el centro de la fachada, a través de cuyo acceso bajaremos hasta las bodegas, construidas cuando el edificio se amplió en 1613-17. La puerta de la torre se encuentra custodiada por dos soldados y no es de extrañar puesto que en sus bóvedas, que conservan el aspecto de la época de Cristián IV, se guardan las joyas de la Corona danesa. En el primer sótano podemos ver el retrato de Cristián V cuando contaba con 4 años de edad, realizado por Karel van Mander en 1650.

La siguiente bodega guarda una colección de armas empezada por Federico III y ampliada por Cristián V, el cual tenía gran interés por ellas, por lo que él mismo se aseguró que las amas que había utilizado en la Guerra Escanesa de 1675-79 se conservaran. En el siglo XVIII la mayoría de las piezas de la colección fue trasladada hasta Christiansborg, la nueva residencia de los monarcas absolutos, lugar donde fueron destruidos por el incendio de 1794. Lo que podemos ver actualmente es sólo una pequeña parte de lo que fue la colección completa.

En la vitrina se exponen bonitos ejemplos: en la parte izquierda se encuentran las armas ceremoniales, realizadas mediante la combinación de las últimas técnicas de la época con la excelente artesanía de materiales preciosos. Solían ser regalos que se hacía a los príncipes y por norma general, la riqueza de los detalles decorativos incluía inscripciones en los que se nombraba tanto al donante como al receptor del regalo.

En medio se expone una coraza y casco que pertenecieron a Cristián V quien lo usaba para participar en los carruseles de equitación, modalidad de torneo en el que, subido a caballo, hay que impactar en un determinado objeto con varias armas. De esta manera el príncipe tuvo la oportunidad exhibir no sólo sus habilidades ecuestres sino también su destreza en el uso las armas, además de exhibir bonitos trajes. A la derecha se muestran algunos ejemplos de armas usadas en ese carrusel y otras de guerra, algunas de las cuales fueron utilizadas por el mismo Cristián V.

En una mesa-vitrina podemos ver una pequeña pistola con llave de pedernal del año 1710. Dicha llave posee el grabado de la firma de Friderich Osterman junto con la letra C, inicial de Cristián VI, una de las primeras armas del monarca. Y es que, desde temprana edad los príncipes fueron instruidos en el arte de la guerra y el uso de las armas, tanto blancas como de fuego. Ese entrenamiento se llevaba a cabo con pistolas verdaderas, pero diseñados y construidos a una escala más reducida de acuerdo con el tamaño de los jóvenes príncipes.

En el centro de la bodega vemos el juego de guerra Romanos y Africanos, el conflicto clásico en muchos de los ajedreces de aquella época. Está compuesto por un total de 250 figuras de plata dorada realizadas para Federico V. De ellas, 109 figuritas se hicieron como suplemento para el conjunto de piezas de un ajedrez alrededor del año 1700. Estos juegos de guerra, o mejor dicho juegos estratégicos, eran un aspecto muy importante en la educación de cualquier príncipe de Europa, ya que la intención de éstos era educarlos en los esquemas básicos de la guerra estratégica.

Al lado, junto a la pared, vemos unos barriles: durante varios cientos de años el vino que provenía del Rin se guardaba en barriles de madera como los que vemos, los tres más antiguos datan de 1598, 1599 y 1615 y pertenecían a la madre de Cristián IV, la reina Sofía, quien los mantenían en el castillo de Nykøbing. En 1659 estos barriles fueron tomados como botín de guerra por los suecos, quienes a pesar de cargarlos en unos barcos que se dirigían a Estocolmo, finalmente fueron a parar a Copenhague en 1731 al ser reconquistados por un buque danés.

La siguiente bodega contiene la colección de marfil y ámbar que contiene aproximadamente 700 piezas de estos materiales, datados entre 1585 y 1850. Algunos de ellos fueron regalos de otros príncipes extranjeros a cambio de halcones blancos de caza de Islandia y caballos de Dinamarca. Otros fueron comprados en Núremberg y Augsburgo, los centros de los artículos de lujo del sur de Alemania. Y finalmente otros tantos son botines de guerra del castillo de Gottorp, la residencia de los duques de Schleswig-Holstein, que fue vaciada en 1713.

La mayoría de estas piezas se realizaron en el siglo XVIII, característica única entre las colecciones principescas europeas. Desde la época de Federico II hasta la de Federico V, todos los sucesivos reyes de Dinamarca-Noruega utilizaron torneros y talladores. Muchos artistas de la corte tenían la responsabilidad de enseñar a los miembros de la familia real el arte del torneado, ya que se pensaba que el trabajo con el torno estimulaba el interés del alumno por las matemáticas y la mecánica, fomentando la paciencia y la capacidad de planificación, valiosas cualidades para el futuro monarca.

El ámbar se convirtió frecuentemente en el material con que se construían los objetos de uso religiosa en la época católica, por ejemplo los rosarios. Después de la reforma se usó para propósitos seculares tales como cofres, objetos de mesa y candelabros para los armarios de curiosidades de los príncipes. En torno al año 1720 el ámbar fue suplantado por la nueva porcelana europea, convertida en la última moda en las cortes. A pesar de ello, en Copenhague el ámbar o como se le conoce aquí "oro del norte" mantuvo su estatus.

En otra de las vitrinas se exponen objetos de marfil tallados por Magnus Berg, destacando El apoteosis de Federico IV realizado en 1728-30. Alrededor podemos ver otras piezas en los que se representan a algunos apóstoles (Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Pedro y Judas) y escenas de la biblia como El Descendimiento de la cruz de 1711 o Moisés y la serpiente de bronce en el desierto fechada en 1719. En la parte interior se encuentran, entre otros, dos figuras de dos jenízaros y de la diosa de la sabiduría con el retrato de Federico IV.

En la parte central de la sala, además de un cofre con guerreros tallados en ámbar y relieves de marfil y un bonito jarrón rococó, se exhibe el modelo en marfil de la fragata "León noruego", cuyos cañones y aparejo son de plata. Fue tallado en 1654 por Jacob Jensen Nordmand. Durante el reinado de Federico II, Dinamarca tuvo una de las mejores fuerzas navales de Europa, la cual se fue debilitando a la vez que el país perdía importancia política tras la Guerra de los Treinta Años.

En un lateral podemos ver la bodega propiamente dicha, lugar donde se almacena el vino que según la tradición, proviene de la zona alemana del Rin, Bacharach. Este vino se sirve en el banquete de año nuevo de la monarquía danesa y en ocasiones especiales de la Casa Real. Al ritmo actual de consumo anual se calcula que hay suficiente vino para al menos 300 años. En 1982 los viejos barriles de madera se deterioraron tanto que se tuvo que transferir el vino que contenía a tanques de acero y botellas.

Volvemos sobre nuestros pasos y nos dirigimos ahora al extremo sur de las bodegas, donde se encuentra el Gabinete Verde, nombre que ha adoptado esta sala que era la antigua cocina del sótano y que originariamente era la denominación de una pequeña habitación situada junto a la Sala Regalía o cámara del tesoro. En esa sala se conservó la colección de artesanía, retratos en miniatura y armas de desfile de Federico III, la mayoría de las cuales fueron regalos reales.

La colección en el actual Gabinete Verde data de entre 1200 y 1718, representado una parte importante de la herencia real después de la Reforma de 1536 y las derrotas en la Guerra de los Treinta Años y Guerra Sueca del siglo XVII. Las piezas expuesta se organizaron por aquel entonces según el material y función, estructurándose con principios simétricos en el que el elemento más noble y mayor se colocó en el centro. Esta filosofía expositiva se utiliza también hoy en día. Buen ejemplo de ellos es la estatuilla de madera que representa a Hércules luchando (realizado por Joachim Henne en 1670) rodeado de otros objetos de marfil.

Pero la pieza que quizás más sorprende por su bella ornamentación es la montura de gala usado por Cristián, el príncipe elegido en 1634, durante su boda. La montura de caballo, de terciopelo negro, bordado con oro, joyas y perlas, lo realizó Gert Osserijn. Se piensa que para la construcción de este aparejo de montar se usaron piezas de joyerías usadas por Cristián IV en 1596 durante su coronación.

En la parte inferior de la vitrina podemos ver las espuelas compuestas de oro con incrustaciones de diamantes. Los atavíos que vemos actualmente fueron solo una pequeña parte de la colosal boda que tuvo lugar entre el príncipe electo Cristián y Magdalena Sibila de Sajonia en 1634, cuya celebración fue organizada por el rey Cristián IV. La boda fue concebida como una muestra deliberada de prestigio, así como un producto de la sucesión dinástica, solo cinco años después de la avergonzante derrota en la Guerra de los Treinta Años.

En la vitrina cercana se expone el traje de montar Cristián IV que utilizó durante su coronación en 1596. El traje de terciopelo negro con bordados de oro y perlas es obra de Paul Perlestikker. Las diferentes ornamentaciones que presenta simbolizan al rey como el conquistador del universo. Curiosamente estos atavíos se empeñaron durante la guerra de los Treinta Años en 1628, pero fueron recuperados cinco años más tarde.

Al lado vemos varias piezas que este rey utilizó durante su coronación en 1596, como un casco de terciopelo con bordados dorados que se cree fue llevado por Cristián IV en su camino hacia la catedral de Copenhague para ser proclamado rey; estribos y espuelas de hierro y oro con diamantes realizados por Dirich Fyring y una vaina de espada de cuero y seda con bordados de oro, plata y perlas.

Interés también tienen los objetos expuestos en otra vitrina: se tratan de armas de Persia y el Imperio Otomano, regalos reales muy apreciados en el siglo XVII. El conjunto está compuesto por dos dagas de oro y piedras preciosas, tres escudos también de oro y adornados con turquesas y rubíes, un avambrazo derecho de oro y una ornamentación de plata dorada con jade, turquesas y rubíes para la cabeza de un caballo. Las dos dagas fueron posiblemente parte de un regalo del zar Michail Romanov a Christian IV en 1622.

Cerca podemos ver una pequeña colección de espadas y cuchillos, destacando una de ellas que está decorada con oro y esmalte que perteneció a la reina Sofía Amalia. Más allá se encuentra una curiosa copa de oro, esmalte y piedras semipreciosas con camafeos o relieves de emperadores de la antigüedad, de gobernantes del Renacimiento europeo y de temas mitológicos.

Los colores del esmaltado, así como las flores exóticas, animales, pájaro y frutas, hacen que se date la taza alrededor de 1635-50, y aunque se desconoce su procedencia se piensa que pudo haberse hecho en los Países Bajos o en Praga. Este objeto, que perteneció a los duques de Holstein, fue un botín de guerra danés y fue encontrado en una caja fuerte de una bóveda subterránea del palacio de Gottorp en 1732. Después de haberlo restaurado, Cristián IV lo envió a su antiguo Gabinete Verde en 1736.

A la izquierda se sitúa la Sala de Ole Rømer, astrónomo que estudió en la Universidad de Copenhague pero que, de 1672 a 1681, vivió y trabajó en el Observatorio de Paris. Ganó fama internacional cuando, durante el transcurso de sus observaciones de los satélites de Júpiter, descubrió la "dilatación de la luz" o lo que es lo mismo la velocidad de la luz. En 1680 para demostrar sus investigaciones realizó, para la Académie des Sciences de París y al rey Luis XIV, una máquina llamada planetarium, que muestra las órbitas de los planetas y otra, denominada eclipsarium, que calcula los eclipses de la luna.

Ambos artilugios todavía se conservan en País. A su regreso a Dinamarca en 1681, Ole Rømer se convirtió en el consejero más fiable del rey en todos los asuntos técnicos, ayudando a racionalizar una larga lista de cosas, como por ejemplo introducir un sistema uniforme de pesos y medidas. En esta sala se exponen los prototipos daneses diseñados por Ole presentados ante el rey en 1683-84.

Llegamos ya a las diferentes cámaras del Tesoro, abiertas al público en 1975. Las salas en hormigón bruto fueron diseñadas por el arquitecto Peter Koch. Aquí se encuentra la mayoría de los valiosos tesoros de Rosenborg, exhibidas en tres espacios diferentes. En la primera sección se sitúa en el centro la espada de Estado de Cristián III. La espada estaba entre las regalías usadas en las coronaciones antes de que se introdujera el absolutismo. Fue utilizada por última vez en la coronación de Federico III en 1648.

En un expositor vemos el collar y la Gran Insignia (creado sobre una base a modo de pequeña estatuilla) de la Orden de la Jarretera o la Liga de Cristián IV. El collar está compuesto de oro con esmalte y diamantes. Se piensa que es el objeto más antiguo que existe de esta Orden. Ambas piezas se utilizaron solemnemente en ocasiones ceremoniales. Los dos debieron haber sido devueltos tras la muerte de Cristián IV a Inglaterra, pero no se hizo por la inestabilidad política en aquel momento en aquel país. También se muestra en esta sección los primeros ejemplares de la Orden del Elefante y otras piezas, la mayoría de las cuales datan de la época de Cristián IV.

Otras de las piezas destacadas expuestas es el Cuerno de Oldemburgo: según cuenta la leyenda, en el año 989 el primer miembro de la Casa de Oldemburgo, el conde Otto se encontraba cazando cuando se encontró con una misteriosa joven quien, tras darle un cuerno, le pidió que bebiera de él. El conde no bebió y derramó con sensatez el contenido y guardó el cuerno hecho de plata decorada con esmalte. Sin embargo, esta impresionante pieza se hizo alrededor de 1465, probablemente donada a la catedral de Colonia por Cristián I. Después de la Reforma el cuerno fue devuelto a la familia real.

Destacamos además otros objetos: una bandeja de plata dorada con la figura de un león como base de alrededor de 1600; una almohadilla perfumada con forma de cráneo hecho de oro y esmalte blanco con rubíes también de alrededor de 1600; una brazalete con las iniciales de la reina Ana Catalina; un libro de oraciones de Kirsten Munk, escrito por ella misma; una cuchara con las iniciales CK (Cristián y Kirsten) de oro y esmalte con un corte de zafiro con forma de hoja; otra cuchara de oro con el monograma de Cristián IV; un anillo-sello de 1625, etc...

La segunda sección de la Cámara del Tesoro está presidida por la corona de Cristián IV realizada por Dirich Fyring para su coronación en 1596. Con un peso total de 2895 gramos, está hecha de oro con esmalte, piedras preciosas y perlas. En aquel momento las coronas cerradas era el dictado de la moda. El hecho de que Cristián decidiera usar una corona abierta al estilo antiguo de los reyes nórdicos era probablemente para simbolizar el hecho de que él era el heredero de aquella zona unida que Dinamarca lideraba.

Las figuras de los grandes puntos de la corona ilustran las virtudes y poderes que debe tener un buen rey. En la parte delantera se ve un pelícano picoteándose a sí mismo para alimentar a su descendencia con su sangre, claro símbolo de la necesidad de que cada rey sacrifique hasta su sangre para proteger a sus súbditos, además de constituir como una representación tradicional del sacrificio de Cristo. A la altura del brazo derecho del rey, se encuentra representado Fortitudo y, en el lado contrario, en el izquierdo, Justitia, representando la posición de juez supremo de los reyes.

En la parte posterior de la corona se representa a una madre lactante que simboliza al rey como ente superior a la iglesia, mostrando su amor a Dios y su devoción a sus súbditos. En la corona también aparecen los escudos de armas de las provincias reales. Fue utilizada por última vez en la coronación de Federico III en 1648, cuando decidió modernizarla a pesar de sus problemas financieros que venían de lejos, ya que tuvo que pagar la deuda para recuperar esta corona a un banquero de Hamburgo a quien Cristián IV lo había empeñado.

En esta sala también podemos ver el conjunto bautismal de oro compuesto por cuenco, jarra y candeleros, utilizados desde 1671 y que se siguen usando actualmente en los bautizos de los miembros de la Casa Real. Hasta el año 1796 los nombres de los niños y del padre, además de la fecha de nacimiento y fecha del bautizo, eran grabados en el cuenco, posteriormente se hace en una placa adjunta. En la parte inferior de esta vitrina se expone una copia privada del rey de los Estatutos Reales, una especie de Constitución de la monarquía absolutista. Al lado se encuentra una caja de plata que contiene la membrana fetal de Federico III, ya que se creía que traía buena suerte. La misma idea está detrás de las cajas de plata que también vemos al lado, contenían los cordones umbilicales de sus hijos.

Más adelante, en otro expositor, vemos la Copa de la Coronación de Federico III realizada por H.C. Brechtel en 1653. Es posible que se fabricara, en una idea planeada pero nunca realizada, para el juramento de fidelidad de 1654 de Federico III en Hamburgo, ciudad que supuestamente debía someterse al gobierno danés, al principio mediante un mero tributo monetario y después mediante una ceremonia donde la ciudad reconocía al rey danés como su señor, que era más insultante aún. Finalmente la ceremonia nunca se llevó a cabo, ya que la ciudad siguió siendo independiente. La copa está decorada con varios insultos y provocaciones simbólicas como el león danés que tiene en su boca al cisne que representa a Hamburgo.

Y llegamos a la última sección de la Cámara del Tesoro donde se exhiben muchas de las piezas más atractivas de Rosenborg, especialmente las Joyas de la Corona. Lo primero que salta a la vista son las coronas "cerradas" de los reyes absolutistas que contrasta con la corona abierta de Cristián IV que hemos visto en la sala anterior. Las coronas son símbolos de poder y dignidad, evolución de la antigua guirnalda de la victoria romana.

La corona del rey Cristián V, usada desde este monarca hasta Cristián VIII en 1840, fue realizada por el orfebre alemán Paul Kurtz en 1670-1671, quien trabajó en Copenhague. Con un peso total de 2080 gramos, está compuesta de oro con esmalte y diamantes, zafiros y granates. Se cree que algunas de las gemas son piedras más antiguas que fueron reutilizadas en esta corona, destacando un gran zafiro que se remonta a épocas de Federico I y que seguramente fue un regalo a su padre, Cristián I, del duque de Milán en 1474.

Sus formas redondeadas (y cerrada) están inspiradas en la corona del rey francés Luis XIV. Los brazos que se encuentran en la parte superior están rematados por un globo u orbe, símbolo de poder y dignidad de los monarcas. A su vez, en la parte superior del orbe se sitúa una pequeña cruz que en el lenguaje simbólico de la época viene a decir que sólo la Iglesia estaba por encima de la Corona. La parte de arriba de esta cruz finaliza en un corindón, zafiro con una franja de rubí.

En la corona también se encuentra el monograma con hilos de oro de Cristián V situada en la parte frontal. Después de la abolición del absolutismo y tras la instauración de la Monarquía Constitucional en 1849, esta pieza se ha utilizado en ceremonias como el castrum doloris de los reyes difuntos. Castrum doloris, que en latín significa "cama de espina" o "castillo de espina", es el nombre de la estructura escénica sobre la que se coloca el ataúd del rey.

Esta costumbre se remonta a los entierros papales del 1300, adoptada por la monarquía absoluta, siendo Federico III el primero en recibir esta ceremonia en su funeral en 1660. Por tanto el castrum doloris es la única ceremonia procedente de la monarquía absoluta que se sigue realizando prácticamente de la misma forma: se coloca la corona sobre el ataúd y los tres leones de plata, conservados actualmente en la Sala de los Caballeros, se colocan alrededor del difunto.

Al lado de la corona de Cristián V se encuentra la corona de la reina, que se mandó hacer para Sofía Magdalena. Fue realizada por el joyero de la corte Frederik Fabritius en 1731, especialmente para esta reina, ya que la corona anterior fue usada por la menospreciada Ana Sofía Reventlow, segunda esposa de Federico IV. La corona que vemos fue usada hasta el año 1840. Se piensa que las piedras preciosas proviene de la corona de la reina Sofía Amalia desde 1648.

En una de las vitrinas podemos ver dos cadenas: una de la Orden de Dannebrog y otra de la Orden del Elefante con Insignia, ambas de oro con esmalte y piedras preciosas. La primera se hizo después de los nuevos estatutos de la Orden en 1693, en ella vemos la letra W que significa Valdemar II Sejr que, según la leyenda, recibió el Dannebrog del cielo durante la batalla de Lyndanisse en 1219. La segunda, la de la Orden del Elefante, fue realizada posiblemente por el orfebre Jean Henri de Moor en 1671. Sobre las cadenas cuelga una amatista de 1305 quilates y 261 gramos, usada cuando los reyes se sentaban en el trono durante la coronación.

En otra vitrina se exhibe la colección de las joyas de la corona usadas por la reina absolutista, encargadas por Sofía Magdalena y posteriormente fueron añadidas a los regalos de reinas y princesas posteriores. En 1840, la última reina absolutista Carolina Amalia rehízo la parte principal de las joyas en un juego de esmeraldas y brillantes con diadema, collar, broche y aretes, realizados en aquel año por C.M. Weisshaupt. Las esmeraldas fueron originalmente un regalo de Cristián IV a Sofía Magdalena tras el nacimiento de Federico V en 1723, mientras que el collar de perlas pertenecía a la consorte de Cristián V, la reina Carlota Amalia.

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