Este museo abrió sus puertas al público en la década de 1960 para albergar las piezas arqueológicas que hasta entonces se conservaban en algunas celdas monásticas de la iglesia de Panagia Ekatontapiliani. En un principio el espacio expositivo sólo estaba constituido por un patio y una sola sala que albergaba prácticamente sólo estatuas de los siglos VI y V a. C., pero debido a la gran cantidad de objetos descubiertos en las excavaciones se quedó pequeña, por lo que a finales de los años setenta del siglo XX se construyó una segunda área expositiva. Ambas salas no estaban comunicadas, sino que se encontraban conectadas por un pórtico completamente abierto, la mitad norte del cual se cerró en la década de 1970 para albergar nuevas piezas que podían permanecer al aire libre, pero sin estar completamente expuestas a la intemperie. De igual manera, en el muro norte del patio se construyeron unos nichos para contener piezas de ese tipo.
Más recientemente, en el año 1995, se volvieron a realizar obras de renovación y ampliación. En la actualidad, el museo exhibe los hallazgos realizados en diferentes zonas arqueológicas de la isla de Paros y de la de Antíparos, los cuales datan desde el Neolítico hasta la época cristiana primitiva, incluyendo los descubrimientos realizados en el yacimiento neolítico más antiguo de las Cícladas en el islote de Sáliagos, que datan del quinto y cuarto milenio a. C. Así, las colecciones se reparten de la siguiente manera: el patio o atrio (Esculturas, elementos arquitectónicos, urnas y un suelo de mosaico que data de la época romana), el pórtico semicerrado (en el que destaca la estatua de Artemisa), sala A (escultura arcaica y clásica), sala B (escultura Helenística) y sala C (cerámica, escultura y pequeños hallazgos que datan desde el Neolítico hasta la época romana).
Pero antes de visitar el interior del museo, merece la pena echar un vistazo a los diferentes elementos arquitectónicos de gran tamaño que se reparten a lo largo de la calle peatonal que une el museo con la iglesia de Panagia Ekatontapiliani. De especial interés son los sarcófagos romanos de entre los siglos II y III que se encuentran justo en la fachada de acceso. Se tratan de urnas funerarias típicas de la isla durante aquel período, sirviendo como enterramientos familiares. En estos casos vemos que cuentan con decoraciones esculpidas típicas del arte funerario, es decir banquetes o la representación de los difuntos sedentes, mientras que las tapas sostenían los bustos de los fallecidos.
Tras adquirir los boletos de entrada enseguida accedemos al patio del museo, alrededor del cual se organizan las dos alas que acogen las salas. Aquí se encuentran una gran cantidad de piezas arqueológicas, algunas de las cuales ni siquiera cuentan con un texto que explique qué estamos viendo, y que corresponden con esculturas, diversos elementos arquitectónicos y arte funerario (estelas, sarcófagos y urnas). Entre esas piezas destacan unas urnas funerarias de mármol cónicas con tapa (kalpides) que datan de entre los siglos IV y III a. C.
En el centro del patio podemos ver una estela hecha de piedra del siglo V a. C. con la inscripción “OPO PYLEY” que marcaba los antiguos límites de una zona que pertenecía a la ciudad de Paros y descubierta cerca de las canteras de mármol. De igual manera, próxima a la anterior se exponen otras cinco estelas que poseen la inscripción “OPO XΩPIO IEPO - AΠOΛΛONΩΣ ΔHΛIO”, las cuales servían para marcar los límites del santuario de Apolo de Delos.
Otras de las piezas que destacamos en esta parte del museo es un altar circular con guirnaldas y cabezas de toro del período helenístico que tenía una función funeraria. Este altar fue encontrado en los cimientos de la Basílica de Panagia Katapoliani, durante las excavaciones arqueológicas que llevó a cabo arqueólogo Anastasios Orlandos durante los años 1959 y 1964.
También en aquella época, bajo la mencionada basílica y durante los mencionados trabajos arqueológicos se encontró el mosaico romano del siglo III que vemos aquí, más o menos en el centro del patio. Las imágenes representadas en el mosaico hacen referencia a capítulos de los trabajos de Hércules (cierva de Cerinea, jabalí de Erimanto, etc.). Esta obra proviene de un gimnasio que se seguía utilizando a principios del siglo IV d.C., es decir, poco antes de construir la basílica bizantina. Es por ello que los estudiosos piensan que una pequeña iglesia (la actual capilla de Agios Nikolaos) reemplazó al gimnasio, y después se levantó la basílica.
Enfrente se extiende el muro norte del patio que está dividido en cinco nichos. En ellos vemos diferentes piezas arqueológicas: varias estelas funerarias romanas, algunas de las cuales están decoradas con escenas “nekroedeipna” (del griego μνεκρός, que significa muerto, y δείπνον, que significa cena o banquete, por tanto, se refiere al banquete de los muertos, en el que vemos a personas recostadas mientras disfrutan de la comida).
También destaca la estatua de Artemisa datada entre los siglos III y II a.C. encontrada cerca de la aldea de Kostos. Aunque le falte la cabeza, los brazos (que fueron esculpidos de forma independiente, para después ser unidos al cuerpo) y la zona inferior de las piernas, se puede apreciar que la diosa porta un peplo ático con un cinturón situado bajo el pecho. Aquí también se exponen relieves votivos dedicados a Artemisa, entre los que destaca uno en el que se representa de pie frente a un altar, portando un quitón corto y un carcaj en la espalda. De igual manera, también merecen una mención los bustos romanos y un enorme pithos arcaico del siglo VI a. C. perteneciendo al taller cicládico.
Finalmente, y antes de entrar al interior del edificio, esta zona se completa con los llamados sarcófagos "antropomorfos" o "fenicios" que se alinean a lo largo de la zona sur del patio. Se tratan de unas piezas del periodo arcaico únicas en el país ya que, aunque probablemente sean griegas, con mucha probabilidad se hicieron en un taller fenicio, lo que significa que existieron lazos socioculturales de la isla con el antiguo oriente próximo. Y así entramos ya al pórtico semicerrado que hace de espacio bisagra entre las dos grandes salas del museo.
En el propio pórtico se encuentra la entrada de acceso a la sala A, dedicada a la escultura Arcaica y Clásica y que está subdividida en tres estancias, en la que estacan la escultura de la gorgona, dos relieves procedentes del altar o del friso que decoraba el Archilochion, dos grandes ánforas del siglo VII a.C., la estatua de mármol de una Niké que data del 480-470 a. C., etc., etc. Tras terminar la visita a ese espacio expositivo, se vuelve al pórtico para entrar en la pequeña sala B, donde se exponen esculturas del período helenístico y especialmente los pequeños hallazgos de las excavaciones realizadas en la isla deshabitada de Despotikó, concretamente en el yacimiento de Mandra, datados desde el Neolítico hasta la época romana, etc. Terminada la visita de la sala B, volvemos al pórtico semicerrado para acceder a la última zona expositiva del museo, la sala C, en la que se expone una colección de objetos dispuestos por orden cronológico, desde la prehistoria hasta la época romana.
Copyright© 2018 ESTurismo.