CARTAGENA

SISTEMA DEFENSIVO DEL SIGLO XVIII


Desde muy antiguo el lugar ha estado amurallado, desde la época púnica, pasando por los romanos y bizantinos. En el siglo XVI, el rey Felipe II ordenó fortificar la ciudad, encargándole tal obra al duque Vespasiano de Gonzaga, quien a su vez, contrató al ingeniero Juan Bautista Antonelli. Éste levantó unas obras muy deficientes que, en poco tiempo, estaban en estado de ruina.

Esta muralla se levantó en el último tercio del siglo XVIII, en tiempos de Carlos III (de ahí su nombre), cuando Cartagena era la capital del Departamento Marítimo, con lo que necesitaba un sistema de defensa eficaz. Para ello se construyeron, a lo largo de aquel siglo, las baterías de la bocana, fuertes y la muralla que protegía todo el trazado urbano, cercando las cinco colinas. Con una longitud de casi 5 kilómetro, se trata de un muro con una serie de extensos frentes abaluartados y unidos entre sí que se flanqueaban unos a otros, mostrando una planta irregular debido a algunos accidentes geográficos.

Los primeros proyectos son del ingeniero militar Pedro Martín Zermeño, pero quien realizó los planos y dirigió las obras fue Mateo Vodopich. Se puede decir que la construcción responde al modelo de la Escuela Española de Fortificación Abaluartada, construido en estilo neoclásico ecléctico con sillares de piedra con argamasa de cal. En general, los muros acaban formando un cordón semicircular que recorre toda la muralla, sobre el que se sitúan los merlones que, dependiendo del lugar, podían ser de ladrillo o mampostería.

Durante el siglo XIX quedó constancia de que la ciudad era inexpugnable, ya que durante ese siglo se sucedieron diferentes pronunciamientos y sublevaciones. Durante el siglo XX fue, progresivamente, dejando de tener validez militar. Se fueron dando algunos permisos para abrir portillos en el frente del Almarjar, lo que ocasionó importantes derribos para obtener suelo urbanizable, y que, desgraciadamente, también se llevó por delante las monumentales puertas. De aquella época, y más concretamente de 1914, es la construcción de la escalinata de Victor Beltri que da acceso al paseo de La Muralla.

Actualmente se conserva buena parte de la muralla, sobre todo en el frente marítimo, en la cuesta de Batel y el que transcurre en el trazado de la rambla de Benipila. Pero la que mejor estado de conservación presenta es el trozo situado junto al Hospital de Marina (hoy Universidad de Cartagena) cuyos coronamientos nunca fueron alterados. En el frente norte (que fue la zona de expansión urbana en el siglo XX) al contrario de lo que se cree, se conservan en bastante buenas condiciones tramos soterrados.

Bordeando el Arsenal Militar, en la calle Real, se encuentra la única puerta que se conserva de las que se construyeron en el siglo XVIII en las murallas de Cartagena, se trata de la Puerta del Arsenal. Fue concebida como entrada monumental al Arsenal y, para ennoblecer aún más el espacio al que se accede, se le añadió en el año 1865 una torre con un reloj, obra de Tomás Tallaire. Como curiosidad, este reloj (llamado María Bárbara) fue fabricado en los mismos talleres de Londres que el situado en la puerta del Sol de Madrid.

En la zona de la Muralla del Mar hay que destacar la imponente construcción del Cuartel de los Caballeros Guardiasmarinas, imponente edificio construido entre los años 1789 y 1810, que a lo largo de su historia ha sido sede de muchos estamentos relacionados con la Armada Española, desde Intendencia de la Marina de Guerra hasta Palacio de Servicios Generales de la Armada Española.

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