CARTAGENA

Y EL DECUMANO MAXIMO


Estos restos arqueológicos se encuentran en la ladera sur del Parque Arqueológico-Histórico del Molinete, pero antes de hablar de ese yacimiento arqueológico vamos a centrar nuestra atención en aquel parque, llamado en época púnica Arx Hasdrubalis, lugar donde se supone se encontraba el palacio de Asdrúbal. Esta colina es una de las cinco que fueron mencionadas por el historiador Polibio en el siglo II a.C. y precisamente es el autor que ubica el palacio de Asdrúbal aquí.

Constituye una de las grandes reservas arqueológicas de la antigua Carthago Nova, encontrándose restos como un castellum aque (en la zona alta), restos del foro y el podium de un posible templo capitolina y la curia de finales del siglo I a.C., viviendas indígenas, el molino-ermita del siglo XVI que da nombre al cerro, etc. por lo que con una superficie de 25000 metros cuadrados es el parque arqueológico al aire libre más grande España. Es por ello que todos los detalles del parque han sido cuidados al milímetro por los arqueólogos que incluso han supervisado el arbolado, para que sus raíces respeten los restos arqueológicos que están todavía enterrados. El recorrido por el parque permitirá obtener unas buenas vistas desde sus miradores.

En la ladera sur de la colina del Molinete se sitúa, como decimos, el llamado Barrio del Foro Romano, compuesto por los restos de unas termas y un edificio destinado a la celebración de banquetes religiosos, situadas en torno a una de las principales vías de la ciudad en aquellos tiempos el Decumano Máximo que a la vez cruzaba perpendicularmente con el Cardus o Kardo.

El complejo termal se construyó en el siglo I d.C., y se accedía a él a través del decumano. Los materiales encontrados en las excavaciones de estas termas están datados desde el siglo I al siglo VII, estando en uso, al parecer, hasta el siglo IV. Se efectuaron reformas en el siglo III cuando Carthago Nova fue constituida como capital de la provincia romana Carthaginense. Finalmente es abandonada en el siglo VI.

Las termas se componen de diferentes y característicos espacios: como el frigidarium o sala fría que también fue utilizada como apodyterium o vestuario, conservando su suelo de mármol original, donde predomina la breccia coralina, procedentes de Asia Menor. En este pavimento se pueden ver varias reparaciones hechas con mármol de diferentes canteras del Mediterráneo. esta sala era el punto inicial y final del recorrido en el circuito termal.

En el frigidarium se situaba también una pequeña piscina de agua fría, además, en el muro norte del siglo I d.C., podemos ver el acceso a un refugio construido durante la Guerra Civil Española, que servía para proteger a la población de los bombardeos.

En los tepidaria o salas templadas todavía pueden verse el sistema de calefacción empleado mediante el hypocaustum o hipocausto, técnica inventada por el ingeniero romano Cayo Sergio Orata. Este sistema consistía en calentar el aire mediante hornos (localizados en el Decumano) y canalizarlos por debajo del suelo, para ello elevaban las baldosas del suelo sobre pilas de ladrillos (pilae) a una altura de unos 40 a 60 centímetros.

La sauna, el caldarium o sala caliente, que se encontraba bajo la actual calle Honda, también disponen del sistema de calefacción mediante hipocausto, pero para conseguir el calor más intenso, se integraban en los muros tubos de barro cocido (tubuli) que daban salida al humo del horno y el aire caliente que circulaba en el hipocausto.

El acceso al complejo termal se realizaba por el peristilo que servía, además, como lugar de reunión de las personas que iban a las termas. El pavimento dispuesto en espina de pez (opus spicatum) destaca al haber llegado a nuestros días en perfecto estado de conservación.

En este espacio fue hallado en las excavaciones del año 2008 el cuerno de la abundancia o cornucopia en mármol blanco, seguramente perteneciente a la estatua de alguna deidad situada en la palestra. La leyenda de la cornucopia, según la mitología griega, es como sigue: la cabra Amaltea crió a Zeus con su leche. Un día Zeus niño se encontraba jugando con uno de sus rayos y sin querer rompió uno de los cuernos de la cabra. Para compensar a Amaltea, le confirió poder al cuerno roto para que, quien lo poseyera, le concediese todo lo que deseara.

En el siglo II d.C. se construyó al norte del peristilo un muro que lo dividió en dos. Mientras que éste siguió como acceso a las termas, la otra sala se convirtió en una taberna o popina donde se elaboraban y vendían bebidas y comidas calientes. Por ello contaba con una cocina y una barra, quedando dentro de la misma varias columnas del pórtico original. Es curioso comprobar que los usuarios, quizás marineros y mercaderes, dejaron grabados en los muros algunos dibujos o grafitis, como el de un delfín.

Adosado al anterior encontramos el Edificio del Atrio, llamado así por el patio o atrium desde el que se abrían el resto de salas. Se construyó a finales del siglo I a.C. y se piensa que pudo ser otro edificio semipúblico. En él pudo haberse celebrado banquetes rituales en honor de dioses de origen oriental, como Isis o Serapis, quienes recibían culto en el santuario anexo.

En el atrio, de cuatro columnas y de estilo toscano, se sitúan un pozo y una pila en el centro del mismo, además de restos de mosaicos. Desde aquí se abren las cuatro amplias salas de los banquetes (triclinium), completando el conjunto las tabernas y estancias de servicio.

En el conjunto destaca, además de sus muros que pueden llegar a alcanzar los cuatro metros altura, la decoración pictórica de finales del siglo I o inicios del II d.C., de uno de sus triclinium. La composición de las pinturas son las propias del IV Estilo Provincial que se organiza en tres partes: un zócalo de color blanco, una zona media con paneles rojos y ocres, enmarcados con bandas verdes y separados por interpaneles negros, y la zona superior decorado con paisajes de arquitecturas, plantas y animales.

Al norte del atrio se conserva un espacio, quizás la estancia principal del edificio, que los expertos relacionan con un lugar de culto. Inicialmente estaba abierta al patio, pero desde el siglo II d.C. quedó separada del atrio por una pared a la cual se le adosó una pequeña capilla de culto (lararium). Los restos de pinturas que quedan son de aquella época (segunda mitad del siglo II d.C.).

En el siglo III d.C. el edificio cambió de dueño, acogiendo en su interior varias casas. En la habitación que vemos a la izquierda de la sala de culto, el antiguo triclinium, acogió una vivienda con cocina, un área de trabajo y un pequeño almacén donde se encontraron apiladas en una esquina 16 ánforas quemadas y aplastadas por el desplome del techo. Gracias a ellas los arqueólogos han datado el colapso del edificio en el siglo IV d.C.

En el borde sur del atrio vemos los restos de unas escaleras, lo que ha permitido saber con exactitud que el edificio contaba con dos plantas.

Desde las pasarelas podemos ver los restos del Kardo (calle orientada de norte a sur) y que flaquea el edificio del Atrio. Esta vía se construyó en la segunda mitad del siglo I a.C., debajo de ella hay restos de una calle anterior de época republicana. En la vía podemos ver las señales de las rodadas de un carro y, en el lado contrario al edificio del Atrio, los restos de un santuario, quizás de dioses orientales. Más al fondo y en la misma acera, se conserva un sillar con un falo en relieve, símbolo protector contra los malos espíritus.

En la plaza de los Tres Reyes se encuentra el Decumano Máximo, incluido en el ticket del Barrio del Foro Romano, pero debes indicar tu deseo de visitarlo en la recepción del mismo, quienes te abrirán la puerta de acceso para visitar estos 100 metros cuadrados. Fue descubierto en 1968 de forma casual, durante las obras de construcción de un edificio, cuyos cimientos están apoyados sobre estos restos arqueológicos.

Alberga un conjunto arquitectónico que está compuesto por varios elementos, como el Decumano Máximo, calzada que unía el foro con la zona portuaria. Esta calle posee una anchura de 3,5 a 4 metros, contando con aceras de un metro a ambos lados. Sobre la calzada puede apreciarse los restos de una puerta tardoimperial que cerraba el acceso del puerto. Bajo ella se encuentra un alcantarillado central que recogía los canales de desagüe de los edificios vecinos.

A la izquierda de la calzada se encuentran una serie de tiendas y tabernas dispuestas en una acera comercial porticada correspondientes al siglo I, aunque reformadas durante los siglos IV-V d.C., reutilizando para ello columnas procedentes de otras construcciones. Estas tabernas o tiendas conservan en el suelo un surco del sistema de puertas correderas utilizadas para el cierre de las mismas.

A la derecha de la calzada se encuentra el praefurnium u horno de las termas visitadas antes, en el que podemos ver el arco que permitía la circulación del aire caliente, y el basamento que servía de apoyo a la caldera de agua. También vemos otros restos difíciles de catalogar, pero que podrían corresponder a la zona de servicios de las termas.

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