ÁVILA

UN RECORRIDO ALREDEDOR DE LAS MURALLAS


Lo primero que salta a la vista cuando se visita Ávila es, como no, sus murallas que, con una extensión de 2,5 kilómetros, nueve puertas y casi cien torres y cubos, protegía antaño el lugar de incursiones no deseadas. No se sabe con certeza su origen, aunque se considera que su construcción tuvo lugar a finales del siglo XI sobre otra obra anterior romana, con numerosas ampliaciones, reconstrucciones y reparaciones a lo largo de su historia, es por eso que vemos en ella diferentes añadidos góticos y renacentistas.

Se puede pasear por sus mil setecientos metros del adarve (perímetro exterior superior de la muralla) adaptado para su recorrido, existiendo para ello cuatro puntos de acceso: por la puerta del Alcázar, por la puerta del Peso de la Harina que está cerca de la catedral, por la puerta del Carmen y finalmente cerca de la puerta del Puente.

Es posible hacer el recorrido entrando por uno de ellos y saliendo por otro, así como un acceso con ascensor para aquellas personas de movilidad reducida en el tramo que va desde la espadaña a la puerta del Puente. La zona interna de las murallas es más compleja para su visita puesto que amplias zonas de la mismas están integradas en diferentes edificios.

Vamos a hacer un recorrido por las nueve puertas, empezando por la más espaciosa: la puerta del Alcázar, frente a la Plaza de Santa Teresa. De ejecución románica sus dos torres de más de 20 metros de altura sostienen un puente de arco, cuya función era la de atacar al enemigo que intentase derribar la puerta, desde la retaguardia y desde el aire. En una de sus torres, en la del Homenaje, que se diferencia por contar con un gran voladizo de piedra, se ha instalado una zona multimedia donde conocer más sobre la muralla y su construcción. Esta puerta y la muralla del entorno fueron mucho más fortalecidas que el resto no sólo porque daba acceso al ya desaparecido Alcázar, cuyo solar corresponde con la actual plaza de Adolfo Suárez, sino que también esta parte se orienta hacia una zona más llana y accesible.

Incluso delante de las actuales murallas se levantaba una barbacana que trataba de proteger a toda costa el acceso al Alcázar ante el avance de la maquinaria de guerra que cada vez era más compleja. A partir del inicio del siglo XX, varias partes de aquella se fueron demoliendo danto el aspecto actual a la plaza de Santa Teresa o del Mercado Grande. En esa zona, justo al lado de la puerta, vemos una escultura de Santa Teresa de Jesús realizada en un solo bloque de piedra blanca de veinte toneladas por el escultor gaditano Juan Luis Vassallo Parodi, e inaugurada por Juan Pablo II en noviembre de 1982.

La siguiente puerta es la puerta del Rastro o de la Estrella, original del siglo XII, aunque se le añadieron elementos dos siglos después, en el XVI, como su arco o la galería corrida que pertenece al palacio de los Dávila. Esta puerta da acceso a la actual plaza de Pedro Dávila y a su interesante entorno. Desde aquí discurre un agradable paseo con la muralla a un lado y un valle al otro. Así se llega al siguiente punto de interés de la muralla, la puerta de la Santa o de Montenegro del siglo XVI, llamada así por estar frente al complejo monacal que se levanta sobre el lugar donde se encontraba la casa donde nació santa Teresa, edificio que corona la actual plaza de la Santa.

Seguidamente encontramos la puerta de la Malaventura o de san Isidro, nombre dado según la tradición popular que afirma que de aquí salieron setenta caballeros abulenses que más tarde serían ejecutados por Alfonso I de Aragón por sus luchas dinásticas con Alfonso VII, su hijastro. En la zona oeste encontramos la puerta del Puente Adaja o de San Segundo, reformada en los siglos XV y XVI, cuya importancia radicó al ser el acceso a la ciudad de las personas que llegaban desde el oeste, por tanto, fue muy transitado.

Desde aquí se pueden ver, incluso ir a visitarlos, otros lugares del patrimonio abulense como es el Puente Antiguo o Puente Romano, el palomar que acoge en la actualidad el albergue de peregrinos que realizan el Camino de Santiago, las Tenerías, lugar de origen judío donde se curtían pieles durante la Edad Media y la románica ermita de san Segundo. También recomendamos cruzar el Puente Romano y dar un paseo hasta el Humilladero de los Cuatro Postes, desde donde se obtiene una panorámica completa de la ciudad amurallada.

Ya en la parte norte de las murallas, la siguiente puerta que se abre entre dos torreones cuadrados, a diferencia del resto de accesos, es la del Carmen o de la Cárcel, restaurada en los siglos XIV y XVI. Esta puerta es del tipo esviaje, es decir, que para acceder desde el exterior se debe hacer en curva, impidiendo hacerlo de forma recta. Este sistema era muy utilizado en la arquitectura militar musulmana para tener así una mejor defensa, impidiendo un ataque frontal. Adosada a esta puerta podemos ver lo que queda del monasterio carmelita del mismo nombre, posteriormente convertido en cárcel, cuyo vestigio más reconocible es la espadaña de ladrillo. Sobre los restos del conjunto conventual se levanta en la actualidad el Archivo Histórico Provincial.

Enfrente de la puerta del Carmen recientes excavaciones han sacado a la luz las llamadas bóvedas del Carmen, antiguas caballerizas del Palacio de los Vela, en las que hay una exposición gratuita de material arqueológico procedente de las últimas excavaciones llevadas a cabo en la capital abulense. Delante se abre la plaza Concepción Arenal.

Seguimos con nuestro recorrido por las puertas de la muralla, le toca el turno a una puerta mucho más discreta que las que hemos ido viendo en el tramo oriental, el Arco del Mariscal que recibe el nombre de quien subvencionó su construcción: Álvaro Dávila, mariscal del rey Juan II de Castilla. Consiste en un modesto arco circundado por torreones igual de modestos estéticamente hablando.

La parte norte y la este se unen en un torreón que forma uno de los vértices del recinto amurallada, conocido como Cubo de la Mula, al tener embutido en su pared un verraco cuya cabeza sobresale. Así llegamos a la puerta de San Vicente, obra románica muy similar a la puerta del Alcázar, la cual está dotada de unos potentes torreones que flanquean su acceso. Las excavaciones arqueológicas de la zona han demostrado la convivencia indígena y romana al encontrar en uno de los lados de la puerta y tallado en la roca madre un verraco que formaba parte de los restos de la muralla romana original. Esta monumental puerta mira hacia la basílica de san Vicente en su parte externa, mientras que en la interna da acceso a la calle López Núñez.

La siguiente es la llamada Puerta del Peso de la Harina, los Leales o de los Obispos, puerta renacentista del siglo XVI, cuyo tramo de muralla fue especialmente reforzada con torreones de unos quince metros al defender un llano, por tanto, una zona muy accesible. Aquí vemos el ábside de la Catedral, conocido como Cimorro, integrado en el cerco defensivo que constituye un caso único de la fusión de la arquitectura militar y religiosa. La actual catedral sustituyó a otro templo previo, por tanto, en esa ampliación se tuvo que eliminar uno de los torreones de la muralla para dar cabida al ábside, al cual se le dio apariencia defensiva, al ser ocultados los absidiolos.

Fruto de aquellas transformaciones se creó la puerta que nos ocupa, la única adintelada de todo el recinto, la del Peso de la Harina, llamada así porque durante siglos aquí estuvo el Pote o peso del grano que entraría a la ciudad. También es conocida como Puerta de las Carnicerías porque anexa a ella existe un edificio del siglo XVI que acogía un establecimiento de ese tipo, ocupada actualmente por la oficina de turismo. La puerta da acceso, intramuros, a la plaza de la Catedral, mientras que extramuros encontramos, a un tiro de piedra, la plazuela de Italia.

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