SITIO ARQUEOLÓGICO DE LERNA (αρχαιολογικo χwρο της Λερνας)

LA GUARIDA DE LA HIDRA DE LERNA


En la visita al sitio arqueológico de Lerna es importante comprender que el yacimiento, al igual que ocurre en otros muchos recintos de este tipo, presenta varias capas constructivas datadas a lo largo de aproximadamente 5.500 años que se superponen unas con otras. Se revelaron siete períodos residenciales cronológicos que se han enumerado con los números romanos que van del I al VII. El primero de ellos, Lerna I, tuvo lugar durante el Neolítico temprano, entre los años 6500-5800 a. C., cuando en la región se instaló una pequeña comunidad que se dedicaba a la agricultura, el pastoreo y la pesca, produciéndose la cerámica a mano. El asentamiento del Neolítico Medio, entre los años 5800-5300 a.C. (correspondientes con Lerna II) fue más próspero, con casas rectangulares de piedra con pequeñas divisiones interiores, como podemos ver en los restos que se conservan cerca de la entrada al sitio arqueológico (1). La cerámica es de mejor calidad y hay preciosos ejemplos de figurillas. Durante las últimas etapas del Lerna II se observa una disminución de la ocupación del sitio.

Durante el período Heládico temprano I (3100-2750 a. C.) hubo un asentamiento estacional, como demuestran los restos de vasijas encontradas aquí, sin embargo, durante el Heládico Temprano II, entre los apropiadamente los años 2750-2200 a.C. (conocido como Lerna III), el asentamiento floreció. A su vez, se pueden distinguir cuatro fases constructivas, de las que la tercera es la más importante, cuando se levantó una muralla defensiva (2 al 13) que rodeó todo el asentamiento. El muro tenía un ancho que oscilaba entre los 2 metros a los 2,50, con una superestructura de ladrillo apoyado sobre cimientos de piedra. Su altura original fue de al menos 6-8 metros, conteniendo en su interior salas de varios pisos, las cuales, las que se encontraban al nivel del suelo, fueron utilizadas como almacén, mientras que las de los pisos superiores servían de residencia para el guardia.

A mediados del tercer milenio a.C., se construyó el muro norte de la sección oriental de la muralla de fortificación. La adición de un muro paralelo al sur, la construcción de una torre, el modelado de los espacios internos y la construcción de una escalera de piedra que habría concluido en una puerta al oeste, datan de la primera fase constructiva de los muros de fortificación. El muro de fortificación se habría extendido al sur de su sección occidental, para rodear las casas del asentamiento y unirse a su parte occidental. Durante la fase intermedia, aquella torre fue destruida, probablemente por un terremoto, y se construyó a su costado una nueva, junto con una nueva puerta situada en la sección central del recinto. En la tercera fase, el muro norte de la parte este quedó obsoleto, por lo que la torre y el muro sur se reforzaron con un muro circundante. Después se añadió el tramo occidental de la fortificación, pero no se unió con éxito al tramo principal, ya que la destrucción del edificio BG, las casas situadas al sur de aquel y otros espacios, obligó a una reconfiguración de el espacio para construir la “Casa de las Tejas”.

Al norte de la muralla se sitúan unas casas con forma rectangular (14 y 15), y un gran edificio alargado, denominado BG, que en la actualidad está enterrado para poder así evitar su deterioro y preservarlo. Ese edificio medía 20 por 12 metros, con pasillos estrechos en sus lados más largos, amplias estancias en su zona interna y un vestíbulo abierto con entrada, en la parte sur. En definitiva, seguía el modelo arquitectónico de “edificios de corredor”, como ocurre con la Casa de las Tejas, cuyos restos podemos ver hoy, que era un gran edificio monumental de dos pisos que fue construido durante la cuarta fase constructiva, a finales del Heládico II temprano (2300-2200 a.C.), para reemplazar al BG. Esta casa, que fue el centro económico y administrativo de la región, contando con dos plantas y unas dimensiones de 25 por 12 metros. Su nombre proviene de la gran cantidad de tejas de barro encontradas durante las excavaciones en una de sus salas.

La entrada principal de la Casa de las Tejas miraba hacia el este, donde se creó un espacio abierto con un dromos (entrada o avenida que conduce al edificio), mientras que su interior contaba con cuatro salas rectangulares que se comunicaban entre sí a través de tres aperturas. En la primera y tercera sala se aprecian otras dos aperturas laterales que comunicaban con los pasillos corredores formados a lo largo de los lados mayores y utilizados como almacenes.

En el pasillo corredor norte, en la parte sureste de la segunda sala y en el pasillo corredor sur se conservan dos escaleras de ladrillo que conducían al piso superior. La escalera norte proporcionaba acceso a las habitaciones orientales del piso superior directamente a través de una entrada situada en la cara norte del edificio. Por el contrario, el acceso a las habitaciones occidentales del piso superior se realizaba desde el interior, a través de la escalera sur. Las habitaciones de la sección este eran de uso público, mientras que las de la sección occidental eran de uso privado.

Los dos pequeños espacios de almacenamiento, uno situado en el centro al sur y el otro al oeste, en el extremo derecho del edificio, no comunicaban con las otras habitaciones, y el acceso a ellas sólo se proporcionaba desde el exterior del edificio a través de estrechas entradas. En aquel primer espacio se encontraron durante las excavaciones muchas salseras y phialai (recipientes circulares) que probablemente fueron usados para los refrigerios de los invitados en las celebraciones. En el mismo espacio se hallaron una gran cantidad de sellos de arcilla que se emplearon para precintar el contenido de cajas, recipientes, cestas y posiblemente puertas. Su almacenamiento aquí confirma la existencia de un sistema temprano de administración urbano que controlaba el movimiento de mercancías.

Los muros de la casa tienen cimientos de piedra de 0,90 metros de ancho, con una superestructura de ladrillo visto revestido de yeso. Los suelos de las habitaciones y los umbrales están recubiertos de arcilla amarillenta de grano fino. La madera de árboles procedentes de las montañas de Arcadia (abeto, pino, olivo) se utilizó para la construcción del techo y las escaleras, así como para cubrir las “antae” (las pilastras o pilares situados a ambos lados de la puerta) de las aberturas entre las habitaciones. Tras su destrucción por un incendio a finales del tercer milenio, sus ruinas quedaron cubiertas por un túmulo circular (16) de 19 metros de diámetro.

El uso posterior del sitio lo evidencian los pozos abiertos sobre las ruinas de la casa, así como la construcción de viviendas, durante el mismo período, en su parte oriental, además de la construcción de dos tumbas-pozo monumentales (25 y 26) sobre lo que fue el corredor norte, datadas en el período de transición que conduce a la Edad del Bronce Final (1700-1600 a. C.).

Volvemos al exterior del yacimiento arqueológico para continuar su recorrido. Durante el periodo Heládico Inferior III (finales del III milenio a.C., conocido como Lerna IV), se observan importantes cambios no sólo en la arquitectura, con la aparición de casas absidales (18 y 19) que conviven con las rectangulares (17), sino también en la cerámica, ya que aparece una forma temprana del torno de alfarero. El asentamiento continuó floreciendo durante el período Heládico Medio (2050-1675 a.C., conocido como Lerna V), durante el cual se desarrolló el comercio con Egina, las islas del Egeo y Creta, lo que hizo que aparecieran nuevos tipos de vasijas con características locales y se construyeron residencias absidales y rectangulares (20-23) con áreas de almacenamiento (21).

Durante aquel periodo dentro del asentamiento surgió un gran cementerio, cuya característica principal fue el uso de tumbas en forma de cista (24). Posteriormente, durante la transición a la Edad del Bronce Final (1700-1600 a.C., conocido como Lerna VI), a los difuntos se les daba sepultura dentro de tumbas con forma de pozo monumental (25 y 26), emulando de alguna manera los ricos sepulcros de Micenas, cuyos fosos, como ya vimos, invadían tanto el túmulo, como la propia “Casa de las Tejas”.

Finalmente, a ambos lados de la carretera al noreste del sitio arqueológico se encontraron los restos de casas rectangulares que atestiguan un asentamiento en los siglos XIV y XIII a.C. (Lerna VII), que probablemente dependía políticamente de su poderoso vecino Argos. El fin de la Edad del Bronce significó esencialmente también el fin del asentamiento de Lerna, aunque durante la Edad del Hierro Temprana, la Edad Clásica y el período romano, el sitio fue utilizado ocasionalmente, como así lo prueban los pocos hallazgos arqueológicos. A tenor de lo comentado, durante la época romana se construyó un horno circular (27) que ocupó parte de la muralla de fortificación del Heládico temprano.

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